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Reynaldo Castro

Andrés Fidalgo: una marca en la memoria

Reynaldo Castro

      El autor de este texto se propuso editar un libro con poemas de Andrés Fidalgo escritos en servilletas mientras el escritor estuvo detenido en cárceles de la última dictadura. Mientras trabajaba en la edición, nuestro columnista detectó algo que ya había experimentado con otros libros: entre las líneas de los versos existía una historia que esperaba ser contada. Ni lerdo ni perezoso, él se puso a narrar una biografía intelectual del escritor más lúcido y comprometido de nuestra provincia. A continuación, la segunda parte de un libro que saldrá en los próximos meses.

Una marca en la libreta de jornales


      El golpe de Estado de setiembre de 1955 acelera varios cambios. El gobierno jujeño es otorgado por los golpistas al teniente coronel Jorge Roque Alvarado y, el 6 de octubre de ese año, desembarca -como interventor federal- el contralmirante Gastón Carlos Clement. Éste, por medio de un decretazo, proscribe el Partido Peronista, incauta sus bienes y detiene a su plana mayor (más de veinte dirigentes, entre los cuales estaban: Guillermo Snopek, Armando Manuel Meyer, José Humberto Martiarena, Dardo Domínguez y José Nasif).
      El socialismo, por su parte, desde antes del golpe, está dividido. El partido Socialista de la Revolución Nacional, fundado por Enrique Dickmann, plantea un trabajo clandestino (este partido también es proscrito) con sectores del peronismo para organizar la resistencia al gobierno militar; Rey, encuadrado en el nuevo sector, parte para actuar en Buenos Aires. Brizuela, en tanto, ya es un militante del peronismo y, desde fines de octubre de 1955, Fidalgo es designado juez de Instrucción.
(Una aclaración: el escritor nunca estuvo afiliado a ningún partido político. Él se formó en el tejido de la cultura de izquierda, en ese ambiente adquirió una conciencia crítica y un rigor literario que se traduce en firmeza ética. Esta no afiliación no significa falta de compromiso -su obra lo demuestra sobradamente-, sí implica la decisión de no formar parte de grupos que se fraccionan continuamente por cariocinesis.)
      Jorge Luis Borges (quien había sido promovido a inspector de aves y conejos en los mercados municipales por el peronismo) es nombrado, por la “Revolución Libertadora”, director de la Biblioteca Nacional. La designación funciona como un acto emblemático: en el campo cultural, algunas medidas del nuevo gobierno, apuntan a la modernización de las artes y el pensamiento . El (re)posicionamiento de escritores e investigadores que habían estado postergados es, antes que el resultado de una acción promovida por el gobierno de facto, el crecimiento sostenido del campo intelectual que abonará el terreno para que, en la década siguiente, irrumpan obras y figuras que marquen un cambio de valores en la vida cultural, política y social.
      Â¿Qué pasa entonces en Jujuy? La población de toda la provincia ya supera los 200 mil habitantes; un busto de Eva Perón, que estaba en el parque San Martín, es arrastrado por una camio
neta hasta su destrucción; y existen “aproximadamente quince escritores” . La literatura jujeña recién, a partir de 1955, adquiere trascendencia. Lo explica claramente uno de sus protagonistas:
      Tenemos entendido -y demostrado- que antes del ´50 la literatura y las artes en general vivían el tono siestero de todas las provincias (porque éste no es un fenómeno exclusivo de Jujuy) y que con el medio siglo comenzó (esquivemos la palabrita de moda) el despertar, el desperezarse.
      Un abogado que publicará sus primeros libros en los años sesenta, evoca lo que para él significó el inicio de la modernización cultural, tras la caída del peronismo en esta provincia:
      Mi primera imagen del hombre llamado [Jorge] Calvetti está relacionada con un viaje en un asendereado ómnibus que se esforzaba desde la Quebrada hacia la ciudad, él gauchamente de pie colgado del pasamanos y yo de urbano y hablamos del golpe militar del ‘55 que se estaba produciendo. Éramos los dos antiperonistas, según creo. De [Mario] Busignani y de Fidalgo tenía sólo una visión curialesca del patio de los Tribunales viejos; a Groppa lo vi después, maestro de escuela y poeta secreto en Tilcara y relacionado o asociado con el sur. Y a [Medardo] Pantoja, hombre de toda la vida y, para mí, de edad provecta aunque ahora menor que yo.
¿Qué es lo que dijimos? ¿Dónde nos juntamos por primera vez? Nunca lo pude saber por mí mismo. Sólo recuerdo ahora la vieja casa de la calle Senador Pérez, las reuniones un tanto formales de los directores [de Tarja] en los entreactos de las comidas y beberajes y otros esparcimientos ad usum pero en mangas de camisa y alpargatas.
      Los Fidalgo alquilan una casa en el centro de la ciudad. Ese espacio -al igual que la vivienda propia que pronto tendrán- es fundamental para el desarrollo de la cultura jujeña (José Luis Mangieri manifestó que allí habría que poner una placa que diga: “Durante muchos años todo el mundo que pasó por aquí tuvo sopa y colchón gratis”). Allí se agrupa el primer colectivo cultural de trascendencia; en ese lugar nace la figura del intelectual jujeño y se expresa en una publicación que constituye un cruce entre tradiciones, identidades y regionalización; características éstas que marcan una clara diferencia con respecto a revistas contemporáneas ligadas a la vanguardia que se desarrollan en Buenos Aires. Allí, en Senador Pérez 235, nace la mítica revista Tarja.
Acta de constitución
      En la ciudad de San Salvador de Jujuy, a los trece días del mes de junio de mil novecientos cincuenta y cinco, los abajo firmantes se reúnen siendo horas dieciocho y treinta en el domicilio de la calle Senador Pérez doscientos treinta y cinco, con el fin de establecer las bases para constituir una asociación civil, agrupación o entidad que tenga por objeto promover actividades culturales de todo orden. Previa recepción de sugerencias, cambio de ideas y análisis de las mismas, se resuelve:
      1º) Dar por constituida a partir de la fecha, una asociación que tendrá por finalidad promover, fomentar, desarrollar y difundir actividades culturales.
      2º) Como nombre de la institución se adopta el de Tarja, que será expresado en todas sus actividades.
      3º) La dirección será ejercida por Mario Busignani, Jorge Calvetti, Andrés Fidalgo, Néstor Groppa y Medardo Pantoja. En forma conjunta o por simple mayoría, los nombrados tienen facultades para gobernar, representar o administrar; como así también para tomar resoluciones ejecutivas que tiendan a cumplir los fines de la institución.
      4º) Tarja puede contraer obligaciones, adquirir derechos, bienes muebles o raíces, recibir legados, subvenciones o donaciones y disponer de ellos. Podrá, además, operar con instituciones bancarias o de crédito.
      5º) Se admitirá la más amplia libertad de expresión en el terreno artístico y no se harán exclusiones que respondan a motivos filosóficos, religiosos, políticos, o de tendencias o escuelas.
      6º) Se gestionará la colaboración de todas las personas dedicadas a tareas similares a las enunciadas en el apartado 1º. En principio, del medio jujeño, pero sin otras exigencias que la calidad o valores propios de la materia de que se trate.
      7º) Se promoverá a la vez, el acercamiento y la solidaridad entre sí y con respecto a Tarja, de todas las personas que deseen colaborar en cualquier aspecto o medida, con los propósitos arriba enunciados.
      8º) Los recursos para financiar actividades se obtendrán mediante la venta de obras o su comercialización, suscripción, donaciones, subvenciones o legados.
      9º) Como primera tarea, se resuelve publicar una revista que incluirá materiales de carácter cultural, literario, artístico, pedagógico, o similares.
      10º) Simultáneamente, se resuelve organizar exposiciones de plástica, iniciando la serie con una muestra conjunta de grabadores y pintores, en Senador Pérez 235.
      11º) Los miembros de la Dirección podrán ser reemplazados o continuarse con los que quieran proseguir las actividades enunciadas. También por simple mayoría podrá aumentarse el número de integrantes de la Dirección.
      12º) La duración de la entidad es por tiempo indeterminado.
      13º) Se prevé asimismo la organización y puesta en marcha de una librería, con criterio no estrictamente comercial; pero que pueda ayudar a la financiación de actividades culturales. Asimismo, y con igual finalidad, retablo de títeres, conciertos, audiciones radiales, etc.
      14º) A los fines de llevar y registrar la contabilidad y estado económico de Tarja, percibir, hacer pagos y realizar operaciones similares, se designa al Director Andrés Fidalgo, quien contrae ante la entidad, las responsabilidades del caso.
      15º) Se podrán designar Comisiones Auxiliares para el estudio, reglamentación, atención y ejecución de actividades especiales; siempre presididas por algunos de los Directores de la entidad.
      16º) Las condiciones establecidas en la presente Acta podrán ser modificadas por resolución tomada a simple mayoría de la Dirección.
En el lugar y fecha arriba indicados, firman: Mario Busignani (Senador Pérez 137, San Salvador de Jujuy), Jorge Calvetti (Maimará, provincia de Jujuy), Andrés Fidalgo (Senador Pérez 235, San Salvador de Jujuy), Néstor Groppa (Senador Pérez 125, San Salvador de Jujuy) y Medardo Pantoja (Tilcara, provincia de Jujuy).
      La revista debe su nombre a “la marca que indica el día de trabajo cumplido, faena concluida y asentada en la libreta de jornales”. El nombre marca un destino, se trata de una palabra ligada a los sectores postergados y su relación laboral. En ese momento, ligar la libreta de jornales con las denominadas “bellas artes” es toda una transgresión. Concretamente, los integrantes de Tarja reaccionan contra la concepción elitista del arte y la literatura.
      Un balance de la tarea realizada por este colectivo incluye, además de la revista, las siguientes acciones: la edición de cuatro libros y un suplemento de poesía inédita, más de cincuenta funciones de títeres (dirigidas por Nélida Pizarro de Fidalgo), exposiciones de artes plásticas, organización de conciertos, conferencias y el establecimiento de una librería de arte.
      Por la sede Tarja, entre otros, pasan: Flora Guzmán, Héctor Tizón, Nelly Ase, Manuel J. Castilla, César Bayón, Raúl Aráoz Anzoátegui, Jaime Dávalos, Raúl Galán, Luis Pellegrini, José Francisco Ortiz, Baldomero Sánchez Casado, Vicente Cosentini, Gustavo “Cuchi” Leguizamón, Francisco Ramón Díaz, José Luis Mangieri, Norberto Onofrio, Eolo Pons, Jorge Gnecco, Alejandro Barletta, Luis Pretti, Eduardo y Héctor Di Mauro, Osvaldo Juane, Ofelia Bertolotto, Delia Gómez Rubio, Carolina Álvarez Prado y Gustavo Lara Torres.
      No sólo las personas interesadas en el arte y la literatura visitan la librería de la calle Senador Pérez, también asisten personas de civil que buscan completar información para tarjar a aquellos que se dedican a actividades subversivas: escribir libros, organizar exposiciones, representar obras de títeres. Una tarde, Fidalgo encara a dos aplicados husmeadores: “¿En qué los puedo ayudar? ¿Buscan algo en especial?”.
-No, nada. Esteee... A propósito, ¿qué tal se vende? -dice uno de ellos .
El escritor (que, como ya dijimos, posee algo más que un don) contesta con un latigazo:
-Y... para lo que compran ustedes.
      Los investigadores de la Policía Federal acusaron recibo del sarcasmo y se marcharon en silencio. A diferencia de ciudades más pobladas, San Salvador de Jujuy permite que sus vecinos se crucen con relativa frecuencia y, por lo tanto, varios de ellos se conocen entre sí. Este caso no es la excepción.
Tarja surgió para oponerse a la chatura general que vivía la cultura jujeña y duró cinco fructíferos años. Su accionar fue mal visto por funcionarios de gobiernos dictatoriales. Así fue, por ejemplo, la mirada que registró el general Osiris G. Villegas , en su libro Guerra revolucionaria comunista , quien marcó (tarjó) al colectivo jujeño como perteneciente al campo cultural de las izquierdas; esta vez, el azote vino desde el poder militar.






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