Ocasionalmente posa sobre el mundo
su pulso legendario
de ave sola.
Y libre,
Pero ciega y eterna,
En esa hora cualquiera
Borra sus pasos.
Retoma su monólogo,
que es anterior a la historia.
Viene del ayer
Y al ayer acude,
A ese que llevamos cerca de la original vertiente
De nosotros mismos.
Así, taciturna,
Con el mismo tacto de hace miles de años
-que es su forma universal de caer-
repartió su soledad
en vida y sentencia.
Y bajó el entonces callado campanario del cielo,
fue otra eternidad, o la misma,
que las muy ricas horas de la espera
descubrieron.
*EN EL TIEMPO LABRADOR