Piet Mondrian |
Abro la puerta
con los pies descalzos
no me importa
que se adhiera tierra
y algún protista euglénido
que los use de transporte
como yo
para buscar luz
yo también soy célula
y la necesito
como necesito el viento fresco
enjazminado
que abrace la nariz
y despeine las pestañas
que se divierta
ondeando repasadores pintados a mano
agarrados fuertemente
a sogas por sus puntas
con trabas de madera.
Abro la puerta
dejo pintarme los ojos
del paisaje de los náufragos
dibujo pompones en el fango
mientras la ventolera
desenreda memoria en mi cabello
y mis pies se encojen
para que la abuela pueda elevarme
en unos brazos menos frágiles de lo que recuerdo
por última vez.
(2019)
Ser niña en mi época
era ser niño en plural
era ser títere de una adultez estúpida
cargada de estereotipos.
En mi particularidad de haber nacido
luego de dos hermanos
estuvo una crianza
entre comillas digo “varonil”
y una madre resignada
al desecho de intentos
por hacerme usar puntillas, flores y volados.
puedo decir entonces
(para mí)
fue vivir con las rodillas peladas
las piernas peludas
una ceja a lo Kahlo
una trenza aerodinámicamente diseñada
para llegar primero al final de la calle
trepar el árbol de moras de la cuadra
comerlas en grupo
sucias, por supuesto
y enfermarme.
Ser niña era ser presa de los moldes retrógrados
pero también era ser libre de las pantallas
era conocerle el color al cielo
saber armar un barrilete
encontrarle forma a las nubes
saberle el olor a la tierra
bailarle a la lluvia.
Era tener al menos cinco amigos en la calle
y ninguno en las redes
Internet fue palabra jamás escuchada
la única señal para verse
era un silbido a modo de código
que los del grupete sabíamos reproducir
que abría puertas
y se hacía a la hora de la siesta
momento de dormir o coger para los grandes
momento de nosotros
los chicos
para volar.
(2018)
Si nos quedáramos únicamente
con los días de nubes
probablemente podríamos ser
asquerosamente felices toda la vida.
Dos no necesitarían un departamento
y después una casa
ni un perro
ni un jardín
con césped, parrilla y flores
ni una casa más grande
para que los nenes puedan correr
y tener una casa del árbol.
Alcanzaría el basto espacio de una cama
para dormir abrazados todas las noches.
(2018)
La monogamia a veces me aburre
la monotonía,
comienzo a creer que todo lo que empieza en “mono”
es un garrón
es un camino
estrecho, húmedo
como la única concha que te morfás
cuando te aburre Netflix
¿Para qué?
si ser libre es hermoso
pero me dan paja los rituales de cortejo
y además, el único fin es el garche
y vos garchás tan bello
y sos tan lindo
mejor nos abracemos
y que el Sol nos atrape
me dio paja también
cerrar la ventana.
(2018)
La única forma confiable
que aprendí de captar el paso del tiempo
es la de visitar el parque de cerca de casa
y comprobar que ya no quepo en los columpios,
ver que, quienes juegan en ellos
gozan de una inocencia para mí ya muy lejana,
desconocerme en las fotos
de una niña en los brazos de su madre,
perfumar las mañanas
con las primaveras de una semilla.
(2018)
El día me recibe
sí
es él quien me recibe
por ser más inmenso
que yo y que mi ego
afirmando
que es a mí a quién saluda
y no
que su giro
que los brazos de luz
que pintan mi balcón
son pura casualidad
arte cósmico
del amor de los átomos.
(2019)
*ayllew.al@gmail.com