Imaginemos que somos gente de poder y dinero. Mucho. (Siempre queremos un poco más). Imaginemos que estamos rodeadas de gente que gana poco: maestros, profesoras, preceptores, médicas, enfermeros. Gente que trabaja en escuelas y hospitales y que tienen sueldos tan bajos que, aunque trabajen mucho, no les alcancen para vivir. A nosotras no nos importaría porque usaríamos salud y educación privada. La macana es que esa gente tiene estudios y conoce sus derechos y puede ponerse pesada exigiendo mejoras, defendiendo la educación pública, pidiendo por buena salud tanto en infraestructura como en sueldos y todo eso es gasto que nosotras no queremos hacer porque no necesitamos como la gente de clase media o baja. También hay choferes, porteras, pequeñas comerciantes, cocineros, camareros, camioneras, taxistas, albañiles, jardineras, tintoreros, bailarines, cantantes, actrices, periodistas, secretarios, etc. Tenemos que lograr pagarles lo menos posible. Encima ahora se nos sumó el tema del ambiente y quieren que saquemos los minerales de manera más cara para que sea sustentable, para que no se contaminen el agua y el aire. Toda esa macana. Hay que convencer a esta manga de gente despreciable que no existe el cambio climático. Si no, Monólogo ficcional (cualquier parecido con la realidad es absoluta casualidad)
Imaginemos que somos gente de poder y dinero. Mucho. (Siempre queremos un poco más). Imaginemos que estamos rodeadas de gente que gana poco: maestros, profesoras, preceptores, médicas, enfermeros. Gente que trabaja en escuelas y hospitales y que tienen sueldos tan bajos que, aunque trabajen mucho, no les alcancen para vivir. A nosotras no nos importaría porque usaríamos salud y educación privada. La macana es que esa gente tiene estudios y conoce sus derechos y puede ponerse pesada exigiendo mejoras, defendiendo la educación pública, pidiendo por buena salud tanto en infraestructura como en sueldos y todo eso es gasto que nosotras no queremos hacer porque no necesitamos como la gente de clase media o baja. También hay choferes, porteras, pequeñas comerciantes, cocineros, camareros, camioneras, taxistas, albañiles, jardineras, tintoreros, bailarines, cantantes, actrices, periodistas, secretarios, etc. Tenemos que lograr pagarles lo menos posible. Encima ahora se nos sumó el tema del ambiente y quieren que saquemos los minerales de manera más cara para que sea sustentable, para que no se contaminen el agua y el aire. Toda esa macana. Hay que convencer a esta manga de gente despreciable que no existe el cambio climático. Si no, tendremos más gastos y nosotras queremos acumular, no gastar. Imaginemos además que nosotras necesitásemos gente que trabajara en nuestras tierras y en nuestras empresas, minas, negocios, fábricas; pero para acumular un poco más, no quisiésemos pagar los sueldos que marcara la ley, porque para nosotras no son justos; ni garantizar la salud y la jubilación de nuestras empleadas, de nuestras obreras, del personal que necesitáramos. Imaginemos además que, como en los orígenes de la historia de El Salvador, hubiese muchas comunidades con tierras que nos harían más ricas y poderosas y deseásemos quedarnos con las tierras de estas comunidades sin importarnos que esas personas quedaran en las calles, muriesen de hambre y fuesen infelices. Ahora imaginemos que lográramos explotar a nuestras empleadas, a las obreras y a las trabajadoras y tenerlas en negro; pero de pronto, en algunos gobiernos sucesivos aparecieran ciertas leyes que nos obligaran a blanquear, a dar sueldos más altos y a ofrecer garantías si las queremos echar. (Me parece que tenemos que convencer a esa gente de que si les damos tantas garantías nadie va a darles trabajo y no vendrán inversiones de otros países, capaz serviría decirles que las inversiones de afuera son las que nos van a salvar, ¿se lo creerán?) O no, imaginemos que la gente que trabaja para nosotras comenzara a protestar y a quejarse. Bueno, necesitamos pagar poco y que no puedan protestar; por otra parte, nos vendrían bien unas leyes que faciliten arrebatar las tierras de las comunidades. Ahora, pensemos que somos poderosas, pero somos pocas (las personas ricas y poderosas, digo) en comparación con las mayorías que ganan poco y que necesitamos usar como mano de obra barata. ¿Qué hacer? Debemos convencer que voten en su propia contra. No es fácil, pero como tenemos mucho dinero y somos poderosas, podemos controlar las noticias en todas partes y decir lo que se nos ocurra para convencer. Ahí está, compremos los diarios, los canales de TV, todos los medios que se pueda. Sí, tenemos que convencer que el desorden y la inseguridad son terribles, que estamos en un país tan inseguro como El Salvador rodeados de maras y que esas cárceles seguras que torturan son geniales; hay que dar libertad total a las fuerzas del orden y necesitamos no prestar atención a las garantías constitucionales y derechos humanos. Debemos convencer de que el asunto de los derechos humanos y el garantismo son cosa de criminales, terroristas, comunistas (sobre todo de comunistas que si vienen les van a arrebatar lo que tienen porque son gente que no respeta la propiedad privada, cosa que para nosotras es vital, para nosotras, no para las comunidades dueñas de las tierras que arrebataremos). Tenemos que convencer de que estamos mal por culpa de ellas, de las izquierdistas, de las feministas, de las trans, de la libertad sexual, del indigenismo, de las comunidades que quieren quéséyoqué, de una sopa en la que podamos meter todo lo que nos moleste. Ah, sí, primero debemos convencer de que las protestas son un desorden, cosa de comunistas, indígenas, terroristas, negras, rojas y verdes. Debemos convencer de que el Estado debe de gastar menos en todo eso que no nos sirve, que las jubiladas muy bien pueden ceder algo de lo que ganan (recuerdo a una mujer despeinada recortando jubilaciones en 2001, y es vox populi que también está el tema en las propuestas de otro despeinado: recorte de jubilaciones, privatizaciones y arancelar la salud pública.) Me gusta esta gente. (Recuérdenme no volver a pasar por una peluquería) No, que quienes administren la justicias en los ámbitos superiores no paguen ganancias, que tengan sueldo alto y que nos quieran y sean amigas. Las necesitamos de nuestro lado. Mejor si las podemos nombrar nosotras mismas. ¿Podríamos arreglar algo en las leyes para que dependan de nosotras? Tenemos que convencer de que todo lo que el Estado brinda a quienes tienen menos que nosotras es un gastadero por culpa del cual estamos tan mal (nosotras no tenemos la culpa de nada, somos las heroínas que sacaremos las papas del fuego). Además, nos vendría genial alguna ley que nos permitiera mandar a la policía a reprimir las protestas sin consecuencias y sin ensuciarnos nosotras las manos. La policía, o el ejército, o lo que fuese (fuerzas del orden, eso, nos encanta la palabra orden y la frase mano dura). Bueno hay bastante de esa otra gente: deberemos hacerles creer que son nuestras aliadas y aumentarles los sueldos y convencerlas de que sus pares son sus enemigos). Que sean nuestras siervas y nos obedezcan y golpeen y maten por nosotras. Encontraremos quien haga el trabajo sucio. Bueno, ya tenemos un buen plan. Lo probamos primero en un lugar chico, una provincia, algo así y si nos va bien, lo llevamos al ámbito nacional ¿Les parece? Ya tenemos un excelente plan, pero pueden ayudarme a mejorarlo.