Mi madre es una pastora,
mi padre es un labrador;
él de su vida hace un grano,
ella de su alma, un vellón.
Mi madre, detrás de su hato,
con la rueca entre las manos
hila las hebras del sol.
Mi padre, sobre los surcos,
con el filo de una copla
desgrana su corazón.
Algún día se irán ellos
adonde los lleve Dios,
algún día se irán ellos…
¡Qué solo quedaré yo!
Al Señor de la Montaña
le he pedido que los dos
sigan en mis labios siendo
como un grano y un vellón.
El Señor de la Montaña
quizás escuche la voz
del hijo de una pastora,
retoño de un labrador.
Fuente: Zerpa, D. (2013) Puya - Puyas. Salta: Editorial Milor.
Antología de la Literatura jujeña