Beatriz Busignani Esta impiadosa nostalgia que construyen su eternidad El silencio de la noche
Desolación
bate sus alas rescatando sueños.
Este detenerse en el pasado
demora el corazón en breves fechas
en las raíces de mi muerte.
¿Qué arbitrario Dios me arrebató
la ternura, las manos, las miradas
con que mi amor se estremecía?
Rostros y voces infantiles,
huéspedes furtivos de mi alma,
prisioneros de un mundo
que ya no es mío.
En las llagas de su ausencia,
lentamente se desangran mis sueños.
Y tú, latido fugaz en el insomnio,
regresas compasivo desde otro cielo.
¿Acaso tu invisible rostro busca también
encontrar lo que fuera nuestro?
Todo se ha perdido en el oscuro laberinto de
la distancia.
tal vez nos traiga insistentes ecos
del pasado,
de lejanos días despojados de las horas
y por un instante recuperemos la luz, sólo un
relámpago en la fugaz memoria.
Ese fue en verdad el aviso de que los antiguos estaban condenados a muerte.