Agenciarse el telé

Ser quien se es, 
o quien se va siendo, en el juego constante 
entre el deseo y la realidad posible. 
Honrar nuestras deudas,  
cargar nuestros muertos y seguir adelante. 
Coser las heridas con hilos de saliva. 
Pedir ayuda a un dios que casi siempre está de espaldas.
Buscar una sombra y poner el corazón en tierra para
esperar que amanse el tranco,  
e invitarlo de nuevo a volar cuando el viento sea propicio o
desborden las ganas. 
Jugarse siempre. 
Ser quien se es. 

Soneto a mi patria 
Tu estandarte sagrado, azul un ala, 
ya no tiembla al clarín de la batalla, 
tus huestes no combaten al canalla 
ni te yergues soberbia y generala.

Nos alcanzó la noche de ignorancia 
tu mar adormecido ya no ruge, 
y en este vendaval tu suelo cruje 
sin aliados, sin gloria ni esperanza. 
Gastadas las palabras, sin consuelo 
le pido al dios del trueno y la justicia 
que logre despertarte de tu sueño. 
Que libere a tus hijos del flagelo 
del odio, el desaliento y la codicia, 
y otra vez, soberana, alces el vuelo. 

Quién pagará el entierro y las flores 
si muero de amores. 
Vinicius de Moraes 
Desde qué estrella dormida 
bajó la luz que baila en tus ojos? 

Qué río entregó su azul 

al murmullo de tus venas? 

Cuál habrá sido el campo que
paciente destiló el azúcar para tu café,  

el algodón de tu camisa,  
la tinta de tu documento? 
Cuánta arena resignó su vuelo 

para fraguar el cristal de tus anteojos? 

En qué pozo profundo 
esperaba mudo el acero del reloj que te come el tiempo?
Y cuánto tardará en llegar el rayo 
que me convierta en espuma 
cuando ya no estés?
Del libro Los alumnos del fondo, taller de Miraflores