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Estudiando escultura en la década del ‘20

      La luz de la Quebrada, su silencio profundo, la soledad del ser en esa pampa de granito, el hoy como el ayer y el mañana como siempre, sin espacio ni tiempo. Una eternidad para adentrarse en sí mismo... (Ernesto Soto Avendaño).
      Una misma idea puede ser tejida de diversas maneras y llevar por caminos distintos. Esta nota empezó enfocada en el Monumento a la Independencia, la obra del escultor Soto Avendaño, a partir de un material escrito que aportara el Elías Heloú y en ese buscar se convirtió en un encuentro con la pintora y escultora jujeña Carolina Alvarez Prado, a través de la voz de su hija Mercedes.

 

 

 

¿Cómo conoció Carolina a Soto Avendaño?
- Ella lo admiraba muchísimo, como persona, como artista, como escultor. Lo conoció cuando él era profesor de la Escuela Prilidiano Pueyrredón, en Buenos Aires. Era también un poco filósofo. Luego, en la  época de Casanova y de Armanini, vino a Tilcara a donar su obra, cuando ya se había jubilado, porque primero quería dejarla en Humahuaca pero había una rivalidad con Ramoneda y en diez años nunca le contestaron su carta con la propuesta de la donación. Así fue que en una reunión en Tilcara decidió hacer un acta ante escribano y donar los originales de sus trabajos a ese pueblo. La relación con mi mamá se profundizó cuando a él la provincia le otorgó una pensión por el monumento. Y se acordó de que aquí estaba su alumna y confió en ella para que le cobrara la pensión, le girara el dinero y le renovara el poder todos los años. Recuerdo que cada vez que viajábamos a Buenos Aires lo íbamos a ver. Tenía una casa enorme, donde estaba el décimo del monumento, una especie de maqueta en yeso, que hasta hoy está encajonada en un compartimiento del Cementerio de Tilcara.

¿Cómo surge el Museo Soto Avendaño en Tilcara?
-Cuando ya estaba jubilada, yo había terminado el secundario, y me nombraron como docente en Tilcara. Entonces, nos fuimos a vivir allá, donde teníamos una casa. Estuvimos diez años. En ese lapso ocurrió que el gobernador Arias, que era muy aficionado al arte y protector de Tilcara, junto a Eduardo Casanova, decidieron buscar un lugar donde poner las obras que el escultor había donado. Primero estuvieron en la Escuela Sarmiento, después pasaron a la Escuela Normal de Humahuaca, hasta que el gobierno expropió la casa donde actualmente se encuentra el Museo, que era propiedad de los Labarta y que había sido de Manuel Alvarez Prado. Recuerdo que las obras necesitaban una restauración y la realizó Carolina junto a algunos alumnos y gente de la Municipalidad. Luego, Arias la designó como directora-fundadora, del Museo, del que se retiró recién a los 80 años y donde tuvo un contrato, durante el gobierno de Arias y de Snopek, que le renovaban todos los años.

¿Cómo fue que Carolina se fue a estudiar a Buenos Aires,  en una época en la que esto no era para nada común?
-Ella fue una de las primeras mujeres de Jujuy que se fueron a estudiar (en su caso artes) a Buenos Aires, aproximadamente en 1928 o 1929, lo que en esa época era una odisea para una mujer. Además, tenía a su mamá que era no vidente, que la necesitaba. Pero mi abuelo la apoyó mucho. Ella ya de chica hacía modelado, aunque era muy corta de vista. El abuelo al ver sus aptitudes y ella al ir definiéndose, decidieron que se fuera. Como las condiciones económicas de la familia no eran buenas, consiguió una beca. Su mayor alegría era ser escultora. Tuvo profesores como Carlos de la Cárcova, Lucien Simon, de Francia, quien la eligió para darle unas clases. Siempre recordaba con mucha alegría esa época e incluso después de jubilada mantuvo conexión con sus compañeros y amigos de allá. Viajábamos todos los años a Buenos Aires y venían también a visitarnos.

¿Qué hizo cuando volvió a Jujuy?
-Volvió a Jujuy entre 1938 y 1940, y primero trabajó como profesora de Manualidades. Se enteró de que había unas horas en la Escuela Normal, y como era una cuestión política, le escribió al senador Arrieta. El se informó de sus antecedentes y ahí empezó con unas horas en la primaria y luego en la secundaria. También dio clases en el Nacional y en la Escuela de Comercio, en la nocturna, donde daba Caligrafía. Yo la acompañaba siempre, a todas partes: era la sombra de mi madre.

¿Cómo la definirías?
-Fue una persona que logró éxitos en su vida, aunque no tanto a nivel familiar, pero logró ser lo que quería y dedicarse de lleno a eso, a la pintura, y, sobre todo, a la escultura, lo que la hacía muy feliz. No tenía a su familia, yo soy su hija adoptiva. Luego, cuando estábamos en Tilcara adoptó a otra niña, que hoy tiene 29 años. Es mi hermana. Carolina pudo cumplir sus sueños. Tuvo una vida plena. (Entrevista de Ariadna Tabera),

 

LA VOZ DEL ESCULTOR

      Estos son algunos fragmentos de una carta de Ernesto Soto Avendaño sobre el significado del Monumento a la Independencia, fechada en Buenos Aires en octubre de 1960 (Gentileza del Elías Heloú).
      La idea central del monumento fue concebida por mí, con antelación a mi visita a Humahuaca en el año 1927. Allí acabó por concretarse. La histórica Quebrada que yo veía por primera vez, jalonada en su extensión por los combates con que los héroes gauchos enfrentaban llenos de coraje a los invasores realistas; la villa de Humahuaca con sus casitas de adobes, los antigales, el mismo cerro de Santa Bárbara, donde hoy se levanta el monumento, convertido en enterratorio, las tumbas y las cruces diseminadas por doquier, sin orden ni lineamiento alguno, los originales tipos de la región, sus costumbres, sus hábitos, tan llenos del recuerdo del pasado, tocaron profundamente mi sensibilidad, arando en ella una huella que aún perdura  y que difícilmente el tiempo borrará.
      En medio de todas estas cosas, inmensas para un corazón de artista, con el espíritu en trance he dado forma al monumento y en ellas he hallado la inspiración y a todo viento, de la potencialidad del pueblo argentino en marcha. En esa figura por lo tanto está representado el noble y vigoroso pueblo argentino. (...) Como ud. puede apreciar yo no he pensado, ni he querido representar al indio en la figura central, aún más digo, esto hubiera sido un contrasentido; ya que nuestra independencia fue conquistada con el esfuerzo, y el sacrificio de todo el pueblo argentino. (Entrevista de Ariadna Tabera).






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