Juan Pablo Ferreiro*
Nuestros pasos rompen el silencio claustral de la capilla, allá, en Cochinoca. En la penumbra del templo dos rostros nos devuelven la mirada a través de los siglos. Vueltos hacia el cielo, no ocultan la decisión y la ambición, el imperio, en el semblante de don Juan José Fernández Campero de Herrera. Pero los ojos, la mirada de doña Juana Clemencia Bernárdez de Ovando, elevada hacia la Almudena, provocan una profunda sensación de desasosiego. Algo indefiniblemente triste y resignado, una paz de presagios dirÃa Castilla, parece suplicar en ellos. Si acaso fuese cierto aquello de ânobleza obligaâ, ¿a qué obligó esa nobleza al último y delicado retoño del linaje de Ovando?, ¿qué nos quiso insinuar, tal vez, el maestro Pisarro sobre ese frágil cordero pascual?
Muchos años atrás, antes aún de que San Salvador sobreviviese al desconcierto y a la furia; su abuelo, don Gutierre Velásquez de Ovando, habÃa comenzado la saga familiar que desembocarÃa en el Marquesado de Yavi. Acumulando tierras y cargos, prebendas y relaciones desde la fundación de San Bernardo de la Nueva Frontera de Tarija. Y anhelando, en vano, la confirmación a tanto mérito terreno, la merced de encomienda, que jamás llegarÃa. La búsqueda insaciable de honra, que se alimenta de gloria y riquezas y en la mujer se llama virtud, lo llevaron a participar en la definitiva población de San Salvador de Velasco. AllÃ, acompañó a su sobrino y protegido, don Juan Ochoa de Zárate y Castro y logró avecindar a su hijo mayor, don Pablo Bernárdez de Ovando. Este heredó su temple, su ambición y su lugar a la cabeza de la familia, incluso sus hermanos, Mariana, Juan y Gutierre Velásquez legan o ceden a éste la parte que les correspondÃa de la herencia paterna. Más tierras y más riquezas. Pero la posesión definitiva, la que sancionaba su señorÃo de nuevo aristócrata seguÃa siendo esquiva. Ni encomienda, ni mayorazgo, ni tÃtulo. Aún cuando su sobrino, el señor de la casa de MurguÃa, don Juan Ortiz de Zárate Argañaraz y MurguÃa gestionaba y compraba favores por él en la PenÃnsula âYten cincuenta reales de plata, por tantos que importó un regalo que hice a un amigo de pamplona por inquirir con cautela la razón de los bienes que dejó Miguel de Oteyza, difunto...â
Hasta que, en 1654, se le concedió la encomienda de Casabindo y Cochinoca, tal vez la que quedó vacante por muerte de Fernando de Sanabria. Con lo que el destino de estos pueblos quedaba vinculado definitivamente a la familia, ya que la otra encomienda estaba en manos de los descendientes de su primo, don Juan Ochoa de Zárate y Castro. Y como se dice, a tal señor, tal honor. El linaje habÃa sido fundado, la prueba era la merced de encomienda; habÃa llegado el momento de conseguir una buena esposa; virtuosa y disponible doncella que endulce las frÃas y duras noches de Yavi, y que le dé por sobre todo, descendencia. Un heredero y sucesor legÃtimo que perpetuase su estirpe ennoblecida y ampliase su dominio. Y, ¿qué mejor que vincularse con un fuerte terrateniente altoperuano como don Francisco Mogollón de Figueroa?, quien era, además, el propietario de San Francisco de Aycate; punto decisivo entre la nueva jurisdicción y el sur altoperuano y padre de doña Ana MarÃa, doncella y casadera.
â...y por si no fue expresa cláusula en el poder del cual hago yo a mi ángel es, de cuatro mil pesos, en lo mas bien parado de mis bienes. Que le haré obligación de ellos con todas fianzas, en la forma acostumbrada, sépalo vuestra merced...â . Con esto, sus propiedades se extenderÃan desde San Mateo, en Tarija, hasta Santa Catalina. Con esto, para 1656 las tierras y gentes de la Puna eran suyos. Eran su marca, aún cuando la corona no le reconocÃa tal señorÃo.
Mientras tanto, y como se sabe, cuando se es joven y el frÃo aprieta, la carne pide cuero. De allà consiguió don Pablo su vástago varón, aunque ilegÃtimo; aquel que doña Ana MarÃa, luego, no podrÃa darle. Sólo pudo sobrevivir una niña de todos sus â...malos partos antecedentes...â , doña Juana Clemencia. Acaso su infancia haya sido feliz, pero sà breve e intensa, como esas delicadas mariposas amarillas que revolotean en los ciénegos, en el estÃo de la Puna.
A principios de 1676 y después de 20 años de matrimonio, muere don Pablo mientras esperaba su hijo postrero. El señor de la altipampa ha desaparecido, y le suceden su esposa y su pequeña hija. El 19 de mayo, a sus nueve años, la pequeña Juana ve a su madre parir un varón, al que rápidamente llamarán como a su padre â...recelando se muriese por el riesgo con que habÃa nacido de pies...â , y porque â¨...nació moribundo respecto de tener toda la cara magullada y lo demás del cuerpito todo lastimado y moreteado...â . Pero, con idéntico y trágico destino que casi todos sus antecedentes, a las pocas horas se ve a â...la dicha doña Ana Maria Mogollón de Orozco llorando y, juntamente, una hija suya pequeña nombrada doña Juana Clemencia también llorando, todas señales de que, conjeturó este declarante y tuvo por cierto, acababa de expirar dicho niño...â . Esta muerte marcarÃa, como ninguna antes y ya definitivamente, el destino familiar y de la niña. Dos años después, aún antes de cumplir los doce , doña Juana Clemencia contraÃa matrimonio con un burgalés que la triplicaba en edad, don Juan José Fernández Campero y Herrera. Y allÃ, también, comenzaba el perÃodo más intenso y agitado de su vida, que serÃa breve. Su existencia darÃa un vuelco inesperado y dramático.
Pero volvamos, por un momento, a fines del aciago mayo de 1676. Tan sólo ocho dÃas después de la muerte del pequeño Pablo, su propia madre, doña Ana MarÃa, le establece pleito contra su herencia reclamando se le restituya la dote y se le paguen las arras prometidas por su difunto esposo. No resultó extraño, entonces, que el 5 de agosto de 1678, la niña se transformase en la esposa de Campero. Ese mismo dÃa, dos horas antes de celebrarse los esponsales âdon Pedro Ortiz de Santistevan, padrastro de la susodicha, su tutor y curador, y casado con doña Ana MarÃa Mogollón de Orozco, su legÃtima madre; hizo dicho don Pedro entrar a la susodicha en un cuarto retirado de su casa y allà la amenazó y violentó su voluntad, para que hiciese exclamación diciendo era forzada a celebrar dichas esponsales y a consumar dicho matrimonio en llegando el caso con el dicho Maestre de Campo don Juan Campero y asimismo la dijo supusiese que por las instancias y apremios que para ello la hacÃan la dicha su madre y el capitán don Francisco Mogollón de Figueroa, su abuelo materno...â . Resultaba evidente que â...la dicha fuerza y violencia que dicho don Pedro de Santistevan le habÃa hecho mirando a que la susodicha no se casase para aprovecharse y quedarse con su hacienda como después la experiencia le ha mostrado y la mala voluntad que ha tenido y tiene al dicho su marido don Juan Campero, con quien se halla muy gozosa y contenta de haber consumado dicho matrimonio...â. Al año siguiente, Ortiz de Santistevan adquiere la hacienda de La Angostura, en Tarija, y pretende llevarse a la niña con ellos, lo cual logra ser impedido por su esposo.
Diez años después, Campero pleitearÃa con doña Ana MarÃa por las propiedades que le corresponderÃan a su esposa por la herencia paterna. Entonces, revivirÃa con dolor y angustia la aciaga noche del 20 de mayo de 1676. Su propio abuelo, don Francisco, reconocerÃa â...sin andar por rodeos que habÃa sido fingido el que hubiese vivido el hijo postrero que parió la dicha doña Ana MarÃa de Mogollón su hija a las veinte y cuatro horas que manda la ley después del bautismo para que la madre pueda heredar, porque no fue asÃ, sino antes que la dicha criatura nació casi muerta por lo cual fue necesario apresuradamente echarle el agua del bautismo, después del cual a pocas horas murió y que asà no habÃa llegado el caso de poder ser heredera suya la dicha madre...â . La única heredera de la fortuna de su padre era, entonces, la pequeña Juana Clemencia. Pero el precio a pagar fue terrible. La enorme cantidad de tierras hubiese dado a la madre, la posibilidad de contar con una dote envidiable y transformarse asà en un partido apetecible, aún siendo viuda, hicieron de su madre y su abuelo sus enemigos Ãntimos. Y ese desconocido de las montañas de Burgos, que la triplicaba en edad, a quien intentó hacer padre tantas veces, parece a la distancia, haber sido lo más parecido a su salvación. Seguramente por eso â...nombro por único y universal heredero de todos mis bienes muebles y raÃces, sin reservar cosa alguna que me toque al dicho mi marido, el maestro de campo don Juan Campero, por el mucho amor que le tengo y he tenido...â . El sábado 30 de diciembre de 1690, luego de siete meses de difÃcil y agotador embarazo â...a eso de las diez de dicho dia...â y â...conociendo lo que suelo padecer en otros partos que he tenido...â , Juana Clemencia fue alcanzada por su destino, ese que trató de eludir desde una gélida noche de mayo en Yavi.
Tal vez, y sólo tal vez, sean estos los motivos que implora a la Almudena, la suplicante del maestro Pisarro.
Notas
. Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Colección de Papeles del Marquesado de Yavi, Carpeta 128, 1677, fs. 3v .
2. Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Colección de Papeles del Marquesado de Yavi, Carpeta 264, Carta de dote a favor de doña Ana MarÃa Mogollón de Orozco y justificación de los 4000 pesos ofrecidos por don Pablo Bernárdez de Ovando, año 1676.
3. Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Colección de Papeles del Marquesado de Yavi, Carpeta 95, 1676, información producida por doña Ana MarÃa Mogollón de Acosta sobre el nacimiento de su hijo póstumo Pablo, bautismo y duración por el espacio de 28 horas, fs. 4v.
4. Idem anterior, fs. 5.
5. Idem anterior., fs. 4v.
6. Idem anterior, fs. 4.
7. Esta era la edad mÃnima para contraer matrimonio, aún con permiso paterno.
8. Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Colección de Papeles del Marquesado de Tojo, Carpeta 290, fs. 8.
9. Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Colección de Papeles del Marquesado de Yavi, Carpeta 126, 1686, fs. 2.
10. Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Colección de Papeles del Marquesado de Yavi, Carpeta 186, 1691, fs. 6.
11. Idem anterior, fs. 2v.
- Antropólogo, investigador asistente del CONICET y profesor adjunto de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNJu.
Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Colección de Papeles del Marquesado de Yavi, Carpeta 128, 1677, fs. 3v .
Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Colección de Papeles del Marquesado de Yavi, Carpeta 264, Carta de dote a favor de doña Ana MarÃa Mogollón de Orozco y justificación de los 4000 pesos ofrecidos por don Pablo Bernárdez de Ovando â Año 1676 -
Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Colección de Papeles del Marquesado de Yavi, Carpeta 95, 1676, Información producida por doña Ana MarÃa Mogollón de Acosta sobre el nacimiento de su hijo póstumo Pablo, bautismo y duración por el espacio de 28 horas, fs. 4v
Esta era la edad mÃnima para contraer matrimonio, aún con permiso paterno.
Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Colección de Papeles del Marquesado de Tojo, Carpeta 290, fs. 8,
Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Colección de Papeles del Marquesado de Yavi, Carpeta 126, 1686, fs. 2
Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy, Colección de Papeles del Marquesado de Yavi, Carpeta 186, 1691, fs. 6
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