Juan de la Cancha
En este tiempo, Gimnasia y Esgrima de Jujuy muestra finalmente su presencia en la lucha âpor la puntaâ del Nacional B. Transcurrieron poco más de 10 años desde aquella tarde en que quedaba decretado, declarado, confirmado o sancionado, el descenso de la institución norteña más encumbrada en las últimas dos décadas, en el fútbol mayor de la Argentina. Hoy, a siete fechas del comienzo del torneo que lo puede catapultar de nuevo al primer plano nacional, se ubica entre punteros y candidatos. Levanta asà la bandera del âsà se puedeâ y revitaliza la inquietud del hincha y el deporte de la provincia.
Quedaron atrás gran parte de las dudas propias de todo comienzo. Si antes de la âlargadaâ del maratón futbolÃstico que recorre el paÃs habÃa regresado al â23 de Agostoâ, la esperanza (esa amiga del hombre y de los pueblos cuando la ruta parece difÃcil, escabrosa). Fueron 10 años de tropiezos, acepta el hincha, pero no deja de esperar. No resigna su sueño. Y el sueño contiene escenas de triunfo. El sueño nace, dicen, del ilimitado optimismo del amante del fútbol y su divisa como única explicación de la vida imperecedera, interminable, inclaudicable de la esperanza. Ella âel punto de partida de cualquier empresa, cualquier intento, cualquier embate hacia el éxito, estuvo vigente (otra vez) antes del nuevo comienzo. Se dijo entonces que âel Lobo vuelve a ser esperanzaâ. Que volvÃan a estar juntas las ansias, las ganas, las especulaciones, los deseos a favor o con la excusa de un Lobo de primera. Se decÃa también que el fútbol, a pesar de los sinsabores repetidos, de las imposibilidades, de los apoyos que llegan o no, convoca. Se aceptaba también la fe de los más osados a pesar de los intentos precedentes frustrados.
El fútbol comenzó a andar por su ruta de maratón y desde la esperanza el hincha pasó a la ilusión. Los triunfos iniciales del grupo conducido por Ferraro conmovieron la adormecida fibra del simpatizante, que comenzó a creer. Más aquà del sueño advirtió, al final del túnel, una luz que lo atrae, lo incita, lo excita. Comenzaba a creer. A intentar cálculos y hasta discutir análisis técnicos o tácticos.
Como en toda pelÃcula de vida, de la esperanza habÃa logrado el tránsito a la ilusión que alimentó el sueño. Este se agrandó para convertirse ahora con más victorias de por medio en la certeza del âsà podemosâ o âclaro, sà se puedeâ. Pocas fechas, poco trayecto de un comienzo con más triunfos tropiezos, bastaron. Fueron suficientes para que las dudas se transformaran en creencia. El crédito del hincha creció. El análisis de los crÃticos aceptó la posibilidad. Ahora aborda, a pesar de las precauciones, el exitismo. âSe puedeâ. La frase resume el nuevo optimismo. Más allá del análisis (quizás todavÃa prematuro), el tránsito de la esperanza, por la ilusión, hasta la certeza de la posibilidad, ha sido rápido. La suma de puntos; por lo menos cuatro triunfos y una escasa derrota; el orden y la entrega logrados por el técnico; la solidez defensiva y algunos atisbos de individualidad, fueron suficientes.
Lo demás...lo demás es futuro. Un porvenir. Un porvenir que a unos ilusiona, a otros previene y a los más cautos, contiene. Un futuro que el hincha consagra como optimista cuando retorna a las tribunas antes despobladas. Un porvenir que los crÃticos consideran todavÃa imprevisible, cuando recuerdan que los triunfos logrados fueron difÃciles; cuando no olvidan el traspié en Córdoba; cuando hablan de los âempates que pudieron ser caÃdasâ.
Más aquà de las dudas, las prevenciones, o las certezas, nadie podrá negar que âesto recién comienzaâ. Cuando se recuerda que el camino hacia el ascenso (aspiración única y final del Lobo) es largo, prolongado y escabroso, toda otra especulación podrá encuadrarse en el campo del exitismo. No obstante tampoco nadie podrá negar que lo logrado hasta ahora por dirigencia, cuerpo técnico y jugadores, es positivo. Es âasà se quiere- nada más que un punto de partida. Pero nada menos que un buen punto de partida. Una âbuena largadaâ, en la carrera larga (dos torneos de 19 fechas cada uno) de un Nacional B con muchos nombres de fama e intereses de un fútbol superprofesionalizado.
Que los triunfos o los resultados positivos del comienzo fueron positivos, no hay dudas. Que el funcionamiento del plantel que dirige Ferraro ha sido (a pesar de transcurrir sólo el perÃodo de formación) aceptable, quizás tampoco quedan dudas.
Desde esas certezas, seguir la buena senda será, para el Lobo, más fácil o menos difÃcil. Menos difÃcil que el pre-comienzo y el comienzo. Esta realidad y la que marca la posibilidad del aumento (muy factible y hasta predecible) en el rendimiento de un plantel en plena formación, además del fortalecimiento de la condición de local, deberán considerarse trascendentes como basamento para la búsqueda del objetivo final: el ascenso. TodavÃa lejano, pero aún posible.
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