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San Salvador de Jujuy - ARGENTINA /

Hotel Gregorio
Finca La Colorada

Hotel Gregorio

 

 

Corresponsales jujeños por el mundo

Escribe desde Lyon Lionardo “Nardo” Tabarcachi

      El tradicional diario capitalino -aunque de capitales periqueños- que nos envió junto al reportero gráfico, señor Adelo Delicio Delgadillo, para cubrir las olimpíadas griegas sólo nos proveyó de pasajes de ida en tercera clase del barco Eugenio II. Naturalmente llegamos nueve días después de concluidos los juegos y tuvimos que chairear el ingenio no sólo para reseñar eventos que jamás presenciamos, sino para retornar por nuestros medios a la munífica Tacita de Plata. Merced a estos avatares es que casualmente tuvimos la oportunidad de presenciar un encuentro de alcaldes franceses llevado a cabo en el Hotel Lyon, en el que nos encontrábamos trabajando como higienizadores temporarios de menaje y vajilla. El evento aludido captó de inmediato nuestra norteña atención pues se inauguraba con un video sudamericano. El interés del clip destacaba la perspicacia estratégica de un intendente que, sólo con carteles y unos litros de pintura al aceite, había transformado el lúgubre aspecto de las calles grises y tristes de una comarca del norte argentino en una ciudad luminosa y moderna. En la primera imagen, asomaba la torre del campanario de una iglesia tomada desde la recova de lo que parecía un cabildo colonial y que de inmediato reconocimos con Delgadillo, alias Eructo de Puma, como la catedral de Jujuy. La cámara siguió luego con un paneo de la plaza Belgrano, la casa de gobierno, hasta detenerse finalmente en el kiosko de la retreta primorosamente pintado al aceite. En la segunda imagen, un rápido alejamiento de la lente terminaba haciendo foco sobre tres potentes columnas de hierro torsionado del 14 Ø. Las exhuberantes moles en su férreo ascenso, ostentaban una estructura de tal magnitud que no le hubieran ido en zaga a las pasarelas que otrora cruzaron las márgenes de nuestro límpido aunque no impoluto orgullo fluvial. La lente que antes había tomado el atrio y la cúpula de la catedral, hacía foco ahora en la tercera imagen sobre lo que era causa y motivo final del catafalco siderúrgico: un cartel con el escudo de la muy noble y tolerante ciudad de Jujuy, rematado con el sello de la intendencia de marras. Ambos cronistas, Eructo Delgadillo y un servidor quedamos estupefactos y dejamos que los pocillos con borra de café, restos de rouge y collillas tocaran el fondo del medio tacho de 200 con jaboncillo (digresión: en Francia se lava igual que en villa Gorriti) cuando vislumbramos el escudo provincial y la imagen congelada sobre la palabra Intendencia. Recuperados nuestros sentidos y las tazas del fondo del tacho, las luces del salón principal del Hotel Lyon se habían encendido ya y se encontraba exponiendo el coordinador de la reunión de alcaldes, un petiso parecido a Bob Esponja. Más que exponer increpaba duramente a sus colegas, aludiendo a la destreza que había tenido el intendente de la provenza argentina para hacer obras visibles con inversiones mínimas. Mencionó además (todo dicho en Francés y con los belfos estirados, claro) que el intendente argentino mostraba verdadera capacidad de adaptación semiótica, toda vez que pudo adecuar a su realidad el conocido lema del comunicólogo Marshall MC Luhan “El medio es el mensaje” en la perspicaz readaptación: “El cartel es la obra. Continuaron luego las imágenes y las amonestaciones. Se veía a un grupo de jóvenes ataviados con coloridos ponchos plásticos acicalados con leyendas alusivas a la intendencia sudamericana, mientras trabajaban incesantemente en el pintado de calles y cordones cunetas. Se observa en el video que los jóvenes -cuales marabuntas pictóricas- van y vienen con brochas y tarros de pintura con el único apoyo logístico de una humilde renoleta (allí los intendentes, tocados en su nacionalismo aplaudieron espontáneamente al histórico 4L). Las imágenes mostraban el antes y el después de las obras. Lo que había sido una aburrida bocacalle de lajas rojas canteadas a mano, tras el paso de la brigada de emergencia estética, quedaba convertida en un verdadero shopping callejero blanco y amarillo (no supieron explicar si existía convenio con El Vaticano para la  provisión de pintura). Antes una plazoleta triste; después, la misma plaza remozada al aceite pero ahora bajo la advocación de un monumental cartel que, cual romana Columna Triunfal, sacudía la amnésica modorra vecinal. Antes baldío; después, baldío pero con cartel. El video siguió mostrando a la brigada estética pintando con extraño frenesí todo lo que encontrara a su paso, aún bajo lluvia torrencial; lo que el agua diluía era inmediatamente restituido por el comando de maquilladores urbanos. Terminó la exposición del alcalde francés con un severo llamado a la reflexión de sus pares, mientras la imagen del video se congelaba sobre la minúscula silueta del arrogante y sonriente edil jujeño, motivo central del video. Con Eructo sentimos un reservado orgullo al reconocer la breve figura de nuestro comprovinciano ataviado a la usanza de los antiguos políticos argentinos: pañuelito a lo “patrón de estancia”, campera popular pero de carpincho auténtico (¡Hijo’e tigre!, pensamos en silencio). Cerraba el video la imagen en primer plano del petiso Intendente argentino, enmarcada por la figura monumental de un cartel,  mientras en off se escuchaba un coro de la urbana brigada estética:  “Ni yankis ni marxistas, pe-pi-tistas” y más al fondo la inconfundible voz de Hugo del Carril entonando la marcha peronista. Yo bajé la vista y dejé caer mi saudade en una melancólica y única lágrima sobre el tacho de jaboncillo, mientras el reportero Eructo naturalmente dejaba escapar uno de sus celebérrimos hálitos.






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