HOY. Cuando el hombre ya no sabe si es o no es. Cuando sigue la crisis y un pan cuesta como tres panes; tres panes valen como tres vidas. Y todos van a las nubes, en busca del profeta del milagro.
HOY. Tiempo en el que tanto cuesta encontrar el escrúpulo y disfrutar de la buena vergüenza. Tiempo de muerte cara. Sin perdones. Sin ganas de morir.
HOY. En época de monstruos disfrazados para el âgran carnavalâ. De personajes que fuman âpurosâ o pipas que no son de paz. De dueños de todo. De todo lo que no tienen los que no tienen.
HOY. Con el hombre solo, hondamente solo. Para pesar de la ruidosa muchedumbre que lo entorna. Cuando lloran los vagabundos, y lloran los solitarios. Lloran los idealistas y los que sueñan.
HOY. Cuando nadie sabe cómo empezó la tristeza del mundo. Nadie quiere recordar el dÃa en que la tierra fue invadida. Sometida por una invasión de ambiciones. De soberbia, rencor, desigualdad, y penas.
HOY. Cuando el hombre, todavÃa, busca en el mar de la esperanza, un camino oculto. La senda que le indique la salida del bosque de la tristeza y la desconfianza.
HOY. A pesar de todo, en primavera. En la estación que ahuyenta penas. Que junta algarabÃas. Que suma sonrisas. En la que, más aquà de dudas y dolores, hasta Dios parece despertar para pasear por los jardines de la vida. (N.A.)
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