Desde que se juntaron para jugar el torneo de fútbol infantil, llegaron varias veces al área paseando a pura gambeta y toque, en algunas gritaron gol, pero en otras pifiaron el remate final. Con ese entusiasmo los chicos de Jujuy pisaron el césped de las canchas de los Profesionales, las que fueron habilitadas para que los pequeños jueguen al fútbol, en un torneo organizado, con reglas de juego, canchas marcadas y árbitros.     Â
Esta vez los padres tuvieron que llevar sus hijos a jugar, ahora le tocó a la mamá observar con orgullo a su nene, quien levantaba la cabeza para ver si lo estaban mirando y entonces aprovechaba para tirar un caño o hacer la bicicleta. Aunque Alto Comedero queda muy lejos, igual llegaron equipos desde cualquier punto de la provincia, con el objetivo de que los chicos se diviertan, aunque también con la esperanza de poder dar la primera vuelta olÃmpica de su exitosa carrera futbolÃstica. Los apasionados directores técnicos, la mayorÃa de los casos padres de los pibes, no se fijaron en que el domingo es el único dÃa en el que se puede dormir hasta tarde, y a pesar del cansancio, de tanto laburo y hasta de la tarea del hogar o del fútbol de veteranos de los sábados, también se hicieron un tiempito para acompañar a sus hijos. Subieron los chicos a la camioneta, al rastrojero o al colectivo y jugaron.
La historia se repitió casi todos los domingos de la primera mitad del año, no faltaron los equipos goleadores, los aguerridos, los de baja altura y los grandotes, hubo para todos los gustos. Cada partido se transformó en una fiesta, con decenas de testigos rodeando las canchas y dando fe de las genialidades de los chiquilines que en el futuro serán titulares en el Lobo, Talleres o Zapla. Claro que también estuvieron los otros, en los que no se pudo ganar, hay que aguantar no contagiarse del llanto de un niño porque perdió sobre la hora o por goleada.
Sin embargo y a pesar de los resultados, la convocatoria hecha por el gobierno provincial para jugar el Torneo de Fútbol Bicentenario fue todo un éxito y en consecuencia tendrá segunda parte, según confirmaron las autoridades de la secretarÃa de Deportes. âSiempre entrenamos en la canchita del barrio, de paso sacamos a los chicos de los problemas actualesâ, nos contó un padre del equipo de Alto Comedero âBrochita Juniorsâ, orgulloso porque sus jugadores ganaron en una de las tantas categorÃas. âLos pasamos por arriba, tiré caños, taquitos, sombreros y también hice goles, tÃaâ, le contaba a una señora, un idolatrado jugador del Colegio del Salvador, que al final se quedó con el cuarto lugar en la cosecha final.
A lo mejor la consagración de estos chicos de 8 hasta los 12 años, llegue recién en los famosos Juegos Evita, pero cuánto sirvió éste torneo para mantenerlos entusiasmados, sacando pecho porque de ellos se habla en los medios y salen en la tele. Los futuros cracks no paran de soñar, ya piensan en la revancha y en el desquite. Preparados para el juego sólo se les ocurrió pedir para el dÃa del niño un par de botines, eso si, los mejores, los que usan Messi, Tévez o Lunita. Hasta ellos mismos se van metiendo de a poco en el mundo del fútbol, ese que con esta clase de torneos parece crecer. Si no que lo digan los chicos de la Academia San Miguel de Palpalá, dirigidos por Roberto Villagra, gran jugador y figura del Zapla del 60â que ganaba torneos con un promedio de 4 goles por partido. Los pibes palpaleños se adjudicaron otra de las categorÃas del Torneo Bicentenario ây que bien que jugaron, tiraron paredes, arrasaron con los rivales, fueron una maquinita sin fisurasâ, dijo el técnico ex compañero de Pedernera, Herrera, Ludueña y Villafañe, entre otros. La gran repercusión del Campeonato, hizo que el gobierno apueste cada vez más a la organización y entonces empezaron a aparecer los tradicionales choripanes para los chicos y la infaltable gaseosita.
Desde que se inició el certamen en el mes de abril, 150 equipos se inscribieron con más de 2400 participantes, distribuidos en las categorÃas 1998- 1999, 2000- 2001, 2002- 2003 y 2004- 2005. La presencia permanente de padres y familiares fue fundamental para el éxito del torneo, que tuvo la apuesta de la secretarÃa de Deportes, a través del ministerio de Desarrollo Social, con un entusiasmado Eduardo Alderete, que se perdió muy pocos domingos de juego. Hasta los chicos se sintieron importantes porque una radio de frecuencia modulada de Alto Comedero transmitió las instancias finales del Campeonato de Fútbol Infantil.
El torneo terminó de la mejor manera, con chicos jugando el deporte que a casi todos en Argentina nos apasiona y luego festejando su dÃa, con regalos, golosinas y otras sorpresas. Con un Carucha Lugano que parecÃa un niño más y con miles de padres orgullosos por ver a sus hijos haciendo deportes. Eso sÃ, también algunos a los que nunca se los vio en todo el torneo, aprovecharon para ir a la última jornada y sacarse la foto final, esa que sale en todos los medios públicos, ja, si se la iban a perder. Sin embargo con o sin estrellas estrelladas, o polÃticos mediáticos, ésta vez los protagonistas fueron los chicos, ellos se llevaron las medallas, que colgarán en el placard o en la pared, para mirarlas orgullosos todos los dÃas de su vida. Estas fueron las primeras medallas, las de los años felices, a lo mejor las más importantes, las que recordarán a cada momento, contándole alguna vez la historia a sus propios hijos o nietos, pero para eso falta mucho todavÃa. Ahora es tiempo de los chicos, los niños, pibes o cebollitas que sólo piensan en jugar al âfulbo, a la chuti o a la pelotaâ. Felicidades campeones.     Â
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