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Entrevista a Teresa Jure

Chaco: empoderamiento y
promoción de los derechos

      La Profesora María Teresa Jure, ex docente de la UNJu y secretaria de Educación de la Provincia de Jujuy, estuvo en La U, Radio Universidad, hablando acerca del trabajo del Programa “Ciudades por la Educación” de UNICEF en el Chaco, con los centros de madres promotoras en el barrio Cacique Pelayo (en la localidad de Fontana), una comunidad aborigen de la etnia qom (toba) de aproximadamente 1.500 personas.

-¿Cuál es la tarea que realiza UNICEF en Chaco y cómo fue convocada a participar?
-Fui convocada por UNICEF para trabajar en el programa “Ciudades por la educación”, implementado por el gobernador Capitanich. En particular, una de las decisiones que tomó fue justamente que todo Fontana, un municipio grande, entre en los programas, en todas las escuelas. Son varios proyectos que abarcan todas las escuelas donde concurren aborígenes, que tampoco son muchas. El primer contacto nuestro fue con representantes de la comunidad de “Cacique Pelayo”, nos encontramos con una desesperanza y una desconfianza increíble. Fueron muy robados, sacados desde sus propias culturas, desde sus propias lenguas, de sus historias, para nunca recibir nada. Esto era muy duro y muy escuchado. No tenían confianza en mí por que era demasiado blanca, pero seguimos apostando y finalmente logramos poder concretar acercamientos y que la confianza se construyera.

-¿Cuántos alumnos aborígenes van a las escuelas?
-Si tenemos trescientos establecimientos, de esos el  80% o 90% son criollos, así lo dicen los mismos docentes. Esto está también muy investigado por la UBA, porque lo primero es aceptar que son argentinos, hermanos. Para UNICEF era un desafío que comencemos a formar “una patita” allí, con mujeres que no estaban conscientes de que los niños aborígenes abandonaban la escuela, que los jóvenes no terminaban el secundario, que la mayoría son analfabetos y los habían sacado de sus reservas y los habían depositado en asentamientos.

-¿Qué pasó con las tierras que les pertenecían?
-Por los derechos de las comunidades aborígenes, la ley dice que las tierras eran muchas más. Lo que se logró fue establecer algunas parcelas, con título de propiedad, con nombre y apellido. De allí en más, nada, ningún trabajo, ninguna industria y ninguna producción.

-¿Qué lenguas hablan estas comunidades?
-El qom es la lengua de ellos, y son tobas. En los primeros encuentros los representantes, la mayoría hombres y mujeres grandes, hablaban entre ellos hasta que me traducía el mismo cacique. Su lengua es como el árabe, muy gutural. En Cacique Pelayo recibimos unas “memas” que son maestras bilingües que preparan a los chicos, porque hablan qom en sus hogares y en la escuela hay docentes que hablan español, es más difícil.

-La construcción de la confianza debe haber sido muy difícil. ¿cómo fue el proceso?
-Sí, además fue difícil encontrar un espacio para poder trabajar dándoles la leche como para generarle confianza al barrio, se logró a través de “Cáritas” un lugar. Sin embargo, el sacerdote no nos permitía ni acceder a los baños, ni a las cocinas. A partir de varias negociaciones fuimos reuniéndonos ahí, seleccionamos primero promotores para formar madres; hicimos una cuestión cerrada dentro de la comunidad, organizábamos muchos acontecimientos festivos, por ejemplo: chocolate para los chicos, llevábamos payasos. Y desde ahí empezar a trabajar para que las madres comiencen a tener la confianza con estos promotores. Hay en la comunidad solamente dos tobas que son universitarios, uno que es médico, que está en Sáenz Peña, Julio Argentino, y el otro, Jacobo Zacarías que es pedagogo y ha sido convocado al ministerio de Educación del Chaco. Para comenzar necesitábamos plantear un grupo de madres promotoras, que ellas superan que UNICEF les iba a abonar por lo menos $200, porque así empezamos con $200 hasta llegar a los $800 de hoy. El desafío fue que estas dos personas en las que ellos tenían mucha confianza, fueran nuestros promotores para que vayan a las reuniones y se encuentren con un material que les mandábamos nosotros desde acá. Fuimos haciendo varios encuentros. Se logró que las madres promotoras pudieran hacer un relevamiento de su comunidad. También quisiera decir que en el proceso que se produjo la música y el arte tuvieron un lugar muy importante, porque la gente empezó a ver que pasaban cosas en la calle  con los chicos. Inmediatamente la sede de “Cáritas”, ubicada en otro sector del barrio, tomó contacto con Telefónica, y se puso en marcha el proyecto Pro-niño. Eso nos permitió sumar y esto significaba que unos pagábamos a los docentes, y los otros daban copa de leche, por ejemplo. Hoy están favoreciendo al arte, porque la misma escuela ya tiene su propio apoyo, se armaron también gabinetes de computación para las madres y hoy yo me comunico con ellas por Internet, cuando antes no sabían ni siquiera escribir.

 

- Antes hablaba de los registros, de los relevamientos ¿Cómo lo hacen?
-Hay un material que conformamos y ellas recorren casa por casa, van tomando datos y hacen observaciones. Mucho mejor, te diría, que los promotores de los centros de salud que recorren los barrios. Uno de los temas es que los chicos abandonan la escuela. Y hoy por hoy estas madres promotoras tienen el listado de todos los chicos que no van a la escuela y los llevan, ya dialogan con las docentes, y éstas les dicen en qué aspectos hay que apoyarlos. Otro de los temas era que las mujeres de ahí tenían una desconfianza total de ir al centro de salud porque el ginecólogo era varón. Logramos en reuniones con secretarios, intendentes y ministros esto cambie. Las promotoras ya sabían defenderse, sabían cómo tener la palabra y defender sus derechos, por ejemplo, tener una ginecóloga mujer. Y el cargo se puso y se cubrió inmediatamente. Luego se trataba de que cada mujer del barrio vaya a la ginecóloga, el tema del PAP era un tema que no existía y así de a poco, hoy son tan reconocidas que vengo de un encuentro donde asistieron sesenta representaciones para escuchar a las madres promotoras hablar, no solamente de lo que hacen, sino que pudieron contarles a muchos de los nuevos que están allí la historia de la propia de vida. Muchas de ellas son descendientes de las masacres en Apalquí, donde fueron incendiados. Pudieron contar acerca de su infancia, de las matanzas, de cómo la la pasaron, no solamente relataron eso, sino cómo empezaron el centro de promoción y de todo de lo que son capaces hoy por hoy.

-¿Qué significa para usted vivir esta experiencia?
-Creo que para quien se dedica a la educación es parte de su ser persona. El primer impacto mío fue muy doloroso, me costó una semana para recuperarme, fue muy duro entrar en esa realidad, es tal cual lo vemos en la televisión, un panorama que en Jujuy no lo había visto. Mi modalidad de trabajo es juntar y sumar, tomar decisiones siempre con distintos actores que tienen que ver con lo mismo: los niños y los jóvenes. Allí  hay mucha droga, mucha desnutrición. Tanto es así que la última reunión que estábamos preparando, estábamos sentados tomando mates afuera, y en eso observo que entra una joven muy desnutrida, con tres niños y muy drogadicta, y ese día tocaba que venga una asistente social y una de las madres me decía que a ella no la pudieron sacar. Escuchar a las es importante, porque dicen que aprendieron para ellas y luego pudieron ir casa por casa. Incluso pudieron enseñar a otras madres a amantar a los chicos.

-¿Cómo se atiende desde el estado a estas comunidades?
-A los chicos les dan de comer hasta los cinco años, no hay comedores escolares como aquí, lo que se trató fue de dar una copa de leche, pero los niños pierden mucho peso en la primaria. El tema es cómo se van incorporando con la asignación familiar. La primera reflexión que me aparece es que si la conciencia política sólo les corresponde a los pobres o a los aborígenes. Los aborígenes tienen muy clara su historia, tienen muy clara la apropiación de sus culturas. Se naturalizó esa pobreza en estos últimos veinte años, y ahí hay que ver cómo y cuáles son los políticos que tienen conciencia política sobre estas comunidades. Yo creo que de lo que se les despoja y de lo que se nos despoja es del ejercicio a la ciudadanía.

-¿Se pudo modificar algunas de las condiciones?
-Sí, por ejemplo, muchas jóvenes no conocían el tema preventivo. Era impresionante la cantidad de embarazos en jóvenes y sobretodo el bajo peso y el riesgo de la embarazada. Hoy no, los datos que nos dan son diferentes. Además, la concurrencia a los encuentros es tan numerosa, tan interesante. A uno de los últimos encuentros lo hicimos en una escuela, fueron cincuenta representantes de organizaciones. Esto da pie a pensar que si con cinco líderes se puede sostener, mantener y darle continuidad a todo esto, se puede hacer mucho más. Te cuento que luego de un año y medio de trabajar con ellos, recién logramos que escriban la historia de su comunidad. Eso significa que ya nos tienen confianza, y no es tan fácil ganársela. Teníamos que respetar sus tiempos  que no tienen nada que ver con los nuestros. En uno de los primeros encuentros hablábamos de futuro, una de las preguntas en la entrevista era “¿Qué esperarías?”. Y me dijeron: un par de zapatillas. Hoy les preguntás y ninguna piensa menos que los hijos terminen el colegio y la universidad. Hablo de cinco líderes, y apostamos por más.

-¿Cuál es la proyección del trabajo?
-Planteábamos ya para este año el empoderamiento de la mujer en su comunidad.

- ¿La idea es replicar lo que están haciendo en Cacique Pelayo en otras comunidades?
-Sí, porque el Programa “Ciudades por la Educación” es maravilloso, son como ocho programas, hay uno de radio, ya comenzaron a funcionar, y allí las madres hablan de su historia, sus cantos y de las artesanías que están haciendo. El programa es bárbaro, lo instalan no sólo en la escuela sino en la comunidad. Tienen un programa de cine y se llama La historia por minuto y a veces lo pasan por canal 13. Otro programa que hay es sobre esta cuestión de la promoción automática.

-¿Por qué las mujeres pueden trabajar por sus comunidades  y no los hombres?
-Si bien pareciera ser que en el discurso se nombra poco a los hombres, a veces, hablan del padre o de un abuelo, muchas tienen muchas parejas. Los hombres  generalmente hacen changas o están tirados en la casa. Hay mucho alcoholismo.  (Enrique Gebauer/Gustavo Miranda/Ari Tabera).






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