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Entrevista a Natalia Sarapura

“En Jujuy no hay política pública
con pertenencia de género”

      En el marco del Mes de la Mujer, Natalia Sarapura, dirigente del Consejo de Organizaciones Aborígenes Jujuy (COAJ) estuvo en Radio Universidad hablando de la situación de las mujeres aborígenes en la provincia, víctimas de la múltiple discriminación, los pocos avances que se lograron en el efectivo cumplimiento de los derechos, y el incipiente trabajo en conjunto con organismos provinciales.

Natalia Sarapura

-¿Cuáles son las deudas del estado respecto de la situación de las mujeres aborígenes?
-A nosotros nos pareció oportuno recordar en este mes que la mujer indígena es víctima de una múltiple discriminación por su condición de mujer, por ser de un sector de extrema vulnerabilidad y por ser indígena. Esa múltiple discriminación pone a la mujer en una condición extrema y si bien tenemos la falta de respeto de derechos que corresponden a nuestros pueblos, como es el derecho al territorio, el derecho a participar activamente en la vida de la sociedad, nosotros desde el COAJ venimos trabajando en visibilizar el impacto que ha tenido la falta de acceso a la educación por parte de la mujer indígena.

-¿El acceso y la permanencia?
-Uno de los problemas más graves ha sido el acceso, y, por supuesto, el problema actual es garantizar la permanencia. Históricamente nosotras somos nietas de mujeres que apenas terminaron la primaria, hijas de mujeres que no terminaron la secundaria y nosotras, muchas, no accedimos al nivel superior. Esa es nuestra historia y ha tenido un impacto en la situación de la mujer indígena en cuanto a su participación en la vida pública, hacia el ejercicio de sus derechos y en eso hemos venido trabajando a través de talleres de sensibilización. Es sabido que en Jujuy pasa lo que pasa en el país: no hay política pública con pertenencia de género, estamos sufriendo lo que ha sido la matanza de mujeres y aún se siguen discutiendo cuáles son las soluciones, entonces, ese escenario de gravedad para las mujeres indígenas es peor, son situaciones extremas, porque si es violentada, tiene muchos kilómetros hasta llegar a una comisaría, y cuando llega le pasa lo que le pasa a cualquier mujer: la atiene un policía que es varón y le hace cuestionamientos largos y que tienden a que no denuncie a su agresor. Eso en cuanto al acceso a la justicia, nosotros vemos que hay una gran dificultad y que hay que mejorar los canales internos. Por otro lado seguimos viendo que a pesar de que hubo una generación de escuela secundaria, los jóvenes tienen que emigrar de su comunidad para estudiar. Por lo general migra el varón porque tiene un mayor ingreso a la vida económica y porque socialmente es más compatible que una varón viva en la ciudad y por eso las mujeres se fueron quedando en las comunidades.

-En ese marco, ¿cuáles son los niveles de analfabetismo?
-La tasa de analfabetismo habla de esto, en la Puna el 80% de mujeres son analfabetas. Hemos estado intentando generar una mirada particular sobre esta situación, primero en lo interno: informando, sociabilizando y concientizando sobre los derechos y después en lo externo trabajando para visibilizar esta discriminación. Y en la actualidad estamos sociabilizando lo que ha sido la creación de una base de datos, un esfuerzo institucional por poner en relieve la situación de la mujer indígena en números y para que eficientemente cualquier persona que trabaje en organismos públicos pueda ver la situación en estadística.

-Una deuda que tiene el estado son los datos, estadísticas confiables que permitirían poder trabajar en profundidad las políticas.
-Además, en Argentina no hay estadísticas para pueblos indígenas, en este censo se midió solamente la cantidad poblacional. Y en general el estado no tiene incentivo para generar datos específicos para pueblos indígenas, cosa que es lamentable porque la estadística influye mucho en la creación de políticas públicas. En ese contexto, hicimos el esfuerzo de organizar la base de datos que responde a la generación de una estadística indígena, en particular de la mujer indígena, para que sea aplicada por todo aquel interesado en la situación de las mujeres. Es la primera base de datos del país, es muy humilde en el sentido que contiene datos específicos de mujeres de Jujuy, tiene datos que se han relevado en talleres con mujeres indígenas.

-¿Esa información es pública?
-Es pública, está en Internet en www.infomujerindigena.com.ar y accede a la información. Este año pensamos comparar los datos con los de mujeres indígenas de otras regiones. Desde la visión institucional la base de datos responde a la intención de que la múltiple discriminación de la cual es víctima la mujer indígena pueda ser visibilizada, no desde el discurso, sino de los números claros. También tiene la intención de incentivar al mundo académico, a los organismos públicos,  para generar información específica de pueblos indígenas.

-¿Hay una posibilidad de trabajo conjunto con el Consejo Provincial de la Mujer?
-Nuestro desafió es incidir en el estado. Tenemos un proyecto que se llama “Proyecto mujer indígena” y nosotros tuvimos el interés y la vocación de coordinar con las instituciones públicas. Pero coordinar políticas públicas, no acciones menores. Cuando fue creado el Consejo, festejamos  su existencia, a pesar de que observamos que la designación de autoridades no fue de la manera correcta, pero aún así llegamos a tener un diálogo y posibles acuerdos. Coordinamos una actividad con ellos y tener acciones de más impacto. Jujuy tiene situaciones que acrecientan la necesidad de trabajar en el tema específico de la mujer. Una es la trata de mujeres: ser provincia de frontera, donde las mujeres engrosamos la lista de la vulnerabilidad, marca las condiciones que están planteando los organismos internacionales de ser un lugar de riesgo. Cada vez más uno ve con mayor frecuencia que se buscan menores, y eso tiene que ver con situaciones peligrosas, entonces, la política del trabajo específico no se trata de la lucha entre el hombre y la mujer, sino de que cada vez más la mujer está en situaciones de riesgo y hay que acrecentar la acción del estado para evitar esto.

-¿Cómo ves la situación que se está dando hacia adentro en las distintas organizaciones que trabajan por sus derechos y la efectiva realización de esos derechos?
-La controversia en nuestro país es una moneda cotidiana. Tengo la suerte, no desde el protagonismo, pero sí desde el  anonimato, de conocer la mayor parte del proceso indígena en Jujuy y eso me da la posibilidad de tener una mirada reflexiva y mi momento actual dirigencial de asumir desafíos en otros ámbitos me lleva también a tener valorizaciones positivas del proceso. Soy de las dirigentes que están en el movimiento cuando aun no era un actor preponderante, cuando había que luchar con la concientización de los mismos aborígenes respecto de lo que significaba ser indígena, cuando no había derecho y tampoco comunidad reconocida.

-En ese sentido han avanzado mucho.
-Sí, en el país ya nadie niega su existencia, somos mayoría en cinco provincias, estamos en más de dieciséis provincias, somos existencia nacional. En Jujuy hay siete pueblos indígenas reconocidos, somos la provincia con mayor población indígena y donde a nivel indígena se ha generado mayor cantidad de insumos para el movimiento. En el año ‘93 se creó el registro de comunidades, la primera carrera de educación superior para pueblos indígenas se está generando en Jujuy. Ahora, ese crecimiento también marca una mayor polarización, hoy es fácil reconocerse indígena, es un tema lamentablemente de moda, todos están interesados, es el tema del futuro. A la vez, todas las luchas futuras (y no tanto) que se plantean en la sociedad en general, tocan intereses indígenas, como el agua, los recursos naturales, el petróleo, y tocan íntimamente la realidad indígena. Es un tema en boga, prioritario y lleva al interés de muchos. Pero también hay que diferenciar la existencia tradicional de comunidades ancestrales, a estos procesos que empiezan con la vocación de querer colaborar pero terminan desvirtuando lo que son luchas históricas. Reconozco que el movimiento ha avanzado, somos muchos actores, tenemos variedad en espacios organizativos, con distintas experiencias y visiones, que llevan a dificultades mayores de conjugar unánimemente propuestas, pero es el momento que vivimos.

-Esto se ve también en el resto de América del Sur.
-En América del Sur hay un avance y tenemos definidos los paradigmas como pueblos indígenas y Jujuy va a ir en ese correlato. Es innegable que en la región el movimiento indígena se ha convertido en un actor preponderante y trascendental, el movimiento indígena en Bolivia sostiene el gobierno, en Ecuador es una oposición clara al gobierno, en Colombia está negociando y trata de generar paz. En la actualidad se ha reconocido que este movimiento y los paradigmas por los que ha luchado son los actuales temas de debate, por ejemplo, los que generaron el amor por la naturaleza históricamente fueron los indígenas, plantearon una visión descolonizadora y en la crisis económica del capitalismo los propios estados plantean una visión de este tipo. El avance del movimiento a nivel continental es notorio.

-Pregunta un oyente en qué zonas de la provincia existen esos pueblos que mencionabas.
-En Jujuy hay doscientos cincuenta y cinco comunidades con personería jurídica y existen siete pueblos, los Atacama están en Susques, el pueblo Tilian en Tumbaya, el pueblo Ocloyas en el departamento Manuel Belgrano, el pueblo Guaraní en el Ramal, el pueblo Omahuaca está en Humahuaca, el pueblo Coya está en Rinconada y Susques, también el pueblo Quechua, en Santa Catalina. Muchas de esas comunidades conservan su lengua materna, y es necesario garantizar la educación bilingüe e intercultural, este Jujuy no es lindo solamente por el paisaje que tiene, sino por la cultura de su gente y en ese sentido hay que reforzar la enseñanza de su idioma.






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