Otro que,
lentamente,
bajo el
ondulado
arenal
del poniente
Hacia el final del cielo están las gracias del alma,
en los negros salares donde nunca amanece;
la luna va pastando, con memoriosa calma,
sus rebaños de infancias, más lo que permanece:
San Antonio de los Cobres, Tilcara. Una palma
curada por oficios del vivir nos ofrece
las quincenas mortales del artista que ensalma
con las tierras del óleo, donde nunca anochece.
Este Medardo Pantoja âobrador de colores,
campanero de cuadros, herrero de grabados-
de la mano de un dÃa con su lluvia pendiente,
se ha llegado hasta el templo donde están los creadores.
Entregó su herramienta. Confesó lo pintado.
Y lo cubrió la arena celestial del poniente.
Néstor Groppa, AntologÃa poética, Fondo Nacional de las Artes.
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