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A los hombres libres de América

A 90 años de la Reforma Universitaria. A 40 años del Mayo Francés

Mario Pizarro
Todo comenzó a fines de 1917, cuando el Centro de Estudiantes de Ingeniería protestó por la "ordenanza de los decanos" que establecía nuevas condiciones de asistencia a clases, simultáneamente, el Centro de Estudiantes de Medicina, denunciaba ante el Ministro de Educación, José S. Salinas, la "suspensión del interinato en el Hospital Nacional de Clínicas". Luego de las vacaciones, los estudiantes constituyen el Comité Pro-Reforma, que dirigió el movimiento revolucionario, hasta la creación de la Federación Universitaria de Córdoba (F.U.C.), el 16 de mayo de 1918.
El 28 de mayo se realizan las elecciones, triunfan casi todos los candidatos propuestos por la F.U.C., quienes son puestos en funciones por el interventor, que da por terminada su misión. Faltaba designar al Rector, para lo cual debía congregarse a la Asamblea Universitaria el 15 de junio. La F.U.C. proclama como candidato, al Dr. Enrique Martínez Paz, el día 14 de junio. La composición de la Asamblea hacía pensar que el candidato reformista, se impondría fácilmente frente al reaccionario Antonio Nores, y a otro transaccional Alejandro Centeno.
Según escribiera José Ingenieros, los jesuitas y el clero de Córdoba consiguieron presionar a los electores, a través de sus madres, esposas, hijas. Fue así que llegado el día de la elección, algunos votantes que se consideraban liberales dieron su voto por el candidato de la reacción. Fueron en tercera vuelta, 24 votos para Nores, contra 13 de Martínez Paz. Sin dar tiempo a la consumación legal, los estudiantes invaden la sala, dispuestos a desalojar a "la canalla". El furor estudiantil creció con esto, y algunos intentaron asaltar el vecino edificio de la Compañía de Jesús, cuyas rejas no pudieron franquear.
El 17 de junio, Nores intentó asumir el Rectorado, y reunido con los tres presidentes de la F.U.C., quienes venían a pedirle la renuncia, dijo que prefería "quedarse con el tendal de cadáveres antes que renunciar". El conflicto ya asumía proporciones nacionales, y ante el reclamo de la F.U.C., en él celebre telegrama: "¿Están con nosotros?” y la F.U.B.A. contestó: "Estamos con ustedes en el espíritu y en el corazón".
El 21 de junio se da a conocer el Manifiesto Liminar, redactado por Deodoro Roca, el 23 de junio se organiza un mitin, presidido por Alfredo Palacios, que reunió a 9000 personas.
El 30 de junio, se organiza otra manifestación que fue duramente reprimida por la policía.
Del 20 al 31 de julio de 1918, sesionó en Córdoba el Primer Congreso Nacional de Estudiantes
El Congreso marchó a la zaga de los episodios revolucionarios propiamente dichos, sesionó solemnemente, y no pudo aprobar el proyecto de gratuidad de la enseñanza presentado por Dante Ardigo y Gabriel del Mazo. Pero proyectó interesantes esquemas de ley y estatutos universitarios, proclamó la necesidad de autonomía, gobierno tripartito paritario, asistencia libre, etc. El 15 de junio fue declarado Día de la Reforma Universitaria.
El Movimiento Reformista de 1918, no se limitó a resolver una situación coyuntural, adecuando las estructuras universitarias de características feudales a la nueva realidad imperante en la Argentina tras el triunfo popular de Hipólito Yrigoyen de 1916, sino que por contrario, constituyó todo un conjunto de ideas y de principios que se proyectaron en el tiempo y en el espacio.
Sin embargo es necesario comprender que la Reforma Universitaria al expresar un conjunto de valores e ideas, responde esencialmente a un proyecto político a un modelo determinado de sociedad, y a una determinada circunstancia geográfica e histórica. Por ello no puede ser aplicada a cualquier situación, sus postulados tienen vigencia universal, adaptándolos a la realidad de cada lugar. No constituye un dogma, ni mucho menos tiene la infalibilidad de las proposiciones científicas. La Reforma Universitaria impone un juicio de valor.
Lamentablemente lo anterior no siempre fue comprendido por algunos que se dijeron reformistas, o por quienes la atacaron desde diferentes posiciones. Reiteradas veces se ha cometido el error de juzgar sus postulados en forma individual, separándolos del contexto político-filosófico en el que se inserta, o sin la necesaria relación con los demás. Cada una de las propuestas de la Reforma Universitaria tiene validez, en tanto y en cuanto participe del conjunto. No existe la universidad reformista si sólo se aplican parcialmente sus postulados. La Autonomía, el Co-Gobierno, la Libertad de Cátedra, la Extensión Universitaria deben ser aplicadas conjuntamente. Por sí solas nada significan, y el no haber entendido esto en las distintas circunstancias históricas por las que ha atravesado la Universidad y el país desde 1918, ha provocado los errores en los que han caído muchos reformistas. ¿Cuál es el proyecto político en el que se inserta la Reforma? Es en el marco de revolución política que expresa el movimiento radical Yrigoyenista, que trasciende al sector social -la clase media- que le dio origen, y se transforma en una verdadera alternativa popular y revolucionaria.
Significa una alternativa al oscurantismo cultural, las concepciones dogmáticas y la improvisación y superficialidad en materia docente, predominante en nuestra universidad hasta 1918. Pero no se limita siempre a ello, corrigiendo la situación negativa anterior, por el contrario elabora y desarrolla propuestas pedagógicas, destinadas a garantizar el flujo ininterrumpido del proceso de creación intelectual, el avance constante de las ciencias y su aprovechamiento docente, la jerarquía y el nivel científico de enseñanza impartida. Procura que las universidades se mantengan acordes al proceso de evolución intelectual y científico que se produce en el mundo, para evitar todo anquilosamiento, todo retroceso. No se trataba solamente de adecuar la universidad argentina a la realidad social y política de la Argentina de los años '20, se trataba de evitar la repetición en el futuro de situaciones negativas, como las registradas con anterioridad al pronuncia miento del 15 de junio de 1918.
La Reforma Universitaria es igualmente una reacción contra los moldes europiezantes, imperantes en el plano cultural de nuestra sociedad, y expresa un pensamiento nacional de vocación latinoamericana. Frente a la anterior Universidad volcada a la difusión de los conceptos culturales vigentes en Europa, desdeñosa hacia todo lo americano, el movimiento Reformista proclama una nueva actitud. Habla de integración latinoamericana, plantea la unidad de los pueblos del continente, frente a las pretensiones hegemónicas de los imperialismos foráneos, rechaza la idea de "pan americanismos" esbozada por EEUU, e insiste en la comunidad latinoamericana. Así las aulas se abren a la discusión y consideración de la literatura latinoamericana, de la geografía y la historia de los pueblos del continente. Los valores de la América pobre, son puestos en relieve. Para el movimiento universitario latinoamericano, la fecha del 15 de junio, tiene valor simbólico, como el 1° de mayo, para la clase trabajadora.
La poderosa influencia que ejerció por el vasto alcance de sus propuestas, la hizo correr por todo el país y Latinoamérica; a poco de logrado sus primeros éxitos, ya se planteaban reuniones de dirigentes de otras Universidades latinoamericanas, para abarcar el fenómeno cultural.
El movimiento de la Reforma tenía lógicamente que atacar, ante todo, esta estratificación conservadora de las Universidades. La provisión arbitraria de las cátedras, el mantenimiento de profesores ineptos, la exclusión de la enseñanza de los intelectuales independientes y renovadores, se presentaban claramente como simples consecuencias de la docencia oligárquica. Estos vicios no podían ser combatidos sino por medio de la intervención de los estudiantes en el gobierno de las universidades y el establecimiento de las cátedras y la asistencia libres, destinados a asegurar la eliminación de los malos profesores a través de una concurrencia leal con hombres más aptos para ejercer su magisterio.
Es por eso que hoy más que nunca deben prevalecer los principios y postulados del Reforma Universitaria del 18, hoy más que nunca cuando por factores externos a la vida universitaria se trata de silenciar y desmovilizar al movimiento estudiantil, debemos trabajar para seguir trabajando por la democratización de sus claustros, para que el concepto de ascenso social siga en curso y por sobre todas las cosas porque como se escribía en el manifiesto liminar “los dolores que quedan, son las libertades que faltan”.

PROHIBIDO
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Creer que todo tiempo pasado fue mejor puede llegar a ser desmovilizante, y corto de miras como suponer que la utopía anida en el futuro y que es cuestión meramente de soñarla. En un siglo XXI atravesado por contradicciones, donde muchas veces la utopía se ha convertido en una mera glorificación de la tecnología, recorrer revoluciones culturales recientes ayuda a poner en perspectiva la aceleración maquinística actual y al mismo tiempo nos ayuda a reflotar un sentido que muchas veces sólo identificamos en la historia.
El Mayo francés de 1968 fue una de esas compuertas divisorias que ayudan a insuflar energía al presente, nos permiten retomar un diálogo civilizatorio trunco y nos instan a encontrar en determinadas manifestaciones del presente guía y faro para seguir construyendo un futuro más emanicipador y libertario.




Todo empezó en 1968 en la Universidad de Nanterre, se propagó al Barrio Latino de París y se extendió a la velocidad de la luz por el mundo, y consiguió resquebrajar los cimientos de la sociedad, la autoridad y las estructuras de poder en Francia. Como bien dice Luisa Corradini en una nota plagada de referencias a autores y libros (son cerca de 70 los que se publicaron en los últimos meses sobre este tema), desde el 22 de mayo hasta el 16 de junio de 1968, mientras los adoquines llovían sobre los policías en París y los estudiantes gritaban desde las barricadas que estaba “prohibido prohibir”, tal vez nadie imaginara que ese movimiento juvenil el más festivo, vasto y pacífico que conoció la historia moderna se convertiría en una bomba de tiempo que terminaría con la sociedad patriarcal, permitiría la emergencia de las mujeres y los jóvenes como actores sociales de pleno derecho y, 21 años después, provocaría el derrumbe de los regímenes comunistas.
Visto desde la Argentina, donde el Cordobazo agrietó el régimen dictatorial de Onganía, forzó su alejamiento e incubaría una violencia política monstruosa cuyas consecuencias vivimos después con desaparecidos, ostracismo político, exilios forzados y liquidación de una generación, Mayo 68 aparece muchas veces como una algarada lírica, otras como una copia atrasada de la revolución hippie norteamericana, y generalmente como un problema interno de un país retrógrado y reaccionario. País que gracias a esta movilización obrero-estudiantil (que rápidamente se volvió sólo estudiantil cuando los obreros lograron un 35% de aumento en su salario), por fin dio vuelta al codo de la historia.
Como hace 40 años, Mayo del 68 sigue revelándose contradictorio e inasible. Y todos y cada uno, como a cualquier fenómeno histórico de fuste, le siguen aplicando categorías y lecturas que difícilmente trasciendan el particularismo o los intereses adquiridos. Porque ¿qué fueron finalmente esas jornadas tan mencionadas: símbolo de alegría, provocación, libertad, fraternidad y evolución social o mero triunfo del relativismo moral e intelectual responsable de todos los males actuales?
En Francia en particular, desde los más grandes intelectuales -pasando por los políticos y especialmente los protagonistas del evento- se recriminan ácidamente comprando y vendiendo alternativamente a Mayo 68 como panacea irrepetible, o como siembra del erial contemporáneo.
El Mayo Francés promovió, abolió o liberó las siguientes conquistas y abonó un estado contestatario que todavía hoy vemos en muchos lugares y grupos, y promovió valores como los siguientes: autoridad parental compartida, posibilidad para las mujeres de abrir una cuenta bancaria sin autorización del marido, derecho a la igualdad profesional entre hombre y mujer, mensualización de los salarios (en lugar de la quincena), reconocimiento de los sindicatos en la empresa, aumento de 35% de los salarios más bajos, creación del salario mínimo, formación permanente, seguro de desempleo, y la lista sigue y sigue como una larga cola temporal que llega a nuestro presente. Nada de lo que pasó en París empezó ni terminó allí. Hubo previamente fermentos internacionales que ayudaron a encender la chispa de esa algarada y revolución en las costumbres.
El Mayo Francés quiso democratizar la imaginación y en gran medida lo logró. Nuestro desafío alineado con él, más allá de la nostalgia y el lamento, es democratizar la innovación, y en eso estamos.






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