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Entrevista a Sol Pereira y Alfonso Barbieri

Cocina de autor en el Mitre

      Entrevista grupal -antes del show- con Sol Pereyra y Alfonso  Barbieri de Los Cocineros, banda cordobesa que presentó en Jujuy Platos voladores, su nuevo disco. Junto a Marcos Martínez de la Revista Intravenosa y Sebastián Salazar de la banda jujeña Cabarette, la charla se deslizó a través de la propia histora, los proyectos, las ganas y las delicias que saben preparar para su público.

-La Revista: Ya tocaron en Jujuy, ¿qué les pareció aquella experiencia?
-Sol: Sí, tocamos en octubre de 2004. Estuvo buenísimo. Primero, porque nosotros tenemos relación con la Silvi Montecinos de La Sopa y nos gustaba tocar en una sala de teatro, ya que estamos emparentados con el tema teatral. Y siempre está bueno compartir con bandas del lugar porque te permite un intercambio con gente que anda más o menos en la misma y con público nuevo. Salió hermosa aquella fecha.

-LR: ¿Vienen de tocar  en otros lugares?
-Alfonso: Sí. Venimos de San Luis, Mendoza, Rosario, La Pampa, Buenos Aires.
-Sol: Estamos en plena gira de promoción del disco. De acá nos vamos a Brasil y de nuevo a Buenos Aires.

-LR: ¿Cómo les resulta desembarcar en un lugar un día antes y al otro, presentarse?
-Alfonso: Uno va adquiriendo un poco de cancha. En realidad lo que más nos gusta es ir a la feria de cualquier lugar.
-Sol: Es un combo intenso, porque emocionalmente todo está comprimido en dos días: las relaciones, el toque, los nervios, la promoción. Tenés entre 24 y 48 hs. para pasar por 25 estados diferentes. Ya este año nos hemos curado de espanto. Al principio, teníamos que llegar dos días antes, aclimatarnos, conocer a la gente… Ahora ya no hay tu tía, no podés elegir. Y siempre uno se queda con ganas de más. Siempre hay lugares de los que te enamorás, te dan ganas de profundizar, pero te tenés que ir. La buena es que podés volver en otro momento, como ahora. Pero pasaron unos años para que volviéramos.
-Alfonso: Y en el medio, el laburo de hormiga que venimos haciendo. Porque aunque viajemos a ochocientos cincuenta mil lugares y demos miles de entrevistas, seguimos trabajando de la misma forma. Son varias cosas: el tema de la compañía discográfica, de sentir que al final el laburo siempre lo termina haciendo el músico. Y en definitiva está bueno que sea así, de a poquito, viviendo cada momento y no que de golpe, no puedas salir, ir a la feria, ni tomar una cerveza… Son etapas. Nos parece, por la idiosincrasia del grupo, que está bueno que sea así. Supongo, también, que en un momento se te puede ir de las manos.

-LR: Pero todavía no.
-Alfonso: No, todavía no.
-Sol: Yo creo que también está un poco en cómo lo maneja el artista. El hecho de estar un poco conectado con la realidad, y uno mismo no subirse al caballo… Tamnoco es el perfil de la banda montarse en una historia de fama y toda esa huevada, sino seguir consiguiendo pequeños logros y disfrutarlos.
-Alfonso: Y tampoco es la demagogia de decir “estoy con mi gente, me bajo del escenario…”. Uno tiene cosas, es mañoso; hay miles de cosas, pero que no tienen que ver con el laburo en sí. Nosotros desde un principio nos hemos caracterizado por cuidar el laburo como un laburo. Es trabajo, vamos y hacemos las cosas bien. Hay que dar entrevistas, las damos.

-LR: ¿Este tipo de laburo hace más difíciles las relaciones interpersonales dentro del grupo?
-Sol: Como todo laburo. Lo que nos pasa con Los Cocineros es que a la fuerza hay una afinidad musical y humana, también, que vas construyendo. Y en cierta forma esto se termina transformando en una familia. Tenés todos los roces porque dormís con tus compañeros de laburo, compartís el baño, la cama, todo. Es un tema. Está bueno, porque es como un circo.

-LR: Se agrandó la familia.
-Sol: Empezamos tres. Después se agrandó a seis músicos, y aún más, porque el equipo de trabajo incluye al pibe que hace la producción y que es el manager, que también es parte de esta familia, y el que labura como asistente, el sonidista. Somos 9.
-Alfonso: Además, el manager entiende lo que nos planteamos respecto al trabajo, más allá de lo que pasa con los egos cuando estás en una banda. Porque esto es un trabajo y hay que ir cumpliendo con las cosas, por ahí equivocándose y con pequeños aciertos, que es lo que te hace crecer. Siempre nos sentamos y podemos decidir lo que queremos en los shows, en los discos. Hemos sacado un disco por año y que tiene que ver con las compañías, porque por ejemplo, un disco de Ataque 77 puede estar sostenido durante dos o tres años, porque ponen plata en la radio y entonces tenés un corte de difusión, un segundo y un tercero. Lo nuestro no deja de ser artesanal en un punto, más allá de la tecnología.
-Sol: Es verdad, somos una pyme.
-Alfonso: O una mini pimer.

-Revista Intravenosa: ¿Cómo manejan el concepto de Cocineros en cuanto al escenario?
-Sol: Hay una idea; cosas que podemos manejar y cosas que no. La gente, generalmente, siempre legitima como líder al cantante y trata de personalizar la cosa ahí. Como banda tenemos otra visión: tratamos de laburar a partir de una realidad, que es que hay una persona que canta, que en nuestro caso tiene una voz muy particular, y que no por eso no tiene mayor protagonismo que otro. Después, la gente elige; hace lo que quiera con ese asunto. Nosotros desde la interna cocinera tratamos de manejar un criterio de grupo. Nos interesa la imagen de la banda, somos seis músicos y la diva es la canción, y todos laburamos en función de eso, que nos realza a los seis.
-Alfonso: La idea es también romper un poco con la historia verticalista del líder. Si no están esos que están atrás tocando, el líder no existe. La idea se cae a pedazos.
-Sol: Cada uno tiene un rol definido. Si hubiera un líder en tal o cual cosa, no es el que se ve en escena. Pasa por otro lado. Pero no es más que un rol, porque toda la maquinaria está puesta en función de Los Cocineros y las canciones.

-LR: ¿Cómo caracterizarían a Platos voladores con respecto a los otros discos? ¿Hay una voluntad de ir cambiando todos los años?
-Alfonso: Hay un bichito interno que nos llama espontáneamente, sale; nos surgen esas canciones y suena así el disco. El próximo disco es una especie de acústico, grabado en vivo en un teatro de Córdoba, y no tiene nada que ver con el nivel de detalle y de sofisticación que tiene éste. No hay un cálculo.
-Sol: Entre el primero y el último hay cambios. Para empezar, la formación porque empezamos como trío, con canciones de otros: el primer y el segundo disco suenan chiquititos. El laburo nuestro era buscar una vuelta de tuerca y versionar esas canciones para que sonaran de otra forma. A partir del tercero tuvimos la inquietud de escribir. Y ahí ingresaron el baterista y el bajista. El sonido es más fuerte, más vinculado al rock. Si bien vamos cambiando, hay una línea que se mantiene, tanto de las canciones propias como de las de otros: hay algunas que tienen que ver con el humor, el desamor, el amor, con un sentido tragicómico de la vida.

-LR: ¿Cocinan juntos?
-Alfonso: Hay dos etapas. Los compositores somos Sol, Mara, Andrés y yo. La mayor cantidad de temas son de Sol y míos. Mara, por ejemplo, escribe unas letras, nos las trae y les ponemos música; también Andrés trae un par de canciones. Y nosotros, a veces ponemos letra y otras música, o las dos cosas.
-Sol: En el tercer disco, Niños revueltos, que fue cuando empezamos a componer, se dio que con Alfonso producíamos mucho material junto. La mayoría de las canciones eran de los dos. Después empezamos a componer individualmente, y eso genera otras posibilidades.
-Alfonso: Incluso fue un desafío, porque veníamos acostumbrados a funcionar juntos. Y de repente, los temas eran de cada uno. La situación era rara, pero buenísma.
-Sol: En una primera etapa cada uno cocina su canción, solito, como le sale. Tiene un esqueleto armado bastante fuerte y después lo lleva a la banda y entre todos vamos haciendo los arreglos. La participación de todos es sumamente importante porque define cómo va a salir la canción, los colores finales.Es un aporte absolutamente valioso.

-RI: ¿De dónde viene la banda?¿Cómo empezaron?
-Alfonso: Primero, Sol y Mara.
-Sol: Sí, con Mara nos conocíamos del colegio secundario y hacíamos teatro en un taller y después seguimos en la Facultad; siempre tuvimos ganas de laburar en algo teatralmente juntas. No se dio para ese lado y una vuelta nos juntamos para tratar de armar algo, y como para aflojar –esas cosas que hacemos los teatreros- largamos con la música que era algo que nos salía naturalmente a las dos y nos divertía. Mara sabía muchas canciones hermosas y yo siempre fui inquieta con los instrumentos: me había comprado un cuatro venezolano y en ese momento hacía percusión. Así que la acompañaba con el cajón peruano, el cuatro o la trompeta. Y estaba bueno, nos empezó a gustar e interesar profundizar, pero iba a ser muy acotado, porque yo no soy ninguna virtuosa. Y pensamos en el Alfons, que tenía otra banda, Los Rústicos del Vviejo Sueño, de Córdoba  y que a nosotras nos encantaba. Lo llamamos para que él desde el acordeón y la guitarra aportara. Ahí empezamos los tres y definimos la canción como eje del laburo, tratando de mantener ciertas cuestiones climáticas, que se vinculan más con el teatro. A veces el Alfons nos acompañaba haciendo ritmos en una canción pero rallando zanahorias. Tratábamos de mantener la idea de una puesta.
-Alfonso: Además, nos gustó la idea de los delantales, te los ponés para laburar.
-Sol: Nos gustaba pensar en oficios, y el de cocinero en ese momento no estaba tan de moda. Y tenía que ver con lo que hacíamos que era mezclar un montón de ingredientes musicales.Y está alejado del glamour del músico, era más: “ponete el delantal y ensuciate, que vamos a laburar”.
-Alfonso: Algo que no tuviera que ver con la música. Más la relación entre la cebolla, el llanto, el bolero: una serie de imágenes que eran muy ricas para aprovechar. Y funcionó.
-Sebastián (Cabarette): Es muy buena la ironía en el video de Ella es un amor, cuando el tipo que está de jurado con el Perro (Musnak, productor de rock cordobés) dice “uh, no van a salir de nuevo con los delantales”.
-Alfonso: Sí, surgió una gente que se ofreció a filmarlo y armamos el guión con Sol y un amigo teatrero de Córdoba, Marcelo Marull, que se prendió con la idea, para hacer una especie de Cosquín Rock, para ironizar con los productores del “rock cordobés”.
-Sol: Que nunca te van a dar una mano…
-Alfonso: Y que es muy gracioso porque después vienen a pedirte cosas…

-LR: O sea que la relación con el ambientillo es compleja.
-Alfonso: Siempre hubo una relación muy estricta (suena feo), muy conciente, en todo caso, de cómo relacionarse con esa gente. Nosotros teloneamos a Café Tacuba en el 2003 en Córdoba. Eramos trío, y uno sabe cómo son, cómo se manejan con las bandas locales: “porque sos telonero, te trato mal y no me importa nada”. Y fuimos aprendiendo a pararnos y decir “no te necesito, podemos gestionarlo solos”. Y cuando nos necesitamos, podemos generar cosas juntos. Eso es hacerse valer.
-Sol: Tal vez porque como Mara y yo venimos del teatro y el Alfons de las artes plásticas, uno sabe lo que es laburar, ponerse la camiseta y romperse el lomo. Está bueno valorar el laburo, vos sabés lo que te cuesta. Por eso cuando viene un tipo, que porque tiene chapa y plata, te pone la pata encima…

-LR: Cuando vos mismo valorás lo que hacés la cosa cambia.
-Alfonso: Ahí va. Te corren con el argumento de que ser telonero de tal, te salva las papas. Te sirve porque es una hermosa anécdota, pero en rigor de verdad, salir chiquitito así en un afiche, o que te ninguneen en el escenario porque no podés probar sonido, o porque tocás a las cinco de la tarde antes de que abran las puertas…, no.
-Sol: Pero estuvo bueno hacer un par de experiencias para saber lo que sirve o no.
-Alfonso: De hecho en febrero de este año esta misma gente nos invitó a ser teloneros de UB 40 en el teatro Orfeo. Y se dio distinto. Te consultan…
-Sol: Te pagan lo que corresponde…
-Alfonso: Lo lográs porque hacés respetar tu laburo. Si el tipo de llama, te paga lo que más o menos acordás: cierra. Tocás con ganas, le pagás a la gente que labura con vos: sonidista, plomo, músicos, etc. Y estamos hablando de cifras que son ridículas, pero bueno, uno paga el alquiler.
-Sol: Y legitimás el laburo, porque esto es un laburo más.

-LR:¿Cuál fue la peor situación que tuvieron?
-Alfonso: Nos querían pagar 300 pesos y con eso sólo pagamos la combi que nos lleva de casa al teatro con los instrumentos.
-Sebastián: A nosotros nos llegó a pasar peor, con Las pelotas. Nos llamaron para tocar y nos ofrecieron 200 pesos. Y les pedíamos 600. El día del recital, cuando uno estaba en Tilcara y el otro en Tartagal, a dos horas de probar sonido, nos ofrecieron 750 por teléfono. Así no se hacen las cosas. El respeto por el trabajo se desdibuja por una moneda más o menos, porque hablamos de vueltos para ellos.
-Alfonso: Absolutamente.
-Sol: Y nosotros creemos en el aporte de la cultura a la sociedad. Es básico, aporta mucho y no puede ser subestimado.

-Sebastián:¿Qué sienten uds. cuando hay 2000 personas que están bailando con la música que hacen?
-Alfonso: En el escenario tenemos una conexión muy particular. Y nos emociona, porque encima la gente canta los temas. Es muy fuerte. Se nos caen los lagrimones.
-Sol: El asistente, Pirucho, que es maravilloso cómo sostiene desde afuera la cosa, y el Aníbal (manager), que están al costado, y nosotros los miramos como diciendo ‘no lo podemos creer’. Y es increíble.
-Alfonso: Yo creo que ahí  se cierra el círculo, la satisfacción de todas las cosas de las que venimos hablando. Distinta gente divirtiéndose, unida, compartiendo sin cagarse a trompadas: unos haciendo pogo, otros bailando el valsecito. Si supiésemos la fórmula, la repartiríamos. Es el ABC de la convivencia en sociedad, entendiendo dónde estás, y si no te gusta, hablarlo. Podemos convivir: podemos hacer un reggae, una cumbia, un tremendo hard core, y funciona. Por la letra del hard core, las señoras mayores se cagan de risa. Para nosotros es impagable.
-Sol: Una anécdota: llegamos a un lugar en Villa Mercedes (San Luis), que era re tradicional, un lugar en la Calle Angosta, un salón donde estaban las 100 guitarras mercedinas; todo de folclore. Dijimos “qué hacemos acá. Bueno, toquemos lo que tenemos”. Había un grupo de enfermeras, de 60 para arriba, que quedaron tan fascinadas, se engancharon con las letras, y le pidieron a Alfonso la púa para ponerla en un cuadro en la sala del hospital. Fue hermoso y nos garpa más que si viene un heavy y te pide la púa.
-Alfonso: En un show en el teatro Comedia, salimos –porque después de festejar un poco nos gusta ir a ver a la gente que estaba escuchando- y había tres nenitas con delantales, que hacían la coreografía de Mami me quiero casar. Y también nos han pasado cosas bizarrísimas…
-Sol: Que se nos muera gente antes de tocar…
-Alfonso: Fuimos a Catamarca a un casamiento: un tipo, al que le gustó mucho lo que hacíamos nos contrató. Nos habían pasado a otra habitación porque no funcionaba el baño, y por eso nunca nos despertaron a las 10, para probar sonido.
-Sol: Eramos tres, ninguno tenía reloj. Yo me despierto salgo así nomas, con los pelos todos parados y ya era el casamiento. Y pasaba una camilla con un tipo todo tapado. Se había muerto alguien de la parentela del novio. El casamiento no se suspendió, unos festejaban y los otros lloraban. Muy Kusturica.

-LR:¿Este tipo de cosas después se reflejan en las letras?
-Alfonso: Más o menos. No somos muy autorreferenciales en las letras en forma grupal, sí individualmente. Cuando Sol escribe sus letras, está puteando gente. Yo soy más surrealista; ella es más concreta, más narradora. Y eso a la gente le gusta, se engancha con la historia.
-Sol: Sobre todo se enganchan con la tragedia, y Mara y Andy son amor puro.

-LR:¿Cómo ven la escena del rock en Córdoba hoy?
-Sol: Hay mucho en Córdoba y también es verdad que desde Cromañón la cosa es distinta; este año está más duro. Todas las bandas están medio paradas y no logran encontrar la vuelta para mantenerse y están apostando. Pero hay muchas propuestas interesantísimas, diversas y de un nivel excelente. Está Lucila Cuevas, que es un grupo de minas, al que el Alfons le hace la producción artística; Los Caligaris, La Cartelera, Tomates Asesinos…

-LR:¿Fue difícil grabar el primer disco?
-Alfonso: Siempre las bandas piensan en que hay que grabar un demo. La verdad es que nosotros dijimos ‘vamos a grabar un disco y si suena a demo…Es un disco’. Es un esfuerzo. Además, lo que pasa ahora, por la relación que todos tenemos con la tecnología, es que mucha gente tiene un estudio en su casa. Y graban discos con muy buena gráfica y muy buen sonido. Hay un avance en la concpeción de sonido, porque la independencia de un estudio te permité, además, la investigación; ya no dependés de un solo tipo. Es sublime. A todos nos posibilita tener un material, ponerlo internet, en youtube, hacer videos; la cosa se expande.

-LR:¿Qué pasa con el mercado cordobés?
-Alfonso: El problema es que en Córdoba no existe el mercado para el rock en su amplitud, hablando en términos comerciales.
-Sol: Hay mercado para cuarteto y folclore. Eso vende. Y nadie va a apostar a una banda. Los productores de rock de Córdoba trabajan con bandas de Buenos Aires.
-Sebastián: Es lo mismo que pasa acá con la cumbia y el folclore.

-LR: Pero allá hay una variedad de lugares para tocar, de bandas… Hay mucha fuerza.
-Alfonso: Total. Y el problema no es exterminar al cuarteto y al folclore.Siempre discuto con muchos músicos, hay que convivir con ellos, generar un mercado. La cosa es planear y de a poquito laburar en esto. Sería facista decir que por el cuarteto nosotros –o cualquiera- no puede surgir. El cuarteto tiene su público y genera una identidad; lo mismo pasa con el folclore. Ahora hay que cranear esto del mercado del rock; de la identidad.
-Sol: Para nosotros es una alegría y una responsabilidad, que compartimos con Los Caligaris, que también han tenido un poco de trascendencia a nivel nacional, porque es la primera vez que pasa –si bien con gente de Rosario y de Mendoza ya ha pasado- que bandas de Córdoba trasciendan la escena local y logren entrar en Buenos Aires. Por ahí eso es una punta.
-Alfonso: En los últimos premios Gardel estábamos nominados Los Caligaris, nosotros, una banda de Río Cuarto de música instrumental, una mina que hace música clásica, una de folclore… Fue un gran paso estar nominados, que Petinatto, diga “Los Cocineros…”, aunque es tan boludo que se cagó de risa en el corte. No importa. Estábamos ahí, compartiendo terna con Los Tipitos, desde Córdoba. Va a surgir algo, es difícil que esto termine perdido en el mar. Y esto mismo va pasando en otras provincias. Está internet, hay mucha información y la información es libertad.

-LR: Internet  es un buen recurso.
-Alfonso: Por ahora no lo hemos usado para vendernos. Pero es una buena herramienta.
-Sol: Hemos tenido algunos rollos con algunos sellos con el tema de la distribución, por ejemplo en Mendoza, donde íbamos a hacer cuatro shows, ingenuamente pensando que allá se conocía a la banda; y si se la conocía era porque el disco fue pirateado. Pero no te podés enfrentar a eso; lo tenés que usar a tu favor.
-Alfonso: Es un momento bizagra en la industria discográfica. El compac tuvo su vida útil, como el vinilo y el caset. Ahora es internet. Uno escucha que Catupecu Machu vendió 60 mil copias: mentira, son cifras que las compañías inventan porque si no no se pueden sostener. Perdemos un montón de cosas, la tapa del disco, el librito, las letras, pero surgen otras.

 

INTEGRANTES
Fonsy Denaro (bajo), Nicolás Arrieta (batería), Andrés Clifford (guitarra/trompeta), Mara santucho (voz), Alfonso Barbieri (acordeón/guitarra/voz), Sol Pereyra (trompeta/cuatro venezolano/guitarra/voz), junto a Pirucho (asistente de cocina) y Aníbal Medina (manager y productor). Website oficial: http://www.cocinerosmusicales.com.ar/

DISCOGRAFÍA
Peras al Olmo, 2002.
La hazaña rellena, 2004.
Niños revueltos, 2005.
Morrón y cuenta nueva, 2006.
Platos voladores, 2007.






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