MartÃn Güemes (h)
Es habitual en los programas radiales, televisivos y en la prensa grafica, hablar sobre las diferencias del presidente de los argentinos y del gobernador de los salteños. De las visiones polÃticas que los separan. De porqué el presidente no viene a Salta. De la necesidad, por ello, de insertar a Salta en la Nación. Ãste, un aspecto excluyente, esgrimido por romeristas - kirchneristas. Léase: el senador nacional Marcelo López Arias y el diputado nacional Juan Manuel Urtubey, proclamados precandidatos por adentro y por afuera, en realidad ambidiestros en el arte electoral.
Estos son los candidatos justicialistas a gobernador de Salta que no sacan los pies del plato del Partido Romerista. Y pretenden adjudicarse el apoyo del presidente Kirchner o de la senadora Cristina Fernández de Kirchner, la candidata de Carlos Kunkel y epÃgonos. Como parece que las encuestas los dan por ganadores, se prenden al carro estridente, de los aparentes triunfadores del 2007: la pareja presidencial.
El vicegobernador Walter Wayar (acompañante de los tres perÃodos de Juan Carlos Romero), también candidato a gobernador, no utiliza esta cualidad de ambidiestro, pues, guarda en su pecho, su notoria filiación menemista, es acompañado también por algunos duhaldistas. Condenados como están, públicamente, por el nuevo propietario de la Casa Rosada. A pesar de su pasado, Wayar hoy intenta un acercamiento al poder nacional. En ese sentido es vallisto, calchaquÃ. La memoria de Pedro Chamijo, alias Bohórquez y Girón, está presente en su irracionalidad terruñera (para mayores datos, leer: TitaquÃn. El Inca andaluz de LucÃa Gálvez). Su fuerza está en recorrer una y otra vez el territorio, corralear la tropa para llevarla al bramadero electoral. Esa es su virtud, su paideia salteña.
Según José Vicente Solá, en su Diccionario de regionalismos de Salta, bramadero es el palo del corral que sirve para embramar a los animales. Tiene una paica en la parte superior. Este vocablo es conocido en algunas partes de América. Dicen también cimbradero. Con esto, no consideramos animales a sus seguidores, a sus electores, simplemente es una metáfora criolla, con sabor vallisto.
Lo importante, a nuestro criterio, es definir: ¿cuál es la diferencia entre Romero y Kirchner? ¿Existe contraste en lo polÃtico, económico y social? ¿En su pensamiento y acción? Comenzaremos con el aspecto generacional, esa manera particular que tienen los pueblos, sus representantes, de dar pasos en el tiempo. El método histórico de las generaciones es definido por Ortega y Gasset en el Tema de nuestro tiempo. Es nuestro tema: nuestra generación gobierna y las nuevas pujan. Necesitan cauces.
Kirchner y Romero (el pingüino adelante, para que no se espante) pertenecen a la misma generación, a la llamada generación del â70. Ambos, participaron de aquella época trágica de nuestro paÃs, sobre todo para la juventud, en veredas opuestas. Según el presidente, en el bando que regenteaban los Montoneros, aunque todos saben que no sufrió la pesadilla de muchos jóvenes, llevados a la prisión, a la tortura y a la muerte. Integraba el grupo de los periféricos, seguramente de la JUP Universitaria. Su intuición, su oportunidad, el azar, lo libró de lo peor. Se autoexilió voluntariamente en la provincia de Santa Cruz.
A Juan Carlos Romero, en cambio, no se le conoce militancia peronista, menos montonera. Ni a derecha ni a izquierda. Ni patria peronista ni patria socialista. Quizás alguna amistad, alguna afición por el conservadorismo populista. Por aquellos tiempos, en Salta, pensarÃa en estudiar y en progresar económicamente. En convertirse en un hombre práctico, racional, moderno, exitoso. Su vocación polÃtica, de poder, se manifestó de la mano de su padre, el ex PC, desarrollista, empresario, gobernador, diputado, Don Roberto Romero. Asà llegó Juan Carlos, a senador nacional. A la más pura usanza conservadora, o como le gusta decir a nuestra clase media provinciana: al estilo cholo. Como representante de la nueva oligarquÃa, por el poder del grupo económico que usufructuó los negocios públicos, pudo detentar la más alta magistratura provincial. Y se mantuvo por espacio de diez años. Es el único gobernador salteño (desde 1821) que pudo obtener su reelección; antes de él, la constitución provincial prohibÃa las reelecciones.
Ambos, Kirchner y Romero, vivieron y viven de sus provincias fronterizas (al Sur y al Norte, de nuestra Patria Grande), provincias petroleras, gasÃferas, encrucijadas de la historia nacional. Santa Cruz al frente de Malvinas, Salta al frente de Tarija, de Bolivia. Agendas, temas como los de Malvinas y Tarija, que hacen a nuestro futuro; a nuestra dignidad y solidaridad continental. Era de pensar que estas situaciones históricas, actuales, influirÃan en su accionar, en su vocación de servicio. No fue asÃ, sus provincias les sirvieron como trampolÃn polÃtico. Como vocación feudataria de la vida polÃtica. Dado que no se les conoce defensa cierta del patrimonio provincial o nacional.
Como muestra vale un ejemplo. Tanto Kirchner como gobernador, y Romero como senador, son responsables de la privatización de YPF, de la entrega del patrimonio estatal. En la tercera década infame, la menemista, la llamada del â70.
Sus relaciones internacionales, sus amistades polÃticas y económicas, estaban en Texas (estado petrolero norteamericano, despojado a México). No en los humildes habitantes de estas tierras sureñas y norteñas. Más allá de la retórica liberal o progresista o antimperialista. Pudo más la defensa de sus patrimonios personales. Las amarillas hojas de los diarios, contienen noticias de visitas extranjeras a nuestro paÃs en la época de Menem. Y quiénes fueron sus anfitriones más conspicuos. Es para reflexionar y sacar conclusiones, esta causalidad de provincias petroleras argentinas y el estado de Texas, paradigma del imperio. De la presencia de Kirchner y Romero, como presidente de los argentinos uno, y gobernador de los salteños, otro, en este último caso teniendo en cuenta la importancia de Salta por su situación geográfica y con los desafÃos y respuestas que implica ser centro regional. Con seis provincias limÃtrofes. Teniendo por vecinos a Chile, Bolivia y Paraguay. La frontera norte es corazón del continente, no lÃmite. Puerta abierta al PacÃfico, también a las epidemias nacidas del subdesarrollo, y al narcotráfico.
Por otra parte, Kirchner y Romero concretaron en sus gobernaciones, no solamente la reelección y la concentración del poder, sino también el pensamiento conservador provinciano. Aquél, diseñado antes y concretado después del golpe del 6 de Septiembre de 1930. En aquella "década infame" (1930 - 43), artÃculos, folletos y libros, crearon el clima para defenestrar a Mosconi, general del petróleo. La consigna practicada fue: las provincias deben disponer de su patrimonio petrolero, abriéndose al capital extranjero, fuera de la dirección o el control nacional, dado que el Estado es mal administrador. En algo tuvieron razón, el gato fue mal guardián de las sardinas. La presencia en la dirección de YPF de los personeros de las empresas transnacionales, de la competencia, convirtió a la empresa estatal en deficitaria. La campaña de descrédito, de desorganización planificada, el déficit, cumplió su cometido: YPF fue privatizada.
En este aspecto esencial los nuevos justicialistas como Kirchner y Romero contradicen la postura nacional gestada por Sáenz Peña y Alvear, Yrigoyen, Perón y Frondizi. Se constituyen en los seguidores de la posición conservadora de los años â30 y â90, del Siglo XX. Kirchner, culpable de la privatización de YPF, hablando del genocidio petrolero, borra con el codo lo que escribió con la mano, ¿se ha convertido de lo mejor de lo peor, en lo peor de lo peor? El tiempo solo es tardanza/de lo que está por venir, según MartÃn Fierro y la historia advertencia del porvenir, al decir de Cervantes.
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