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Chuck Chanampa

Corresponsales jujeños

Chuck Chanampa*

      Estrechar vínculos con la tierra cuando se está lejos es el más recurrente y predestinado fatalismo popular. Añoranza la llamó Julio Argentino Jerez, saudade o morriña la denominan brasileros y gallegos. La sensación se instala cuando uno descubre perfumes, imágenes, tonos y hasta un gesto que traen reminiscencias del territorio distante. Lejos de lo que pudiera suponerse la Capital Federal está llena de costumbres, gente, negocios y prácticas jujeñas de cepa tan abigarrada que uno siente por un momento la sensación de hallarse próximo a la plaza Belgrano. Sin embargo, todo es ilusorio porque aquello no es Jujuy y los comprovincianos que allí deambulan sólo conservan del solar rasgos pero “tuneados” por el hábito metropolitano. Tal fue lo que pudo experimentar este combo o equipo periodístico, unido en relación de dependencia con la empresa The Eye of Storm Limited y cuyo staff está constituido por un servidor (jornalizado), el fotógrafo Igor Gómez (free-lance) y su tercera y legal concubina, Helga Gámez (plan jefas y jefes) como productora ejecutiva. El mal de querencia nos atacó mientras nos encontrábamos en Escobar cubriendo el bautismo de un hijo natural de mi tía en el cariño Gladi (sin s porque su mamá quería que fuese una nena muy singular). Muy pronto nos desocupamos de la tarea encargada por el medio gráfico del que somos corresponsales, pues la fiesta de mi tía se convirtió en hecatombe cuando apareció un taxista arrostrándose la paternidad de la criatura. Esto molestó mucho a la actual pareja de Gladi y cuestionado progenitor, quien lejos de discutir las cosas de manera civilizada, fue, necio, hasta el taller donde arregla baterías y volvió con un balde de ácido sulfúrico con el que pretendía desfigurar el rostro de parientes, invitados e incluso del infante motivo de la trifulca. Afortunadamente a mí sólo me salpicó la pierna, la yunta Gámez-Gómez recibió rocíos menores en el cuero cabelludo pero quienes resultaron seriamente damnificados fueron Gladi, el taxista y el propio, iracundo y pseudo-progenitor que luego de tropezar recibió de lleno el baldazo de ácido, afortunadamente llevaba puesto un gorrito de plástico, porque si no...
      La melancolía se apropió de nuestros fronterizos y patrimoniales corazones cuando logramos huir trepándonos a un providencial colectivo que pasaba por allí camino a los talleres. Rara casualidad, el colectivero era jujeño y también -cosa extraña- salvó su integridad pues tenía el propósito de visitar a la singular de mi tía Gladi (parece que muchos jujeños visitan a mi tía) cuando nos vio salir enloquecidos de su casa perseguidos por el loco del ácido. El chofer resultó ser laquiaqueño y vivía en Burzaco desde que llegó a Buenos Aires como shulka  de una comparsa para los corsos de Bajo Flores, allá por 1965. En un dialecto que mixturaba las variedades norteña y rioplatense reflexionó: “allá es una masa pero aquí se consigue laburo más grosso, aparte los changos me van a hacer aca (SIC) si vuelvo”.
      Aquel comprovinciano entre los barquinazos que daba el viejo Mercedes 1114 confesó con no poca vergüenza que tenía prohibido regresar a Jujuy porque le habían jurado dejarlo más desarmado que acullico de timbero. Ocurre que había huido con la plata de la comparsa y con ese dinero montó una micro empresa denominada “La ferro-oleaginosa” productora y expendedora ambulante de maní salado. Le iba bien hasta que empezaron los pedidos de coima para la habilitación de la máquina manicera por parte de La Fraternidad, el sindicato de Vía Obras y hasta de la Cámara Exportadora de Cereales. En 1978 cambió de rubro y se dedicó junto a su concubina a dictar conferencias usando un nombre de fantasía: “Desmitificación de la falsa supremacía salteña sobre Jujuy por el Profesor Blister Orquera y la Licenciada Dámasa Narda Dada”.
      Las charlas aludían a  cuestiones tales como que Güemes había nacido en El Carmen; que las empanadas salteñas no tenían jugo de origen sino que les echaban sopa; que Leguizamón y Castilla paraban más en Jujuy que en Salta y cosas por el estilo. Poco duró la bonanza porque una noche irrumpió en la sala de conferencias del Profesor Blister un grupo de matones al mando de un tal Romera o Ramero y no sólo lo amenazaron de muerte sino que secuestraron a Dámasa para llevarla a trabajar en lupanares del bajo salteño con doblete en Azopardo. “Nunca más li visto” se quejó entre sollozos el chofer. Apaciguado el ánimo confesó que de Jujuy tenía pocas noticias y algunas muy confusas. Así que nos taladró a preguntas y tuvimos que aclarárselas porque mezclaba nombres, fechas y acontecimientos. Quiso saber si era cierto que Gimnasia había arreglado con una petrolera iraquí para instalarse junto a la tribuna norte a cambio de la provisión de una manguera lanzallamas para ser usada en contra de las hinchadas visitantes y eventualmente de la cana (SIC). Le habían llegado noticias de que en Jujuy se había sancionado una nueva constitución estableciendo como forma de gobierno una monarquía o curacazgo germánico-aborigen cuya pretensión era reemplazar el castellano por el Kechwa, las pensiones familiares por hoteles cinco estrellas y el chicharrón con mote por chukrut con salpicón de llama. Lo tenía preocupado la noticia de que el actual intendente pretendiera inscribir una imagen de marca con el slogan “Nace una nueva capital, La Tacita de Bijouterie”.
Preguntó si era verdad que los colegios de Jujuy otorgaban a sus egresados títulos de Bachiller Florista y Perito Carrocero y si era cierto que los curas aceptaron que los chamanes celebraran los casamientos a cambio de que no se insistiera en la institución de San Carnaval como feriado religioso. A medias satisficimos el interrogatorio porque  desconocíamos muchas de las cosas que nos preguntaba, como aquello de que hacía más oposición al gobierno un grupo de periodistas que la propia oposición y que las alianzas políticas duraban menos que…(y aquí usó una desagradable comparación entre la duración de los acuerdos y la flatulencia de los hombres rana). Cuando estuvimos prudentemente lejos de la gresca familiar de Gladi, el laquiaqueño se despidió, nos obsequió una bolsa de seleccionada como no se encuentra en Jujuy y cerró nuestro casual encuentro con una frase muy atinada: “Dios es argentino pero atiende en Buenos Aires”.
      Con aquella sentencia en los oídos armamos un mini piquete frente a la catedral metropolitana, que suponemos será la oficina de audiencias del Supremo, y aquí estamos desde hace una semana. Es todo por ahora, un tal Bervolio o Berboyo nos atendió sonriente y dijo que esperemos nomás.

*Escribe desde Burzaco.






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