EL CÓDIGO
DA VINCI
Sra. Directora:
Quisiera comentar en su prestigiosa revista mi impresión y mi indignación por la aparición del film El código Da Vinci, basado en la novela del mismo nombre, que ensucia la acción de una institución de la Iglesia católica tan importante como el Opus Dei, fundada por San Josemaría Escrivá de Balaguer, que tiene como misión difundir el mensaje de que el trabajo y las circunstancias ordinarias son ocasión de encuentro con Dios, de servicio a los demás y de mejora de la sociedad. El Opus Dei colabora con las iglesias locales, ofreciendo medios de formación cristiana (clases, retiros, atención sacerdotal), dirigidos a personas que desean renovar su vida espiritual y su apostolado.
Tanto la película como el libro mienten, tratando de socavar la fe de los católicos, que no están en juego ni peligran a pesar de los innumerables intentos desde diversos sectores, que buscan llenarse los bolsillos riéndose de las verdades cristianas, que han llevado a nuestra Iglesia, guiándonos, desde hace 2000 años. Delia Llampa. Barrio Gorriti.

CORTES
Sra, Ariadna Tabera:
En su carácter de editora de La Revista le solicito que publique por favor esta carta ya que confío que al leerla algunos funcionarios, reflexionen y, en consecuencia, actúen para que dejen de suceder los delitos y atropellos que vivimos los vecinos de la calle Alvear en particular y los de toda la ciudad en general. Como se imaginará somos víctimas constantes desde hace muchísimo tiempo de las actividades de una organización social que se permite cortar la calle cuando quiere y a la hora que sea, días de semana y feriados, sin que la Municipalidad o la Policía hagan nada al respecto, aunque es de suponer que nunca piden la correspondiente autorización, que sí deben solicitar los comercios para descargar mercadería o cualquier persona que tenga que descargar un mueble o hacer una mudanza. Cuando reparten los bolsones la gente se amontona y la tratan como a ganado, peor que en cualquier otro lugar, repartición pública o banco donde se haga cola; los hacen ir pero he podido advertir que cortan la distribución aunque haya mucha gente esperando que se tiene que volver a su casa con las manos vacías; también pude observar que muchos de los que van tienen miedo de que se les suspenda el beneficio, como si éste no dependiera del cumplimiento de requisitos ya establecidos, sino del “humor” de los distribuidores. Otras veces, cuando hay asambleas o reuniones, cortan la calle y los vecinos no podemos estacionar frente a nuestras casas, nuestros propios domicilios particulares, sea la hora que sea. Por supuesto, con tanta gente dando vueltas, se han incrementado los robos y tenemos miedo hasta de abrir la puerta si no sabemos quién es el que toca el timbre. Lo más triste de todo es que no sabemos a quién recurrir. La Policía dice que no puede hacer nada, que tienen órdenes de no actuar. ¿Por qué digo más arriba que este problema también afecta a todos los vecinos de la ciudad? Porque la calle Alvear, tradicional arteria de comercios, se ve alterada en muchas cuadras por los cortes: por ejemplo, para los que vienen de otros barrios y no pueden estacionar; porque los colectivos, taxis compartidos y remises tienen que cambiar sus recorridos; porque hay mucha gente que viene de los barrios más carenciados, gastando en transporte y la tienen que dejar muy lejos del lugar al que tiene que ir, sea para un trámite o por cuestiones de salud. Espero que alguien, funcionarios o jueces, sea responsable y se decida a hacer algo, al amparo de la ley, con esta organización que se ha adueñado de nuestra calle y, prácticamente, de toda la ciudad. Un día, no quiero ser pájaro de mal agüero, pero es lo lógico, va a pasar una desgracia por que cualquier paciencia de agota, ya que nuestras vidas cambiaron completamente y vivimos y circulamos sitiados y temerosos de lo que puede pasarnos. ¿Cómo es posible que las autoridades no se den cuenta? ¿O tienen miedo de hacer lo que deben?. Aurora M. de S. Calle Alvear.