MarÃa Soledad Arroyo
Julián Andrés Fava*
Muchos de nosotros sentimos a través de nuestros amigos o familiares el desconcierto y dolor de un trastorno psicológico. Cuando nos toca ver el sufrimiento de un ser querido y el daño que le causa padecer una situación que escapa a su persona, sentimos la necesidad de brindarle una salida. Colocarse en el lugar de muchos individuos incomprendidos es una forma de vivir su padecimiento. Por esta razón surge querer o intentar ser posibles guÃas para esta excursión hacia su interior, guÃas de lo que opera en la compleja condición humana.
El simple hecho de ser seres humanos abarca una multidimensionalidad sorprendente, dentro de la cual ese gran interrogante al que llamamos âmenteâ, es un componente multifacético que suele dejarnos atónitosâ¦
Los trastornos psicológicos que nos llevan a descubrir instancias muchas veces desconocidas por nosotros mismos, la clave de nuestro psiquismo, ese existente que pide a gritos que le prestemos atención. Ahora, cabe preguntarnos si William James, como tantos otros, estaba en lo cierto en afirmar: âEstudiar lo anormal, es el mejor modo de comprobar lo normalâ⦠pero ¿hasta que punto algo es considerado normal o anormal? â¦Â      Â
La salud mental desde una perspectiva de salud pública se define como estado de realización exitosa con resultados en: actividades productivas, relaciones satisfactorias con otras personas, habilidad para adaptarse a los cambios y hacer frente a la adversidad. Es indispensable para el bienestar de la sociedad, relaciones familiares e interpersonales y en la contribución con la sociedad y comunidad.
Los trastornos mentales son condiciones de salud que se caracterizan por alteraciones en el humor, comportamiento y pensamiento (estas alteraciones pueden combinarse), se asocian a la angustia, a una multitud de problemas, dolor, muerte o incapacidad.
La enfermedad mental es el término para referirse de manera colectiva a los trastornos mentales.
Se deben contemplar los trastornos mentales y la salud mental, como expresiones de la forma en la que el individuo se inserta en el medio social, incluyendo valores culturales, condiciones de vida y redes de pertenencia (familia, amigos, entre otras).
La persona en su crecimiento y desarrollo atraviesa momentos y situaciones crÃticas, a los que tiene que enfrentar con la personalidad que fue construyendo. El resultado de este enfrentamiento puede ser la maduración y enriquecimiento dentro del proceso de aprendizaje o contrariamente falta de resolución del conflicto y surgimiento de sÃntomas como ansiedad y depresión.
En nuestro paÃs, en las últimas décadas sucedieron una serie de acontecimientos que provocaron la crisis actual, contexto que lamentablemente influye sobre la salud mental de la sociedad.
La promoción de la salud mental, nunca fue un aspecto del que se ocupen las polÃticas de gobierno, sobre todo en perÃodos de crisis como el que atraviesa la Argentina hoy. Es un grave error que el Estado no considere este tema, pues tiene directa repercusión sobre el trabajo eficiente y la producción, y como concomitante un atraso en el desarrollo de la sociedad.
Ante una sociedad âlightâ, de consumo, donde prima el relativismo y la superficialidad, con valores olvidados, y un mundo que poco a poco se desmorona inmerso en un caos total, de desastres naturales, matanzas, delincuencia y tantos otros fenómenos que desorganizan nuestros esquemas, trascendiendo los lÃmites de la tranquilidad y estabilidad, provocando un desbalance psÃquico y fÃsico, cabe preguntarnos: ¿la utopÃa del cambio tiene alguna esperanza?...
En este contexto, los psicólogos como agentes de cambio, tienen una ardua tarea. Sólo basta observar los variados problemas cotidianos que ayudan a resolver y las diversas áreas institucionales en las que pueden participar. Asà el psicólogo, debe ser el artÃfice de los cambios en la comunidad en la que vive. Todo cambio implica duelo y en consecuencia dolor, en esta situación se hace necesaria la participación de un profesional, que entiende de conciencia y conductas y asiste con su método los procesos de cambio. .
Para poder entender claramente el rol del psicólogo, es importante referirnos primero, al significado del término rol: âserie de comportamientos o conductas manifiestas que se esperan de un individuo que ocupa un status socialâ. En segundo lugar, al significado de técnica: âconjunto de procedimientos y recursos que se emplean en una ciencia o arte, habilidad para usar esos procedimientosâ. El hablar de práctica técnica, implica transformar materias primas extraÃdas de la naturaleza en productos técnicos a través de instrumentos, la técnica responde a un fin, a una necesidad que surge en el modo de producción y práctica social.
En el caso de la psicologÃa, la materia prima serán los discursos, conductas y relaciones entre los sujetos; los instrumentos, aquellos procedimientos producidos por la psicologÃa tanto en la práctica como en la teorÃa, test y dinámicas de grupo, entre otros; el producto será obtener discursos y conductas del sujeto, adaptarlos e integrarlos en relación al lugar que el sujeto ocupa en la sociedad.
El rol del psicólogo se refiere al lugar, posición o status del mismo y la función que tiene asignada, la que se define por la clase dominante que le delega el poder técnico para ejercerla. Los destinatarios de su práctica se encuentran en escuelas, cárceles, y diversas instituciones estructuradas según pautas determinadas, las que a veces son reguladas por una clase dominante que pretende mantener el dominio. Todas las instituciones de nuestra sociedad se rigen por el principio de distribuir los papeles según el status que se ocupa, lo que lleva a la falta de reciprocidad, división entre el poder y no poder, opresión, exclusión, violencia.
La práctica psicológica implica: un lugar de psicólogo, rol; una conciencia del psicólogo: rol subjetivo; y una conducta del psicólogo: rol desempeñado dentro de una estructura social. Es posible realizar algo diferente al rol asignado, cuestionar el mismo, lo que requiere tomar conciencia de lo encargado en áreas calificadas como conflictivas o carentes de cambio, para ello la lectura sintomal que debe hacerse lleva a preguntarse, con frecuencia, porqué se resisten a aceptar otras tareas y objetivos que resultarÃan mas satisfactorios.
Entonces, si la sociedad se caracteriza por un conjunto de individuos que realizan diferentes y complementarias tareas al servicio del resto, el psicólogo debe concientizar que somos sujetos que deben funcionar como instrumentos de transformación en el seno de una sociedad. El progreso, el juicio crÃtico y el dinamismo, están a nuestro alcance, depende del saber comunicarse para lograr una interdisciplinariedad en la cual la comunidad participe. Será una decisión del psicólogo, según su ideologÃa quedarse o abandonar el campo de trabajo, ponerlo o no en tela de juicio, valorar las posibilidades de cuestionar y denunciar cuando algo no sea propicioâ¦
El psicólogo podrá optar por recurrir a un argumento de eficacia, justificando cualquier actividad y rechazando cualquier cuestionamiento de la misma desde la perspectiva de su utilidad; o bien, recurrir al humanismo, priorizando servir a la comunidad, ayudar a otros, hacer el bien buscando soluciones a los problemas sociales.
Toda sociedad organizada debe tener una polÃtica de salud para su correcto funcionamiento, formulada con un sentido democrático (entendiendo por tal, la participación de todos los sectores involucrados y en función de los intereses regionales y nacionales), tarea en la cual los profesionales de la salud deberÃan participar, no solo por su formación, sino también por su contacto permanente con la realidad sanitaria del paÃs.
La mayorÃa de la población conoce las actuales condiciones del servicio de salud pública., el que se sabe no acorde a las necesidades de la sociedad y al que puede calificarse de ineficiente, insuficiente y decadente, entre otros adjetivos poco favorables.
En los últimos años esta situación se agravó considerablemente debido a la falta de presupuesto destinado al área de salud y al papel que cumple el Estado en este rubro, cuya principal ocupación es el control de la actividad privada y la producción de bienes y servicios, acceso a los cuales queda restringido a los sectores que puedan debido a su poder adquisitivo, obtener los mismos. Este sistema de subsidiariedad, al promover actividades privadas, deja afuera cuestiones como la promoción y prevención de la salud.
La salud no es un bien de consumo, sino un derecho inalienable y prioritario de las personas, cuyo logro debe preocupar al conjunto de la sociedad. Para un acceso igualitario de la sociedad a la salud es necesaria la participación de todos los sectores en la formulación y la ejecución de una polÃtica sanitaria y el Estado, por su parte, debe asegurar que se cumplan tales condiciones.
La distribución del presupuesto nacional no contempla, como objetivo prioritario, el área salud; las obras sociales surgieron como una respuesta para suplir la falla. Hay que tener en cuenta que la salud âgratuitaâ no es una dádiva que los sectores desprotegidos reciben del Estado, sino que es un servicio pagado con el dinero que los ciudadanos aportan desde el pago de los impuestos. Es necesario remarcar que cuando se está pagando a una obra social, se paga por segunda vez un servicio. Cuando se paga en un hospital público un arancel adicional, se remunera por tercera vez el servicio de la salud.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), âsalud es el estado de completo bienestar fÃsico, mental y social, y no simplemente la ausencia de enfermedadâ.
Una polÃtica de salud que tenga por objetivo resolver la separación entre salud fÃsica y salud psÃquica, entre prevención y curación, entre lo individual y lo social, deberá promover acciones interdisciplinarias que permitan que cada disciplina cientÃfica aporte desde su especificidad para el logro de acciones conjuntas que posibiliten una práctica transformadora de la realidad sanitaria.
El transformar una acción interdisciplinaria en una multidisciplinaria, donde se suman conocimientos que parecen no tener que ver nada unos con otros, fue el defecto de un sistema educativo que tiende a parcializar la visión de la realidad, y a que ninguno logre una visión global de la misma, lo cual conduce a la imposibilidad de acción sobre la realidad o a la acción equivocada por una visión parcializada.
En este sentido, una concepción de salud en términos comunitarios no puede ser ajena a la concepción general del paÃs y sus ciudadanos. Esto introduce una vertiente de orden ético, ya que dicha concepción reúne una serie determinada de valores para ser promovidos socialmente.
El concepto de salud se asocia al de polÃtica. La riqueza mas importante de un paÃs la representan sus recursos humanos, cuyo grado de bienestar es exponente del nivel del progreso nacional, de esto se desprende el objetivo último de la polÃtica, la salud. La polÃtica de salud se relaciona con la salud misma, y el tipo de salud a la que aspira una sociedad está ligada a su polÃtica de salud.
Las acciones polÃticas que condicionan el medio social, pueden crear circunstancias para favorecer ciertos rasgos y no otros. Cuando postula desarrollar caracterÃsticas de participación, creatividad, solidaridad, responsabilidad y autonomÃa, promueve una polÃtica de salud diferente, coherente con éstas caracterÃsticas, por su contenido y por las formas de implementación. La elaboración e implementación debe contar con la participación de la comunidad en su conjunto, funcionarios, profesionales y usuarios de las prestaciones sanitarias.
El trabajo interdisciplinario con responsabilidades compartidas, es el ámbito propicio para resolver este problema donde la salud mental sea incluida en la realidad sanitaria y en una polÃtica acorde a ella. Las actividades sanitarias deben estar insertas en el quehacer de higiene y la salud mental.
La salud mental no se limita a la comprensión y resolución de problemas de desequilibrio psÃquico, también hablamos de salud mental cuando nos referimos a la etiologÃa de las enfermedades cardiovasculares, de los accidentes, de las relaciones familiares, laborales o sociales, o a trastornos emocionales o intra-psÃquicos y familiares del enfermo canceroso.
La presencia de una situación conflictiva provoca sensaciones desagradables, también llamadas tensiones, que actúan como señales que nos advierten ante un peligro: el de un desequilibrio de nuestro psiquismo. Las formas que adquieren estas tensiones reciben diferentes nombres de acuerdo al área de la conducta sobre la cual predominan, dejando sentado que siempre están involucradas las tres, consideramos el esquema de conducta de Pichón Riviére. Un aumento de tensión puede producirse con predominio de la mente y entonces la llamamos ansiedad, puede predominar en el cuerpo y entonces la llamamos angustia, cuando su origen predomina en el mundo externo lo denominamos miedo. Ante estos tres estados de desequilibrio, nuestro yo intenta volver a un estado de equilibrio disminuyendo la tensión a través de mecanismos adaptativos o de defensa.
La ansiedad incita a actuar, anima a enfrentar situaciones diferentes, nos mantiene alertas, nos obliga por ejemplo a estudiar mas para un examen. Es en un estado de malestar psicofÃsico caracterizado por una turbación, inquietud o zozobra y por una inseguridad o temor de lo que se vivencia como una amenaza inminente.
Al hablar de trastorno de ansiedad, nos referimos a una emoción que evita enfrentar una situación y trastorna la vida diaria. Es una enfermedad que supera un estado de nerviosismo ordinario. La ansiedad patológica se funda en valoraciones irreales de la amenaza y cuando es muy severa se transforma en pánico.
El riesgo de ansiedad se incrementa con el estrés, una historia de neurosis familiar, fatiga o exceso de trabajo, o la recurrencia a situaciones que fueron previamente estresantes o perjudiciales.
Existen diversos trastornos que hacen sentir ansiosa a la persona casi todo el tiempo sin ninguna causa aparente; las sensaciones de ansiedad pueden llegar a ser tan incómodas que provocan suspender las actividades diarias y el sufrimiento de ataques tan intensos que inmovilizan o aterrorizan.
Trastorno de pánico (TDP): Vivencia muy intensa de miedo o terror con sensación de descontrol, desvanecimiento o muerte inminente que llegan al sujeto en forma repentina y repetida y que no puede anticipar . Acompañado por agorafobia.
Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): Caracterizado por la presencia de ansiedad persistente, no guarda relación con circunstancias ambientales o contextuales, preocupación y tensión crónicas, aún cuando nada parece provocarlas. Quienes padecen TAG anticipan siempre un desastre, se preocupan excesivamente por la salud, dinero, familia, trabajo, viven atormentados por pensamientos catastróficos o fatales.
Los sÃntomas fÃsicos del TAG y TDP son palpitaciones, sudor, estremecimiento, temblores, sensación de ahogo, dolor y opresión en el pecho, náuseas o molestias abdominales, sensación de irrealidad, temor a perder el control o volverse loco, miedo a morir o sensación de muerte súbita, sofocaciones o escalofrÃos, visión borrosa, inestabilidad, mareos o desmayos.
Trastorno obsesivo compulsivo (TOC): Caracterizado por pensamientos o rituales de ansiedad que el afectado siente que no puede controlar. Los pensamientos o imágenes preocupantes se llaman obsesiones y los rituales que se celebran para tratar de prevenirlas o disiparlas se llaman compulsiones. No es placentero para el enfermo el celebrar estos ritos, sino que siente un alivio temporal al hacerlo. Entre las obsesiones más frecuentes se encuentran: el lavado de manos excesivo o ritualizado, excesiva limpieza del hogar sobre todo de baños y cocinas, la verificación de llaves de gas, cerraduras, etc., los rituales de repetición y compulsiones de conteo también se presentan.
Trastorno por estrés postraumático (TEP): Condición debilitante que sigue a un evento de terror. Las personas tienen recuerdos persistentes, pesadillas y pensamientos espantosos de su experiencia traumática (accidentes, raptos, violaciones, tortura, terremotos).
El evento que desata esto puede ser algo que amenaza la vida del sujeto o de alguien cercano a él. Quienes lo padecen tienen problemas de sueño, sobresaltos, pérdida del interés en actividades cotidianas, evitan lugares o cosas que recuerdan los momentos traumáticos.
Fobias:Trastorno caracterizado por un miedo intenso, persistente, excesivo e irracional hacia objetos o situaciones concretas que por lo general se acompaña por una pronunciada tendencia a evitarlos. La respuesta de miedo actúa como una reacción defensiva instantánea frente al peligro, no es considerado fobia a menos que origine una disfunción o incapacidad funcional significativa .Se clasifican en: fobia especÃfica (miedo a un objeto o situación determinada); fobia social (miedo a padecer una situación vergonzosa en un medio social) y agorafobia (miedo a encontrarse en un lugar en donde va a ocurrir el ataque).
El ritmo vertiginoso en el que hoy se vive es âun caldo de cultivoâ de enfermedades tanto fÃsicas como psicológicas. Asà como el hombre aprende a renunciar a aquellos alimentos que le son perjudiciales, deberÃa, en algún momento apartarse de aquellas emociones y situaciones que le son nocivas para su psiquismo. Actualmente las personas no comprenden que la familia, el colegio, el club y el trabajo son potenciales ámbitos en los que se podrÃa desarrollar una patologÃa. Con esto no queremos decir que la gente se mantenga aislada, sino que sepa discernir cuales son los factores desencadenantes de un desequilibrio para poder prevenirlo.
No hay concientización social sobre la importancia de la salud mental, las polÃticas de salud no contemplan este fenómeno. La situación cotidiana en la Argentina fomenta trastornos en la misma sin tener en cuenta que de la salud a la enfermedad hay una delgada lÃnea que es muy fácil de sobrepasar.
La mejor manera de erradicar este mal es informarse sobre el tema. Lo estudiado e investigado para la realización del trabajo nos llevó a darnos cuenta que esta clase de enfermedades existieron desde siempre. Las causas y tratamientos fueron muy variados como asà también su denominación.
Una posible solución serÃa la implementación de polÃticas de salud que contemplen la prevención de esta problemática, que abandonen la postura de excluir al enfermo mental y se den cuenta que éste no es tan diferente a uno mismo. âEl enfermo mental no sólo es el otro, el enfermo también puedo ser yo al marginarloâ
Creemos que serÃa conveniente abandonar posturas ideológicas, dejar de defender teorÃas como a dogmas, renunciar a actitudes que sólo defienden intereses personales. Nos aferramos a la idea de ahorrar toda esta energÃa invertida en lo anterior para emplearla en hacer de la sociedad un ámbito cada vez menos hostil, en donde se desarrollen menos desequilibrios en nuestra mente, de lo contrario nos aniquilaremos cada vez más.
En La Revista hemos advertido con satisfacción que crece nuestro espacio de lectores, entre otros, con estudiantes terciarios y universitarios, por lo cual nos pareció coherente en sà mismo publicar este trabajo. Pero aparte consideramos importante y casi imprescindible que el público en general, y las autoridades de salud de la provincia en particular, lean con qué seriedad y criterio ven la situación de la salud mental, hoy, dos personas de sólo dieciocho años.
*Estudiantes de 1° año de la carrera de PsicologÃa, UCSE.
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