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Hotel Gregorio
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Ernesto Aguirre

Murió por ser Botana

Ernesto Aguirre

      Con la primera plana ocupada por noticias sobre el avance de tropas alemanas en el frente ruso, la edición del martes 5 de agosto de 1941 del diario El Día, editado en nuestra ciudad, registra (en páginas interiores–sección sociales) una anécdota sucedida durante la noche del sábado anterior en salones del hotel Termas de Reyes. Bajo el inquietante título de “Se agravió a la sociedad jujeña”, el cronista nos cuenta que “el sábado por la noche el gobernador Dr. Bertrés ofreció una cena en honor del Sr. Botana”. Más adelante señala que el director de la orquesta presente aquella noche en el hotel pidió un aplauso para el señor Natalio Botana y concluye: “esta manifestación, como es natural, produjo el consiguiente estupor, pues el concepto de que goza el diario Crítica es de los más pobres”.
      Pero, ¿quién era este señor Natalio Botana, capaz de ser agasajado por el gobernador jujeño y al mismo tiempo (“como es natural”) despreciado por la prensa local?
En 1913 y en la ciudad de Buenos Aires, Natalio Botana (uruguayo de nacimiento) publica el primer número del diario Crítica, diario que provocaría, en los años venideros, una verdadera revolución en la prensa escrita argentina y latinoamericana, llegando a constituirse, con una tirada diaria de trescientos mil ejemplares, en el más importante, escrito en castellano, del mundo. Su influencia rebasó lo estrictamente periodístico, llegando a participar en el centro de la vida cultural del país (en su redacción se encontraban las mejores plumas del momento: Arlt, los hermanos Gonzáles Tuñón, Olivari, Borges, entre muchos otros) y de manera activa y fundamental en la realidad política nacional (su campaña a favor del golpe que derrocaría a Yrigoyen en su segunda presidencia fue fundamental). De aquí las pasiones encontradas que despertaba su persona y mucho más, su diario.
      Aquella noche en Termas de Reyes, Botana contaba con 52 años y con una de las fortunas más sólidas del país. Esto explicaría su presencia en nuestra provincia. Don Natalio Botana, finalizado su agitado matrimonio con la dramaturga anarquista Salvadora Medina Onrubia (cuya vida apasionante mereciera un libro recientemente editado) esperaba concretar en San Salvador la compra de, nada menos, nuestras lagunas de Yala para obsequiárselas como regalo de bodas a la española María del Carmen Durán, de quien se había enamorado y pensaba casarse antes de que finalizara aquel año de 1941 (en la ciudad de Méjico, por supuesto). Lo que hasta ese momento no pasaba de ser una anécdota… curiosa, se podría decir (en el mejor de los casos) por aquello de la compra de las lagunas, se transforma en tragedia el miércoles 6 de agosto.
      Según la crónica de El día del 7 de agosto y bajo el título de “un vuelco espectacular sufrió el auto en el que viajaba el gobernador, resultando varias personas heridas de gravedad”, se detallan los pormenores del fatal accidente que terminaría con la vida de Don Natalio Botana.
      Alrededor de las 17 hs. de aquel miércoles, el vehículo (de uso oficial) de la gobernación regresaba del hotel Termas de Reyes (siempre según lo publicado por El Día) conducido por el chofer Sr. Vicente Castillo, al ingresar al puente sobre el río Reyes (Guerrero), y por razones que no fueron precisadas, éste vuelca terminando su carrera en el cauce del río, de donde sus ocupantes fueron rescatados, de manera inmediata, por la rápida acción de don Ignacio Carrillo, propietario de una finca vecina al lugar del accidente, junto a un grupo de peones de la zona.
      El coche (no sería un Rolls Royce propiedad de Botana, como afirma Álvaro Abós en la biografía de aquél, “El tábano”) perteneciente a la gobernación de la provincia, como ya se dijo, estaba ocupado por el nombrado Sr. Castillo al volante, a su costado viajaba el gobernador Bertrés y atrás el Sr. Botana junto a Pedro Scapuscio, Secretario de Redacción de Crítica y mano derecha de Botana (a la muerte de éste hereda la dirección del diario) y José Pedro Barreiro, Jefe de Redacción del mismo diario. Todos resultaron heridos, pero el más grave, sin lugar a dudas, por tratarse de un paciente cardíaco, era Botana. Una de sus costillas quebradas había lastimado el tejido cardíaco, lo que hacía que su estado fuese muy delicado. Las dos ambulancias que acudieron al accidente trasladaron a las víctimas hasta el hospital San Roque. Allí, los médicos Pablo Perovic, Miguel de los Ríos, Luis Zurueta, Samuel Wainfeld y Vicente Bernasconi se aprestaron a intervenir quirúrgicamente a Botana en forma inmediata, cosa a la que se opusieron sus acompañantes, alegando que el único que podía asistirlo era su médico personal, Dr. Finochieto. Éste debía viajar desde Buenos Aires, viaje que, por la urgencia obvia del caso, debía realizar en avión. La feroz tormenta desatada sobre la ciudad porteña aquella noche clave, impidió la partida del vuelo y, por consiguiente, el arribo a tiempo del Dr. Finochieto fue imposible.
      â€œA consecuencia de las heridas que sufrió en el accidente del martes -dice la edición del 8 de agosto de El Día-, pereció Natalio Botana”. Falleció el 7 de agosto a las 4,20 hs. de la mañana.
La muerte de una vida tan polémica no podía ser menos. Al mediodía de aquel mismo día de la muerte, el ataúd con el cuerpo de Natalio Botana fue cargado en el vagón de un tren especial que lo trasladaría hasta Buenos Aires para su sepelio. Cuentan que un testigo, en la estación, comentó (a manera de reflexión) “de ser otro se salvaba, lo operaban y chau, pero… ser Botana lo mató”.
Las palabras de despedida a los restos de Botana de suelo jujeño estuvieron a cargo del diputado provincial Dr. Horacio Guzmán.






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