Ariadna Tabera
Durante un mes y medio se rodó en Purmamarca la pelÃcula La niña y la estrella, dirigida por Alberto Lecchi, con Gastón Pauls y Marina Vilte. La Revista estuvo ahÃ, conversando con ellos.
-¿Cómo es ser Gastón Pauls?
-Lo que casi seguro sé es que convivo 24 horas por dÃa conmigo. Digo casi, porque hubo épocas de mi vida en que intentaba no convivir conmigo algunas horas. Quizás, en realidad, tenÃa un poco que ver con eso. Extrañamente, cuando dicen âGastón Paulsâ en algún lugar hasta a mà mismo me suena...
-Qué parte de vos sos vos...
-Claro, hasta a mà mismo me suena como un nombre conocido, y pienso éste es el famoso. Y de hecho cuando lo dicen (cuando me nombran) ya suena como un nombre famoso. En realidad, yo hace unos años, casi medio en joda y un poco en serio, con algo de necesidad, pensé, como mi apellido se dice âPaulsâ y en muchos lugares, me dicen âPolsâ, me voy a dividir. Que el famoso sea âPolsâ. Es más, cuando me llaman y alguien dice âPaulsâ me suena más familiar, más cercano, como si me conocieran más, que el popular âGastónpolâ. Igual, a esta altura, hay algo que agradezco a mi familia y a mis amigos cercanos, porque sigo teniendo el mismo grupo de amigos de toda la vida, lo que hace que yo todavÃa siga siendo âGastón Paulsâ, al que le ocurrió hace once años laburar en un programa de televisión que tuvo popularidad. Ellos saben de dónde vengo, saben lo que me costaba hacer ciertas cosas, y también hacia dónde voy. No perder ese norte âahora que lo pienso desde el norte y que veo âNorteâ (tÃtulo de una revista sobre la mesa del bar)- hace que ser Gastón Pauls sea todavÃa un desafÃo en mi vida. Ser quien quiero ser, quien mis padres trajeron a este mundo y darle forma a ese nombre que me pusieron hace 33 años creo que es el desarrollo y el desafÃo de mi vida. TodavÃa no tengo muy claro quién soy, voy entendiéndolo y construyéndolo paso a paso. Hay momentos en que disfruto mucho, hasta de la fama y momentos en que esa fama no se hace fácil. De todas maneras, siempre lo tomé desde el mejor lugar. Hoy fui a Jujuy, a verlo a Tizón y comprar unas cosas que le querÃa regalar a Marina y se puso denso. Estaba caminando por la calle y el momento del regalo es Ãntimo, es todo un rito ir a elegir algo para una persona. Y se transformó casi en un trabajo.
-Además, regalar, elegir el regalo es algo que se disfruta...
-Totalmente y fue difÃcil. TenÃa que cruzar la calle, venÃan cuatro o cinco personas gritando y al final fue âbueno, dame estoâ, todo rápido. De todas maneras, lo tomo con respeto, como el devenir de algo que empecé a hacer hace once años, que es laburar en algo que me expone y este es el resultado.
-Me sorprende la naturalidad con la que tratás a la gente. No sé si es algo que te costó o que surgió, que te muestra como una persona, y no como un personaje.
-Cuando terminé âMontaña rusaâ (1994-1995) que fue el programa que me puso en un determinado lugar, me acuerdo que un dÃa tuve una reunión con un representante, que me dijo: âGastón, si te empiezo representar no quiero que vos vayas más a pagar cosas al banco, quiero que siempre tengas un remis que te pase a buscar, que te lleve. No tenés que salir mucho a la calle, sos una persona importante en este medioâ. Y mientras lo escuchaba, pensaba que eso era todo lo contrario de lo que yo quiero. Asà yo mañana sea presidente del mundo, de un paÃs que se llame mundo -que todos los paÃses sean uno solo- ojalá pueda seguir saliendo de mi casa a la calle, comprar el pan y saludar  como saludaba siempre al mismo tipo. Ahora, hay como un juego ahÃ, cuando recién decÃas si es un trabajo... Hay una frase de Oscar Wilde que para mà es genial, él dice que ser natural es la más difÃcil de las poses. Es como decir, qué, ¿estoy actuando la naturalidad? Y a la vez digo âgracias a Dios soy actorâ. Es cierto que todos actuamos durante el dÃa, hay momentos en los que nos pasa algo y para no mostrar esa emoción actuamos otra. Somos todos actores, lo que pasa es que yo tengo segmentos, horas; por ejemplo, yo ahora hasta la una de la mañana estoy actuando. Es un trabajo. Y durante el resto del dÃa no tengo ganas de actuar; trato de hacer lo que me salga. El premio para ese intento mÃo de ser lo más libre con mis emociones y mis sentimientos es inmenso, con pequeñas cosas. Como que se acerque un nene de tres o cuatro años. Y los nenes si hay un careta lo ven . Creo que hay algo super puro y ojalá yo siga teniendo esa respuesta de ellos, que no lo pierda. Y eso sà que no lo cambiarÃa. Cuando veo, en este medio sobre todo, donde yo no tengo muchos amigos -son muy pocos y están fuera de esa pose farandulesca- que un actor tiene guardaespaldas, me parece patético. De qué te tiene que cuidar. Me da mucha pena por lo que se pierden, por lo que muestran en un programa de TV pero después no son en la vida.
-¿Cómo fue hacer Ser urbano, cómo surgió?
-A mà me llamaron en el 2002 de la producción de Ideas del Sur, la productora de Tinelli, para hacer un programa periodÃstico; no tenÃan muy claro lo que querÃan. Cuando tenÃa 17, 16, no sé, habÃa un programa que me encantaba que hacÃa Fabián Polosecki, que se llamaba âEl otro ladoâ y después âEl visitanteâ. Me encantaba. HabÃa algo en sus tiempos, en su mirada, en su realización, que me sedujo mucho cuando lo vi. Y muchas veces dije que algún dÃa querÃa hacer algo como eso. Primero, cuando me llamaron la propuesta no me interesó mucho. Y me llamaron porque me habÃan visto en algunas marchas; querÃan a alguien comprometido con ciertas cosas. Yo hice una contrapropuesta, para hacer algo más parecido a lo de Polosecki. Al principio me dijeron que no porque les parecÃa algo muy oscuro y poco comercial. Y después empezaron a aflojar y a aceptar ciertas propuestas mÃas y terminó siendo âSer urbanoâ. Y fue, primero, encontrar que estaba haciendo lo que querÃa. De hecho en el â96 Juan Castro me llamó para hacer âZooâ y yo le dije que no, pero sentÃa que evidentemente habÃa algo mÃo, que otros también habÃan visto, y empecé a hacer ese programa. Hoy dos años después (fueron dos temporadas) siento que hay cosas que yo ya no miro de la misma manera. Haberme metido en cinco cárceles; haber estado en quince villas; haber visto hambre crudo, extremo; pobrezas económicas extremas; todo eso me hizo un click en la cabeza. No sé si hubo alguien de arriba, Dios, que digitó esto, que me lo puso en el camino, o qué fue, pero siento que me convierte en una persona con un bagaje de emociones y de experiencias bastante importantes y lo agradezco mucho. Lo que sà siempre pienso es qué voy a hacer ahora con todo eso. Una vez lo hablaba con Juan, antes de que hiciera lo que hizo o pasara lo que pasó, él me dijo (tres meses antes de lo que pasó) que nos tenÃamos que juntar para ver cómo hacÃamos para seguir viviendo con lo que veÃamos, qué hacer con lo que veÃamos. Eso me lo dijo en diciembre y murió en marzo, creo. Y yo lo pensé mucho, porque también pensaba cuando hacÃa el programa en cómo terminó Fabián Polosecki, que se suicidó. Y no es fácil. Yo el lunes entraba en una cárcel, el martes, estaba en una morgue; el miércoles entraba a una villa, el jueves en un hospital con niños con enfermedades terminales... Llegaba el sábado y pensaba qué hago con todo esto, cómo se sigue. Qué posibilidades hay desde el lugar que uno tiene de ayudar. Yo me habÃa convertido, simplemente, en un observador de la miseria más espantosa o del dolor extremo. Siento que tuve muchas contradicciones haciendo el programa, más allá de que sabÃa desde dónde lo hacÃa. Yo llegaba con una cámara, grabábamos con la gente, y a las 10 de la noche estaba en mi casa. Y el programa se vendÃa, tenÃa una tanda, a mà me pagaban.
-Y vos lo veÃas directamente, me pregunto hasta qué punto el que está del otro lado del televisor, hasta adormecido de ver tanta miseria y dolor, se da cuenta, toma conciencia de que eso es la realidad de alguien. Porque cambiás de canal o apagás el tele cuando no aguantás más.
-A mà me daba mucho miedo y pasa que la pobreza y el dolor se convierten como en modas que dan raiting, que la gente durante una hora tiene para decir âputa, qué mal está todoâ, âalgo habrÃa que hacerâ. Y al otro dÃa me agradecÃan por mostrar esto, pero todo seguÃa igual. Para mà la llave para pasar esa sensación de culpa y esa contradicción que sentÃa que tenÃa, fue tratar de hacer algo y una de las cosas que hice fue empezar a preguntarles a todos los entrevistados para qué me contaban lo que me contaban. Si entraba en un hospital y un tipo me contaba cómo estaba muriéndose de cáncer y cómo vivÃa sus últimos dÃas, le preguntaba para qué me lo contaba. Eso me tranquilizaba mucho porque sabÃa desde dónde lo estaba haciendo y porque esa persona me decÃa âporque siento que va a servirâ. Por ejemplo, dos hermanas, cuya madre se habÃa suicidado, un dÃa me dijeron âporque sé de dónde venÃsâ, cosa que para mà fue darme cuenta de que habÃa algo puro en esto más allá de todo el negocio. Y también pasaba con los chicos que hacÃan cámaras. A veces estaba hablando con una persona y miraba dos segundos al cameraman que lloraba, eso me daba la pauta de que habÃa algo muy humano desde donde lo estábamos haciendo.
-De los programas que hiciste, la verdad es que para mà muchos eran muy difÃciles de ver, pero hubo uno, el de Juan Cabandié âel último nieto recuperado por Abuelas- que me mostró que habÃa una persona haciendo la entrevista, alguien que compartÃa el dolor del otro, que se emocionaba, que es algo que no se ve en TV.
-Qué bueno. Con Juan hace un año que somos Ãntimos amigos. Para mà fue uno de los programas más conmovedores porque Juan hacÃa muy poco tiempo que se habÃa enterado que era Juan Cabandié. Y él aún hoy está con una crisis de identidad muy grande. Hubo muchas cosas que salieron y otras que no porque se editaba mucho, pero en esa charla hasta hablamos de mis viejos.  Fue una conversación y eso es lo que más amo de ese programa, que eran conversaciones a veces durante horas.
-¿Cómo es trabajar en una filmación, la relación con la gente del equipo, porque escuchaba a alguien decir que es poco el tiempo y las relaciones son muy fuertes?
-Es maravilloso y muy extraño. Esta pelÃcula tuvo un rodaje corto, hay otras que son dos meses y medio, diez semanas, doce semanas. En ese tiempo, un grupo de cincuenta personas está contando lo que se va a ver en pantalla en una hora y media. Yo como actor, hoy voy a hacer una escena que me lleva todo el dÃa; después en pantalla es un minuto. Y es tan intenso como eso, porque potencia las emociones y, a la vez, cuando vos tenés que transmitir una emoción te ayudan cinco personas: el cameraman, el iluminador, el sonidista, tus compañeros. Tiene que ver con las propias emociones condensadas y con transmitir. Por eso todos se enamoran, después todo termina, es como una pequeña vida -en este caso- de un mes y medio. Es increÃble y muy intenso. No fue tanto para mà en esta pelÃcula porque el tiempo de rodaje fue más corto, porque conozco al director, conocÃa a la actriz y me gustaba la idea de venir un mes y medio acá, muchÃsimo. Salà de Buenos Aires y manejé sin parar, sacado, hasta acá, como si me atrajera un imán. Y después se termina. Es tan intenso, que en las últimas pelÃculas pensaba, cuando estaba por empezar, el primer dÃa de rodaje, que no iba a llegar al final, que me iba a dar un infarto antes. Después no ocurre y no sé cómo uno termina las cosas. En esta no fue asà porque me resultó más relajada y ya conocÃa al director.
-¿Y eso es muy importante?
-SÃ. Antes trabajé tres veces con el mismo director español, pero en este caso, comparto más lo que hace Lecchi. Y ayuda porque ya sabe que vos tocás ciertas notas musicales y no te pide cosas que vos por ahà todavÃa no tenés. Y las cosas van más fácil, fluyen.
-¿Cómo es para vos estar en Purmamarca filmando?
-Para mà las pelÃculas en general, salvo casos muy puntuales, son experiencias de vida. Y sobre todo en los últimos años me tocó laburar en Bulgaria, Croacia, Perú. Lugares muy extraños. O con el programa mismo, me tocó ir a la Antártida. Con esta peli, yo sabÃa que me venÃa un mes a laburar en un lugar donde ya habÃa estado y que me parece increÃble. Me lo tomé como una experiencia, venir un mes y pico acá, relajado. SabÃa que no iba a tener televisión ni teléfono en el cuarto y me seducÃa mucho la idea.
Y hoy pienso que este es un viaje muchÃsimo más importante de lo que yo creo, por muchas que me han pasado en los últimos dos años en mi vida, por la paz y la tranquilidad que siento que tengo ahora. Siento que no la tenÃa hace un año y medio y descubrà que la tengo hoy; es valiosÃsimo. Creo que todavÃa no soy conciente de la importancia de este viaje en mi vida.
-Estas condiciones, en este lugar, sin teléfono, etc., te dan más âespacio interiorâ...
-A la fuerza. Te encontrás sin la droga que es el botoncito que se enciende y te transporta, y te colgás escuchando cómo un boludo dice boludeces. Gracias a Dios no estoy escuchando ciertas cosas. En Buenos Aires a veces lo hago, por ahà estoy en casa y a las tres de la tarde veo una manga de pelotudos hablando de la vida de otro.
-Parece que todo eso deja de existir cuando estás lejos.
-Claro. Y te das cuenta de la relativa importancia de todo, de lo realmente poco importante, poco valiosa que es cierta gente o cierto mundo. Vas caminando, mirando un cerro, y qué otra cosa hay. Algunas otras veces me pasó tener esta misma sensación, viajar y ver a la distancia cómo ciertas cosas pierden la importancia cuando hacés tres pasos para el costado y cómo empezás a valorar otras.
-¿Cómo fue trabajar con Marina?
-Marina. Hoy fui a la casa a comer y la escuché cantar y me enamoré más. Ya Marina me gusta desde muchos lugares: cómo es, cómo piensa, cómo se rÃe de ciertas cosas, la pila que pone, la inteligencia y la sensibilidad que tiene. Tiene una carga...que le va a dar muchos placeres y dolores en la vida. Y me parece que lo va a tener que agradecer siempre porque no todo el mundo tiene esa sensibilidad y esa pureza.
Yo no dudaba, cuando Alberto Lecchi me dijo âa los minutos la vas a amarâ. Confiaba en la visión de Alberto y confÃo en cómo me comunico con la gente con la que laburo, sobre todo si viene bien recomendada. Si Alberto me hubiese dicho lo contrario, seguramente hubiera venido con otra onda. Sé desde dónde hago lo que hago y veo que Marina está jugando. Hay algo que yo le agradezco a mi vieja, porque cuando era más chico, iba a filmar pelÃculas y realmente la pasaba muy mal, terminaba escenas que no me gustaban y golpeaba las paredes, puteaba...Un dÃa mi vieja, no me acuerdo en qué pelÃcula, estaba en la noche previa, muy nervioso, y ella me dijo âandá a jugarâ.
-Y te abrió la puerta.
-SÃ, y se puede. Yo con esto no le estoy dando de comer a un pibe en Africa y si encima la paso mal, haciendo lo que yo elijo hacer. Y hoy disfruto. Disfruto con Marina muchÃsimo, de hecho hasta un segundo antes de que digan âacciónâ estamos hablando de fútbol. Ya a esta altura de mi vida es la única forma que tengo de hacerlo, y, gracias a Dios, Marina también porque es una nena de doce años, que está viviendo y disfrutando lo que pasa. La presión es un bajón y eso se ve después en la pelÃcula.
-¿De qué trata la pelÃcula?
-Para mà es el nacimiento del amor en una chica. Para mà es la pelÃcula de ella, de Marina, del personaje de Marina, Estela. Es cómo nace un amor y muere otro. Y acabo de entender, en las estrellas ocurre lo mismo, nacen y mueren. La pelÃcula habla sobre cómo nacen y mueren las cosas y cómo después de una muerte viene un nacimiento, cómo todo sigue. En realidad, nunca sé bien de qué tratan las pelÃculas hasta que terminan y las veo.
-¿La fragmentación de las escenas te complejizan la visión del todo?
-Es como si tuviera que decir de qué trata mi vida, la de Gastón, no sé. Es complejo. Quizá dentro de unos años te digo âde esto hablabaâ, o quizá, después, del otro lado. Me cuesta porque estoy totalmente metido en un personaje que está caminando hacia un lugar y le cuesta ver el afuera. La pelÃcula habla de vida y muerte de los amores.
-QuerÃa preguntarte algo más y no sé si tenés que ir a filmar.
-Dale.
-¿Qué pasa con el cine argentino, existe?
-Hay de todo, como en todo cine en cualquier lugar del mundo. Es extraño, viajé muchÃsmo por cine a festivales, estrenos, rodajes. Y el cine argentino, en cualquier lugar del mundo es uno de los cinco más importantes. Es muy respetado porque es muy difÃcil filmar y aún asà se hacen 70 pelÃculas por año y el porcentaje de pelÃculas buenas para los festivales es mayor que el de las pelÃculas yanquis. Se filman 700 por año y para ellos, buenas, hay cinco, que es 1%. En Argentina, de las que se consideran buenas, es el 10%. Creo que hay de todo y hay un cine que yo respeto mucho, que está en una real búsqueda, otro que me parece que se está repitiendo un poco, aunque quiera ser nuevo, âNuevo cine argentinoâ. Es un rótulo que condiciona. No hay casi nada nuevo en ningún lado. Es un lugar que yo respeto, no sé si es porque participo de él. También, yo durante años no respetaba la televisión y me fui. No me gustaba lo que se hacÃa ni la gente que laburaba. Si no respetara el cine podrÃa decidir no hacerlo más.
-¿Y qué harÃas?
-Ahora quiero producir una pelÃcula sobre el padre Mujica, pero si no hiciera eso, no hiciera tv., quizá harÃa teatro que hace años que no hago. Y si no, me dedicarÃa a cualquier cosa. No bastardearÃa mi laburo sólo por el hecho de hacerlo, de decir âsoy actor, sigo actuandoâ.
-De algo hay que vivir...
-Una vez leà una entrevista a Pompeyo Audivert, que me gustó mucho, donde contaba que tenÃa una imprenta en un momento y decÃa que si no le gustaba lo que le proponÃan se volvÃa a la imprenta y sólo harÃa como actor lo que le gustara.   HarÃa cualquier otra cosa, hay muchas para hacer y no le tengo miedo a ninguna.
âCreo que la pelÃcula es sobre Alberto y yoâ
Marina Vilte es purmamarqueña, tiene 12 años y ha participado en dos pelÃculas del director argentino Alberto Lecchi. Para ella âLa niña y la estrellaâ es una experiencia única âsobre todo porque estaba Gastónâ.
-¿Por qué te convocaron a actuar en âLa niña y la estrellaâ?
-Todo empezó el año pasado, cuando Alberto se cruzó conmigo mientras yo jugaba a las bolillas, él me miró y yo lo miré, como diciendo ây qué, soy una chica y juego a las bolillasâ. Después me preguntó si yo querÃa participar de â18 Jâ, un corto sobre la AMIA. Ellos ya habÃan convocado a otra chica, pero cuando me vio a mà le pareció que debÃa ser yo. Y entonces empezó una amistad muy grande con Alberto, lo quiero mucho, lo quiero como si fuera mi tÃo.
-¿Y después?
-Me dijo que estaba trabajando en una nueva pelÃcula y que querÃa que yo estuviera ahÃ, que yo haga el personaje. Y yo misma estaba con dudas, por la escuela. No sabÃa qué hacer. Y me insistió porque no le respondÃa, me dijo que si no aceptaba ese papel, no era que no se iba a ser sino que no tendrÃa mucho sentido la peli.
-Porque él la habÃa pensado para vos.
-Claro, es lo que entendÃ. Y dije que sÃ.
-¿Y tus viejos qué te decÃan?
-Que sÃ, y los amigos de mi mamá, también, que aunque me quedara de grado, la hiciera.
-¿Cómo te resultó hacerla?
-Hermoso, fue una experiencia única. Conocà gente, aprendà mucho. Y más, trabajar con Gastón, una persona hermosa.
-¿Cómo hiciste con la escuela durante el mes de filmación?
-A veces iba, cuando tenÃa dÃas libres. Pero cuando el dÃa anterior habÃa trabajado mucho y estaba mal, preferÃa no ir. Igual iba copiando todas las tareas y ahora en estas vacaciones completé y me puse al dÃa.
-¿Qué hacÃas todos los dÃas, cómo era el laburo, a qué hora te levantabas?
-Me levantaba 7.30 o antes, dependÃa de lo que habÃa que hacer, de los dÃas. Hubo dÃas que ellos venÃan acá a filmar, en mi casa, a eso de las 6 de la mañana. Y todo el mundo en camisón se iba para la otra pieza para seguir durmiendo. Y yo descansaba un poquito ahÃ, pero igual cuando me despertaba ya no me podÃa dormir, con el entusiasmo que tenÃa. Pasaba la filmación de las secuencias y en las más cortitas, en esas que vos decÃas esto es una huevada, eran más largas que las que tenÃan tres hojas, dependÃa de las luces, todo.
-¿Cómo hiciste con el texto, tenÃas escenas con mucho para decir?
-SÃ, hubo un par de escenas muy largas. Las leÃa la noche anterior, las repasaba y las volvÃa a repasar con mi mamá.
-¿Y ellos te hablan sobre cómo eran las escenas?
-Al principio, antes de comenzar la pelÃcula, Alberto vino para hablar conmigo, para que la leamos juntos y saber de qué se trataba. A mà me encantó. Entonces, la leÃa con mi vieja y la sabÃa al otro dÃa. No es que la tenÃa que decir exacta punto y coma, como estaba. TenÃa que tener la idea y que saliera de una, eso es lo mejor.
-¿Y en eso te ayudó Gastón?
-SÃ, estábamos en pleno vestuario e Ãbamos repasando la letra.
-¿Cómo fue trabajar con él?
-Se me hace que acepté también porque estaba él. Porque todo el mundo lo admira y a mà siempre me cayó bien por su manera de pensar, por los comentarios que hacen en mi casa, que les cae muy bien por su forma de pensar, por cómo es. Entonces, a mà ya me caÃa bien de antes. Y pensé que trabajar con Gastón Pauls no es lo mismo que trabajar con otro, con Pablo Echarri, ponele. Lo volverÃa a elegir.
-¿Justo antes de que te dijeran âacciónâ, qué hacÃas vos, te daba miedo, nervios?
-La primera semana, sÃ, apretaba mis manos y cuando decÃan âacciónâ salÃa dos segundos después. Y primero respiraba profundo. Me ponÃa muy nerviosa y se me corrÃa la letra. Después me fui acostumbrando, respiraba hondo y salÃa.
-Gastón me contó que hablaban de fútbol antes de salir.
-De todo, sÃ. Lo que pasa es que él es de Boca y yo, de River a muerte.
-Ahora entiendo.
-Hay un montón de bosteros en esa peli, pero aguante River. Todos son hermosas personas; los utileros, Pedrito, los que trabajaban en carga, todos me cuidaron, nos hicimos amigos. Eso estuvo bueno, hablábamos de todo.
-¿De qué trata la peli para vos?
-Creo que de la historia que vivió Alberto conmigo y yo con él. Le cambió algunas cosas, obviamente, las edades...Es la relación nuestra, todo, cuando llega a la plaza, que me ve jugando a la pelota, todo eso fueron escenas que vivimos. Se muestra mi vida, si alguien la ve dirá âcómo una nenita va a jugar al fútbolâ. No, yo juego fútbol y juego bolillas, esa es la verdad.
-¿Haber hecho estas dos pelÃculas te hace pensar en ser actriz, en seguir? ¿ O hay otras cosas que te gustarÃa hacer?
-Me gustan otras cosas aparte de esto. Pero pienso, por ahà si estoy en 3º del secundario y alguien me ofrece hacer otra pelÃcula, dirÃa que sÃ, por la experiencia que tuve en esta, que la pasé bien, que me dan ganas de seguir. Aparte me gusta la música, el arte.
Igual quiero esperar un poco, ver qué pasa, si hay otra chance o algún número escolar, y me va bien. Y si me animo a un poco más, me meto a alguna clase de teatro. Si no, harÃa música que me gusta más. Me gustarÃa entrar en un coro, el año que viene que me voy a estudiar a Jujuy el secundario y al Conservatorio.
-¿Te dan ganas de irte de Purma a la ciudad?
-Un poco sÃ, este último tiempo a mà Purma me desilusionó por el problema de los turistas, las peatonales, los cambios. No me quejo de ellos quieran ver esto, pero estamos invadidos. No es asÃ, tienen que respetar un poco porque la cultura se pierde. No sé qué se puede hacer. En cinco años más esto va a ser Carlos Paz. Seguro que voy a volver siempre, cuando tenga un mÃsero feriado voy a estar acá, porque está mi casa y mi familia, con eso basta y sobra.
La niña y la estrella
Durante el mes de junio se realizó en Purmamarca el rodaje de la pelÃcula argentina âLa niña y la estrellaâ, dirigida por Alberto Lecchi, con las actuaciones de Gastón Pauls junto a la purmamarqueña Marina Vilte y con música de Tukuta Gordillo.
Ya es larga la lista de pelÃculas y publicidades filmadas en el norte jujeño, producciones argentinas y extranjeras, que aprovechan los hermosos paisajes naturales y culturales, las Salinas Grandes, la inmensidad de la Puna y de los cielos norteños.
La Revista entrevistó a Marina Vilte -protagonista e inspiradora del guión-, a Gastón Pauls, un tipo como cualquiera y al utilero del film, Jorge de Larreta, con 20 años de trayectoria en la industria del cine, para conocer la visión de detrás de cámara.
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