El lago y la piedra
El lago y la piedra y la mano
Que la arroja sobre su tersura.
CÃrculos concéntricos de pura
Vanidad destruida, Nada humano
Ha sucedido. La piedra, el lago,
La mano, escapan a la ilusoria
Voluntad. Y nace en la memoria
La bruma gris del dÃa aciago.
Quiero esa hora y esa mano
Y la piedra que me fue arrojada.
Pero también no los quiero. Es vano
Querer la memoria y el olvido,
Caminamos al azar, entre la nada.
Pude muy bien no haberte conocido.
Las horas de la vida
Las horas de la vida son la vida.
Persisten sucesivas. Te sujetan
Al tiempo o al devenir liberan
Cada latido tuyo. La hora ida
Cuyo recuerdo aún encandece
Esa tarde de octubre (el dÃa
Entero en esa hora persistÃa)
No cesará jamás. Me pertenece
Como la hoja última que no cae
Pertenece al árbol solitario
Sin otoño. Una hora nos extrae
De presente. Y otra nos aleja.
Pasado y porvenir y un diario
Mirarse en vos que no me deja.
Luis Antonio Wayar
XII SONETOS
|