Laura Barberis
Con la esperanza que venÃa creciendo algo ensombrecida por lo que significa para los ánimos del paÃs en general, y para el año electoral en particular, la posibilidad del retorno del ex presidente Menem, fortalecido por una medida judicial en la que -no podemos ser tan ingenuos- influyeron poderosos sectores vinculados al poder económico; no los de la producción, no los empresarios del campo y de la industria, desde luego, sino aquellos que desde la Sonora Financiera lo usaron en su desmedida codicia para destruir al paÃs, y al peronismo por supuesto.
Las cosas (no demasiadas, no suficientes, ya lo se, pero si las posibles) que el gobierno de Kirchner está haciendo para mitigar la pobreza no son el problema, sino algunas medidas (pocas también) a mediano y largo plazo que sientan cambios concretos para la recuperación del paÃs, que alientan y merecen ser observadas con respeto a pesar de la andanada de informaciones y escandaletes que la prensa nacional, mayoritariamente, hace chisporrotear dÃa a dÃa, hasta que el tema se agota y empiezan con otro.
La vuelta de Menem, con varios medios nacionales decididos a desestabilizar todo lo posible al gobierno nacional, con la Patria Financiera esperándolo con entusiasmo, puede llevar a Argentina, nuevamente, a enfrentamientos difÃciles de controlar y a desbordes que nunca se sabe donde ni como terminan (esta semana se cumple otro aniversario de la vergonzosa partida de De la Rúa, sin que se haya esclarecido y mucho menos juzgado a los responsables, él primero que nadie, de las muertes que acompañaron su caÃda).
Pero volviendo a Menem, lo gracioso es que empezó a ensayar desde hace unos meses un discursito vinculado a los pobres y excluidos, sobre cuyos ejes seguramente centrará la convocatoria. Sus seguidores, los que puedan arrimar los escasos dirigentes leales que le quedan; los que lo añoran desde los afectos y desde la famosa convicción de âque no se podÃa hacer otra cosaâ y sobre todo, ahà sà pueden ser miles y miles, los que pague la Sonora, estarán dispuestos a la pelea.
Cabe, claro está, la siguiente pregunta ¿qué va a pasar con las organizaciones sociales afines al Gobierno? ¿se quedarán quietecitas en sus comedores y guarderÃas? ¿qué va a pasar con los dirigentes menemistas que adhirieron rápida y limpiamente al kirchnerismo, con sus estructuras y compromisos? ¿qué hará Eduardo Duhalde? ¿y qué, todos los grupos como el de Castells y otros, que boyan en la tierra de nadie de la que defeccionaron peronistas y radicales? Esos grupos, más allá o más acá de las ideas, que surgieron como emergentes de la crisis, pero también, reitero, ocupando espacios que la polÃtica tradicional fue dejando a instancias, precisamente, âdel modeloâ que los hipnotizó con arrumacos de serpiente, porque la âmenemizaciónâ alcanzó a todos, cualesquiera fuera el origen; bien, esos grupos, están disponibles lamentablemente para ser carne de cañón de todas las revueltas que el año electoral pueda traer y que la presencia de Menem, con su proverbial impunidad, puede fogonear hasta un nuevo y peor desastre.
En pocas palabras ¿estaremos iniciando de nuevo una corrida polÃtica cuesta abajo, en la que éste hombre rapiñero e ignorante, vuelva a ser el efectivo instrumento de los peores intereses económicos? ¿o se trata de la vuelta de un viejito ególatra que quiere un poco de cámara para poder seguir contándonos que él es como Jesús y que lee a Sócrates, mientras va rumiando sus recuerdos en Anillaco? Me inclino a creer lo primero.
Puedo llegar a aceptar que se han exagerado muchas cosas en su contra, que se lo ridiculizó demás y nunca se analizó a fondo el sorprendente fenómeno de su carisma; puedo también aceptar que las circunstancias de la globalización eran de las más difÃciles de la historia para mantener el poder y las instituciones, con lo que fue la seguidilla de golpes y horrores en Latinoaméarica que precedió a su primera presidencia; puedo reconocer inclusive que por un lado tengo prejuicios culturales contra Menem y por otro, toda la decepción polÃtico-partidaria de los que creemos que los males de la humanidad, se resuelven a partir de una mirada, siempre, desde lo popular; puedo conceder esas cosas y algunas mas, quizás.
Pero la privatización de los ferrocarriles, de AerolÃneas; de los teléfonos, del Correo, ¡de YPF!; la casi desaparición de la industria nacional, el desempleo, el veloz deterioro de las estructuras de salud, educación y seguridad; los indultos; el bárbaro vaciamiento de la polÃtica y el huracán que Menem produjo destruyendo al paÃs que conocimos, ni el más sectario de los peronistas puede atribuÃrselo al inepto de De la Rúa. Por más ensayos que han hecho Eduardo y Eduardito Menem por convencernos de que Carlos fue âdemonizadoâ no han logrado explicar por qué en los diez años de su gobierno pasó todo lo que pasó.
A MANERA DEEXPLICACION
Pensaba yo, en éste número de La Revista, último de 2004, analizar y especular un poco sobre la incipiente recuperación que comenzamos a vivir, tanto en el paÃs como en Jujuy; sobre los indicios del cambio cultural que se está dando en la sociedad argentina, a pesar de la pobreza y la inseguridad; tenÃa la idea de anticipar información y comentar posibilidades sobre la campaña electoral del año que viene: candidaturas, libro de pases, verticalismos y amagues de independencia; pensaba cerrar el año con un amplio comentario sobre la necesidad de debatir ideas en Jujuy, sobre todo en cuanto a las convicciones polÃticas imprescindibles para las acciones de gobierno vinculadas a lo social y al desarrollo local.
Pero como los sucesos de la historia reciente ya me han sorprendido y escarmentado tantas veces respecto de la esperanza, que sà tengo, preferà discurrir sobre mi propia necesidad de activar los niveles de alerta sobre el significado y posteriores consecuencias del regreso de Menem al paÃs, precisamente en estos momentos en que, a pesar de las campañas superpuestas contra el Gobierno Nacional y la personalidad de Néstor Kirchner, las encuestas le dan al presidente altÃsimos Ãndices de aprobación especÃficamente en los sectores medios y bajos.
En la inteligencia de K., en la de los gobernadores, en la de algunos jefes polÃticos de la oposición; en la memoria de los argentinos (esa memoria que tanto nos cuesta conservar) hay que poner la esperanza; si hemos sabido comprender la experiencia de la década del â90, sabremos sortear el año electoral, aún con el venenoso ingrediente de Carlos Menem correteando entre Anillaco y Buenos Aires, con su hábil discurso para convertir lo blanco en negro y lo negro en colorado.
Una cosa es segura en este mundo de dudas, La Revista estará desde marzo acompañando y participando de la realidad de Jujuy con todas las ganas, ya que nuestro modesto emprendimiento editorial de 2004 fue bien, y hasta cariñosamente recibido y apoyado, por numerosos lectores y entusiastas colaboradores. Y va a estar porque quienes la hacemos seguimos creyendo que la información, una cierta forma de informar, protege a la gente.
|