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Ariadna Tabera

Ritos navideños

Ariadna Tabera

      La Navidad tal como la celebramos en nuestros días es un ritual sincrético de masas, internacional e intercultural. Es la fundición de diferentes tradiciones, mitos, leyendas y costumbres, que se remontan a religiones paganas, de antiguos habitantes del mundo.

      En lo orígenes de la festividad de Navidad está el culto al sol, la vieja fiesta pagana del solsticio del invierno astronómico o solsticio hiemal. Era parte de las celebraciones dedicadas a ese astro que realizaban los romanos, también se puede rastrear en diversas culturas del centro y norte europeo, en el antiguo Egipto, en Medio Oriente...
      El hombre rendía culto al sol, tanto cuando comenzaba a menguar su fuerza como a crecer, en el solsticio estival y el hiemal, a través de enormes fogatas que se encendían.
      En La rama dorada, cuya primera edición es de 1890, James Frazer recoge una serie de ceremonias al sol, agrupadas en torno a la religión de Mitra, antiguo dios persa, cuya popularidad en el Imperio Romano está atestiguada por la gran cantidad de monumentos en su honor. Para el investigador “sus ceremonias, doctrinas y cultos tienen puntos en común con el cristianismo” . Esas coincidencias, dice, sorprendieron de tal modo a los doctores cristianos, que las explicaron como obra del diablo. Para Frazer “se conserva una reliquia instructiva de la prolongada lucha [entre las religiones cristiana y la de mitra] en nuestras fiestas de Navidad: en el calendario juliano se computó el solsticio de invierno el 25 de diciembre, considerándolo como la natividad del sol, debido a que los días comenzaban a alargarse (...). El ritual de la Navidad, como al parecer se realizaba en Siria y en Egipto, era muy notable. Los celebrantes (...) salían a medianoche gritando ‘¡la Virgen ha parido!’, ‘¡La luz está aumentando!’. Aún más, los egipcios representaban al recién nacido sol con la imagen de un niño que sacaban al exterior para presentarlo a sus adoradores” . Esa virgen que concebía y paría al niño, al sol, el 25 de diciembre era la gran diosa oriental, la Virgen Celeste o Diosa Celestial Semita, una de las formas de Astarté. A la vez, Frazer apunta que el dios Mitra fue identificado también con el sol, y, por lo tanto, su nacimiento se celebraba el 25 de diciembre.
      En los comienzos del cristianismo, la Iglesia no celebraba el nacimiento de Cristo, ya que los evangelios no se refieren a una fecha precisa de ese acontecimiento. En este sentido, el investigador aclara que los egipcios cristianos acordaron el 6 de enero como fecha de la Navidad y esta costumbre se extendió hasta el siglo IV, momento en el que se estaba extendida por oriente. Sin embargo, la iglesia occidental aún no la había reconocido y adoptó el 25 de diciembre, fecha que fue aceptada por la iglesia oriental. El hecho de tomar el 25 de diciembre como día de nacimiento de Cristo se debió a razones, digamos, políticas, ya que la popularidad del festejo del nacimiento del sol-Mitra era muy evidente, y en él también participaban los cristianos, como queda comprobado con el exhorto de San Agustín, que les pedía celebrar el día no en consideración al sol sino a quien había creado al sol .

 

RITUALES IGNEOS

      Los rituales relacionados con el nacimiento y la muerte del sol, en los solsticios estival y hiemal, en Europa eran protagonizados por grandes hogueras. Al parecer, en verano éstas se realizaban al aire libre, a una altura visible, y ante el fuego la gente bailaba, en tanto que en invierno, las hogueras se realizaban en el interior de las viviendas, de manera más privada, debido, tal vez, a las inclemencias del tiempo. El arqueólogo británico John Brand relacionó algunas costumbres europeas con estos ritos, un grupo de supersticiones no cristianas, que hasta hace poco tiempo se mantenían en Inglaterra, Francia, Flandes, Alemania. Acerca de esto, Frazer indica “En la cristiandad moderna el antiguo festival pirofórico del solsticio de invierno parece sobrevivir o haber sobrevivido hasta hace poco en la vieja costumbre de la toza o leño trashoguero” . Incluso, se refiere a una serie de relatos antiguos que aluden a este rito en Inglaterra, Francia y en los países eslavos. En algunas partes de Alemania central hasta fines del siglo XVIII se conservaba la práctica de colocar en el fondo del hogar un enorme leño de roble. Allí se carbonizaba lentamente durante todo el año, hasta que era reemplazado por uno nuevo. Al viejo se lo pulverizaba y distribuía por los campos durante el período denominado “las doce noches” (entre Navidad y Reyes). Este tizón de Navidad, llamado Christbrand en Westfalia y Tréfoir en Provenza, se creía que protegía a las casas durante los incendios y las tormentas eléctricas, por ello se lo guardaba bajo la cama, una vez que estaba casi consumido. También en Inglaterra se registraron estas creencias. Al parecer, el rito se cumple aún entre los eslavos meridionales, sobre todo en Serbia. Se trata de un enorme leño, de roble, olivo o haya , que se golpea y se cree que de acuerdo a la cantidad de brasas que salten de él, será la abundancia en la fertilidad de sus animales (cabras, cerdos, ovejas, etc.). Algunos, llevan astillas del leño para proteger los campos del granizo. En Albania, la costumbre también se relaciona con la fertilidad de los campos, ya que se esparcen las cenizas del leño para obtener mayores frutos en la producción agrícola.
      Los rituales descriptos se relacionan tanto con la protección de las fulguraciones y los incendios como con la fertilidad. Para Frazer se podría tratar de una “reliquia del viejo credo ario que asociaba al roble con el dios del trueno” .

AL NORTE

      En los países nórdicos se creía que durante el invierno el sol bajaba a los infiernos, donde moría durante la noche más larga del año y luego renacía poco a poco. Entre los germanos, el dios Wotan, acompañado por un cortejo de héroes de la mitología escandinava, cabalgaba por los aires para reencontrar al sol desfalleciente y llevarlo otra vez hacia el horizonte. Con sus acompañantes llamaba a las puertas de las casas y granjas. Y aquel que, a pesar de su temor, abría su puerta y compartía con este peregrino oscuro su comida recibiría durante el año siguiente protección en su casa, y las personas y animales serían bendecidos con salud y fertilidad. Además, junto a las ofrendas de comestibles se prendían sahumerios realizados con resinas de árboles siempre verdes, como abetos, pinos, etc., con ámbar, bayas hojas y flores de plantas y arbustos considerados “de los dioses” . Aún se conserva la costumbre del sahumerio navideño, sobre todo en Europa central y norte. La mayoría de la gente desconoce que ese rito nació en aquella ancestral ofrenda a los dioses junto al árbol, en sus orígenes el árbol de los muertos.

CULTO AL ARBOL

      Los antiguos habitantes de Europa adoraban a los árboles, hecho que se relaciona en parte con las grandes extensiones de selva virgen que poblaban el continente y que fueron desapareciendo. Su existencia está atestiguada en Alemania, Inglaterra, Italia, Grecia. De allí que no sea extraño que en las ceremonias relacionadas con el nacimiento del sol aparezca el árbol, como símbolo de abundancia, entre otros significados. James Frazer apunta que el folklorólogo Grimm durante sus investigaciones sobre las denominaciones teutónicas de la palabra “templo”, encontró que probablemente los santuarios germanos antiguos hayan sido bosques naturales. “El culto al árbol está comprobado en todas las familias europeas del tronco ario” . Por ejemplo, entre los celtas, el culto de los druidas al roble está también plasmado en la relación entre la palabra que designaba “santuario” y el vocablo latino para “bosque”, nemi. En relación a este antiguo culto está la adoración al árbol navideño, que preside las celebraciones, al que se lo adorna y que bendice los hogares. A la vez, está presente también en las ceremonias relacionadas al poste de mayo, típicas entre los campesinos europeos, que se realizan en primavera, a comienzos del verano y durante la noche de San Juan, en Alemania, España, Francia, Inglaterra. Se corta un árbol del bosque y se lo clava en el suelo. En Suabia, por ejemplo, sólo se realiza esta ceremonia con un abeto al que se lo adorna con cintas y luego la gente baila a su alrededor alegremente al ritmo de la música. Esto recuerda lo que en Jujuy se denomina “adorar”, rito que realizan los niños hasta el Día de Reyes y que básicamente mantiene los mismos rasgos: el poste en el cual hay cintas y a su alrededor se realizan los bailes y cantos, trenzando y destrenzando las cintas, adorando al niño recién nacido.

Frazer, James. (1986). La Rama Dorada. Fondo de Cultura Económica. México. Página 414.

Op.cit., página 414.

Op. Cit., página 415.

Op. Cit., página 715.

Op. Cit., página 717.

Durante el Imperio Carolingio se relacionó a Wotan con el demonio, para eliminar y sancionar su culto.

Rätsch, Christian y Müller-Ebeling, Claudia. (2003). Weihnachtsbaum und Blütenwunder: Die Geheimnisse unserer Wihnachtspflanze. Aarau. Editorial AT.

Frazer, J. La rama dorada. Página 143.






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