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Zigarán, Castro y Ogando

La memoria en Jujuy

Video sobre Madres y Familiares de Detenidos-desaparecidos de Jujuy

 

Hasta que los leones tengan sus propios historiadores,
las historias de cacería seguirán glorificando al cazador.
(Proverbio de África citado por Eduardo Galeano)
Ariel Ogando

 

      La importancia de los medios audiovisuales para la recuperación de la memoria histórica no es una noticia novedosa, fueron numerosos los documentales que narraron lo vivido por los judíos durante el nazismo, recuperando la memoria de sus victimas, los sobrevivientes de los campos de concentración.
      En nuestro país, de a poco y contrarrestando la nefasta “Teoría de los Dos Demonios”, se fue construyendo y reconstruyendo la memoria de los últimos 30 años de historia social de la Argentina. Esta tarea, esta búsqueda de verdad, justicia y castigo, estuvo sostenida  por las distintas organizaciones de derechos humanos que durante todo este tiempo no pararon de luchar, contrarrestando el discurso de olvido e impunidad promovido desde el poder.
      En lo audiovisual desde ficciones como La historia oficial, La deuda interna, Un muro de silencio o la más reciente Kamtchaka, pasando por las decenas de documentales, sobre lo vivido por el país durante este oscuro periodo histórico de la dictadura, sirvieron y sirven para contraponer y sostener un discurso desde el lugar de las victimas, en estos videos y películas no hay objetividad posible cuando de lo que se trata es de recuperar la subjetividad de una generación desaparecida, una generación que deposito todas sus esperanzas en un sociedad mejor, mas justa y solidaria.
      Desde principios de este año 2004, venimos trabajando en conjunto entre Madres y Familiares de Detenidos y Desaparecidos de Jujuy y Wayruro Comunicación Popular por hacer el primer video que recupere la memoria colectiva, y la lucha de Madres y Familiares... en la provincia de Jujuy.
      Al comenzar a realizar el video sobre Madres y Familiares de detenidos y desaparecidos de la Provincia de Jujuy la motivación principal fue contar la verdad de lo sucedido, recuperando la lucha por los derechos humanos en este rincón del norte argentino. El discurso de los  represores, torturadores y sus cómplices, ya lo sabemos, su relato fue el único escuchado y sostenido por años..., lo que intentamos es que los sobrevivientes, los familiares, los amigos, nos cuenten qué fue lo que pasó, ¿qué fue lo que vivieron? ¿qué pensaban sus hijos? ¿que querían? ¿con qué soñaban? ¿cómo vivían y en qué creían? ¿cómo fue la lucha de los familiares, en Jujuy, a lo largo de todos estos años, en la búsqueda de verdad y justicia?.
      Con Wayruro Comunicación Popular desde hace mas de 10 años venimos trabajando en la realización de más de una veintena de documentales (sobre la lucha de los trabajadores, los campesinos, los indígenas, las organizaciones de desocupados etc.), tres de ellos sobre la épica lucha de las Madres de Plaza de Mayo. En estos videos sobre derechos humanos, nuestra principal preocupación fue, primero, que los mismos cuenten lo duro de lo vivido pero no instalen el miedo, sino que recuperen la esperanza (ya que en medio de situaciones extremadamente duras fueron muchos los gestos de resistencia, dignidad y solidaridad), y segundo, que el video debía estar pensado, no para la militancia conocedora del tema, sino para los jóvenes, para aquellos que el día de mañana deberán reconocerse en quienes con su lucha por una sociedad mejor los precedieron, la historia pasa a ser en estos casos una herramienta para poder construir el futuro sin cometer los mismos errores del pasado.
      Inés Peña esposa del desaparecido dirigente de la izquierda peronista “Pampero” Alvarez García, dando su testimonio para el video nos decía: Continuamos así todos estos años con la misma lucha por la verdad, la justicia y la memoria, y por supuesto siempre haciendo cosas, tratando de buscar que la memoria permanezca viva, de que a ellos no se los olvide, de que se los recuerde como militantes que han sido, como militantes de la vida como dice mi hija, y yo creo que esta es una lucha que va a continuar no solamente mientras estemos nosotros... después van a estar nuestros hijos, porque esto tiene que continuar, porque pedimos justicia y que sea una justicia donde se sepa porqué, dónde, cómo, y que haya castigo a los culpables, a los genocidas (...), porque es un duelo permanente de esto que no cierra, de esta herida que no cierra (...) y vamos a cerrar cuando haya justicia, y vamos a luchar para que nunca más vuelvan a ocurrir estas cosas, para que los jóvenes, las nuevas generaciones, sepan la historia, la historia ésta, no contada.

TRES PATITOS

A propósito de los primeros números de una revista de memorias

Reynaldo Castro

      Voy a hablarles de tres números de una revista que se llama Nadie olvida nada. O, mejor dicho, me voy a referir a una revista de extensión modesta (tiene tan sólo dieciséis páginas). Su tapa no tiene colores brillantes ni un papel grueso, como es el caso de la mayoría de las publicaciones. Uno se da cuenta de la tapa, simplemente, porque es la que está arriba de todas en un estante de la librería Horizonte o porque es la primera si lo prefiere el amable lector.
      Esta delgada revista me hace acordar que, en mi infancia, conocí a un niño que vivía en un lote olvidado de San Pedro. Cada vez que caían truenos, me acuerdo, el caserío se quedaba sin luz y él se asustaba. El miedo recién se le iba cuando su madre encendía una vela con una caja de fósforos que todavía se consigue en los almacenes: Tres patitos. Para el niño, aquella caja de dimensiones reducidas significaba el fin de la oscuridad y la posibilidad de desplazarse libremente.
      Como aquel niño, los que atravesamos partes de nuestras vidas por los tiempos de la última dictadura también necesitamos iluminar los espacios que habitamos, precisamos encendernos para que nuestras vidas sean más dignas. Estos tres números de la revista, al igual que la marca de fósforos, nos ayudan a iluminar el presente que, como todos sabemos, tiene zonas oscuras.

LOS PATITOS FEOS

      El número más reciente de la Nadie olvida nada apareció en estos días. Este número, al igual los anteriores, tiene dibujos con muchos negros, tramas oscuras y algunos recuadros de textos con fondo gris. Según algunos lectores, la revista tiene demasiados grises. Tienen razón, amigos, nuestra revista -por las razones que voy a detallar más adelante- es gris, deliberadamente gris. Por lo tanto, si algún dentista lee estas líneas, yo le aconsejaría que en su sala de espera coloque otras revistas.
      La tapa de número tres comienza con un artículo que recuerda, a la manera de un homenaje, al editor José Luis Mangieri, un “referente indiscutido de la cultura argentina de izquierda”. No voy a referirme aquí a la figura de Mangieri, en todo caso recomiendo la lectura del texto. Sí quiero destacar que esta nota cierra, de alguna manera, un primer ciclo de esta revista. (El segundo comenzará a fines de febrero y ya está gestando sin prisa pero a fuego lento). Digo que cierra un primer ciclo porque fue precisamente, el editor quien encendió el primer fósforo, en marzo de este año cuando nos visitó, él entonces nos dijo: “¿Por qué no sacan un boletín en el que cuenten las actividades que realizan?”.
      Como pueden ver, la idea prendió.

NUMERO

A NUMERO

      Editar el primer número fue relativamente sencillo. Partíamos con velocidad inicial ya que en marzo habíamos presentado de nuestro libro de memorias. Teníamos discursos conmemorativos y fue sumamente útil y agradable el trabajo de nuestros diseñadores gráficos. A eso, le agregamos unas coplas decidores y una revisión periodística del Juicio por la Verdad y aquel número inicial salió con fritas.
      En el segundo número, sin haberlo planificado mucho, dos notas coincidieron sobre una temática que impactó a muchos lectores: la seguridad de que en un terreno ubicado en Alto Padilla se torturó, ejecutó y enterró a muchos detenidos-desaparecidos de Jujuy. En ese número, además, un artículo que posee el rigor de la antropología de la violencia justificó las características de nuestra revista. Nadie olvida nada no es una revista de la memoria, es una revista de memorias (en plural). Muchas veces, las memorias entran en conflicto y marcan -o mejor: separan- a las que son oficiales de las subterráneas. Sé muy bien que no sólo del rigor científico viven los lectores, por eso también en ese número convive la pasión: hay un interesante mirada desde el interior mismo de la murga que participó en la última marcha del Apagón de Ledesma.
      Ya comenté como comienza nuestro tercer número. Quiero destacar dos puntos más. El primero, la naturaleza viva de los textos que producimos en Jujuy. Oficio de aurora de Alcira Fidalgo, por dar un ejemplo, es un libro que dialoga con otros textos. No sólo se relaciona con los libros que su autora leyó, también se corresponde con discursos contemporáneos. Por ese motivo, incluimos una crítica y una reseña que, por razones de distribución, casi no circularon en nuestra provincia y un trabajo inédito de los varios que motivó la poesía de la “joven eterna”.
      El otro punto que quiero destacar es la intervención de una ex presa política. Ella, desde un exilio que no termina, escribe dos notas que se oponen a la máxima de seguridad que dominaba a gran parte de la militancia de los setenta: “No preguntes, no cuentes, no dejes que te cuenten”. Desde la postura que da el aprendizaje de los años transcurridos, la exiliada reflexiona: “Cuando militábamos, era una cuestión de supervivencia olvidar direcciones, caras, nombres. Teníamos medidas de seguridad muy estrictas, ya que no solamente nuestras vidas dependían sino también la de otros compañeros y también de la organización”.
      Ahora, desde las páginas de estos tres números, aquella máxima se desvanece y aparece la necesidad de expresar lo que nos sucedió para iluminar -como cuando uno utiliza aquella caja de los tres patitos- este presente gris y confuso.

GRIS DE AUSENCIA

(Y DE PRESENCIA)

      Los que trabajamos con las memorias sabemos que somos sobrevivientes. Algunos han sobrevivido a la dictadura más sangrienta de la Latinoamérica; otros, a los diez años del menemismo. Esa y no otra es la razón por la que esta revista tiene tantos grises. Nadie olvida nada es una revista de (y para) sobrevivientes. De ahí que sus ilustraciones tengan una estética del riesgo, con claroscuros, grises y sombras no aptos para salas de espera.

      Nadie olvida nada no es una revista de actualidad que busca distraer de un dolor de muelas o de la incómoda sensación de la anestesia en las encías. Insisto: esta revista trabaja con el pasado para iluminar el presente. Además, busca lectores inquietos que nos obliguen a reflexionar, como aquellos que me hablaron de los grises y me permitieron construir este discurso.
Por último, estos tres números -estos tres patitos- no serían posible sin la ayuda de muchas personas, algunas colaboran en silencio y saben que están incluidas en este agradecimiento; otras colaboran abiertamente, figuran en nuestro staff y los sobrevivientes les debemos mucho: Andrés Fidalgo, María Inés Zigarán, Alejandra Álvarez García, Elena Mateo, Inés Peña, Chavela y Laura Vilte, Víctor Montoya, Marty Quintana, Manuel Ortega, Susana Meyer, Estela Mamaní, Ludmila da Silva Catela, Cecilia Soulier, Teresa Leonardi Herrán, Ketty Mollerach, Teresa Dionisio, Remo Bianchedi, Claudia Scurta, Oscar Arabel, Carlota Bonzano, Raúl Jorge, Osvaldo Aguirre, Daniel Freidemberg, Elisa Moyano, Renata Kulemeyer, Martina Chávez y -el motor principal- Nélida Fidalgo.

En la antesala de la Justicia
CELEBRACION DE LA VERDAD,

Por María Inés Zigarán*


      Escudriñar la intimidad del terrorismo de Estado, revisitar la historia de los años 70, recorrer los oscuros laberintos, desempolvar memorias, azuzar viejos dolores, impotencias y broncas. Todo, para hacer posible la celebración de la verdad, antesala de la justicia. Único tránsito posible para concluir los duelos y disponer el cuerpo y el alma para vivir el presente con más dignidad y reconstituir perspectivas de futuro, de un futuro con garantía de justicia, valor intrínseco de la democracia.
      El Juicio por la Verdad es un proceso que se tramita desde el 2001 en el Juzgado Federal Nro 1 de Jujuy y tiene como objeto reconstruir la verdad histórica de los sucesos ocurridos en la provincia o con gente vinculada a ella durante la dictadura militar.
      En ese marco, desde junio de 2003 se realizan audiencias públicas donde brindaron sus testimonios familiares de personas detenidas desaparecidas, sobrevivientes del horror, ex presos políticos y miembros de las fuerzas de seguridad que tuvieron intervención directa o indirecta en los sucesos que se reconstruyen en este proceso.
      Este juicio fue en principio la única vía judicial posible para evitar el silencio que intentaron las leyes de la impunidad (obediencia debida, punto final) y los posteriores indultos a los jerarcas militares. La averiguación de la verdad, frente a los intentos de instaurar el olvido y el silencio, fue un camino reparador y ayudó a realimentar las luchas de las organizaciones de derechos humanos, en un contexto y tiempo hostiles.
      Hoy la verdad, ya casi parece ingenua, porque hubieron muchos avances desde aquellos años 90 donde comenzaron a abrirse los juicios por la verdad.
      Tras el reconocimiento del derecho a la verdad, sobrevino la declaración de inconstitucionalidad de las leyes de obediencia debida y punto final y posteriormente el Congreso de la Nación, finalmente se pronunció por la nulidad. A esto debe sumarse el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA que confirmó la ilegalidad de la amnistía para los responsables de la Masacre de Barrios Altos (Perú) y que sentó un antecedente jurisprudencial de alta significación. Además, diversos cuestionamientos a las leyes y los indultos se radicaron en juzgados de todo el país y algunos de ellos llegaron incluso a la Corte Suprema de la Nación.
      Todos estos acontecimientos consolidaron el camino a la justicia que hoy está habilitado. Ya no hay más excusas, ni razones, ni leyes que restrinjan la posibilidad de condena a los responsables del genocidio. Por eso, digo, los juicios por la averiguación de la verdad, en este nuevo escenario parecen casi una ingenuidad, sino fuera por todo lo que alumbraron en este camino de lucha de las organizaciones de derechos humanos.
      El Juicio por la Verdad tuvo una particular importancia, porque permitió comenzar a desarmar los silencios, restaurando las palabras que relatan historias de cómo operó en Jujuy el terrorismo de estado. Los modus operandi de las fuerzas de seguridad y sus aliados civiles, los recorridos de las víctimas, los secuestros, los cautiverios y desapariciones, así como las búsquedas posteriores de sus familiares, impregnan los relatos de los testigos, todos sobrevivientes del horror.
      Si bien es cierto que aún falta mucho camino por recorrer en la construcción de la verdad histórica, hay importantes avances, particularmente referidos a lugares donde podrían estar enterrados cuerpos de personas detenidas desaparecidas.
      En este sentido, cabe señalar que el juicio produjo una hipótesis, cada vez más consolidada, de un centro clandestino denominado Puesto Mendoza que habría funcionado en la zona de Alto Padilla. Allí, peritos antropólogos de la Facultad de Humanidades de la UNJu, convocados por la justicia, efectuaron un estudio que ratifica que el lugar -actualmente sin rastro alguno de edificación- registra indicios de actividad, de edificación y de movimientos de terreno. El lugar además muestra indicios de acciones que se habrían operado para suprimir o borrar huellas de toda la acción que se habría desplegado allí.
      Puesto Mendoza es un lugar clave que podría revelar importante información, porque allí podrían haber estado cautivas personas que no registran paso por el CDD de Guerrero y tal vez allí podrían encontrarse los cuerpos de personas detenidas desaparecidas.
      Además, un cementerio cercano a la Capital Jujeña también podría ser objeto de excavaciones y exhumaciones de cuerpos que fueron enterrados como NN y que podrían corresponderse con las identidades de las víctimas de la dictadura.
      El Juicio por la verdad, se ha orientado en este último año hacia la búsqueda de cuerpos, porque pareciera que la justicia está reservando la reconstrucción de hechos vinculada a la determinación de responsabilidades hacia la esfera penal que ya se están activando, por la intervención del Fiscal Federal.
      Es decir el Juicio por la Verdad parece estar circunscribiéndose a la averiguación del lugar donde estarían los cuerpos desaparecidos, mientras que el esclarecimiento de hechos para el posterior castigo a los responsables, quedaría como materia de los procesos penales, donde finalmente serán condenados los responsables.
      No hay verdad sin justicia, ni justicia sin verdad, son dos caras de una misma moneda. Pareciera que la moneda lanzada al aire está volviendo con su cara más buscada, la de la justicia. Que así sea y que sea ahora.

* Coordinadora de Redacción de Nadie olvida nada.


Integrante del colectivo Wayruro Comunicación Popular.

Editor de la revista Nadie olvida Nada.






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