LOS RIOS (I)
Tejiendo conversaciones
entre helechos y nogales,
el rÃo Yala confunde
su alegrÃa, con mis males.
Vocinglero apresurado,
changuito de la montaña.
Para la sed de las piedras,
trae frescura en la mirada.
(El pulso caliente, agita
su vena de sangre helada).
En tambores sumergidos
con mano firme, golpea
anunciando al mar lejano
que ya llega, que ya llega.
El Grande, rÃo moreno
lanzado a toda carrera,
toma su cintura clara
y hacia Jujuy se lo lleva.
Breve destino, fluyendo
por el lecho de yerbabuena,
el rÃo Yala entreteje
su alegrÃa con mis penas.
Andrés Fidalgo, ESCRITOS CASI POST
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